Un enorme tapón de toallitas de wc ha colapsado uno de los tres colectores de San Sebastián.
Esas toallitas, que arrojamos por el inodoro pensando que al ser biodegradables no ocasionarán perjuicios, son una bomba de relojería.
Son biodegradables pero de difícil disolución, lo que hace que se vayan acumulando en los colectores hasta que ocurra lo que acaba de pasar en San Sebastián.
Se ha formado un tapón de tres kilómetros de largo y un diámetro de 2,8 metros, que ha taponado una de las tres vías para expulsar aguas residuales que tiene la capital donostiarra.
Eso, además, ha ocasionado una acumulación de gases tóxicos que dificultan el desatasco.
Se está haciendo a mano y con equipos de oxígeno para no correr más riesgos. La empresa encargada de desfacer el entuerto calcula que tardará diez días en despejar el colector.
Cada año se arrojan 2.400 toneladas de toallitas por las cañerías del País Vasco.
Ni las toallitas, ni los pañales, ni las compresas, gasas, tampones y tiritas o esparadrapos se disuelven, por lo que no se deben arrojar por el inodoro. Los problemas se pueden evitar teniendo bien a mano una pequeña para depositar esos materiales.