Echar un polvo es una expresión española y hace referencia de manera burda a mantener relaciones sexuales, pero tiene un trasfondo
El porqué de que ‘echar un polvo’ sea una frase tan nuestra tiene que ver con el descubrimiento de América y los productos que de allí trajeron los conquistadores, como la patata, el chocolate o el tabaco. Este último es el que está relacionado con la expresión ‘echar un polvo’. Y, nada que ver con el cigarro de después de…
Al principio, hablamos del siglo XVII o XVIII, el tabaco no se fumaba, se esnifaba y no se hacía en público. Por supuesto, este producto estaba dirigido a personas pudientes, el tabaco era un artículo de lujo.
Los anfitriones de los bailes de la alta sociedad de la época, además de música y bebida, ofrecían a sus invitados, masculinos a poder ser, un suplemento más: el tabaco en unos salones reservados para tal menester.
Los nobles y la alta burguesía iban a este cuarto donde estaba preparado el tabaco machacado, vamos en polvo, y lo inhalaban por la nariz, según el libro Hablar con corrección de Pancracio Celdrán sobre el significado de la expresión ‘echar un polvo’. Ellos salían del salón del baile y al preguntarles dónde iban contestaban: ‘A echar un polvo’.
Posteriormente, cuando una mujer y un hombre -o dos hombres- se ausentaban de la sala, decían lo mismo, que iban a ‘echar un polvo’, aunque esto fuera una excusa para mantener relaciones sexuales furtivas.
La ironía española, la guasa, la broma, burla, cachondeo, pitorreo, chanza o chiste hizo lo propio. Y ahora, echar un polvo está ligado en exclusiva a que dos personas tengan un ‘calentón’.