– He oído que en Salamanca se ha publicado la única revista del mundo dedicada exclusivamente al estudio de las tortugas fósiles… ¿Es eso cierto?
– Muy cierto. Se llama Studia Palaeocheloniologica.
– ¿Y cómo fue eso?
– Se gestó en París durante el I Simposio Internacional sobre Quelonios Fósiles, que se celebró en el Muséum National d´Histoire Naturelle (MNHN), cuna de la Paleontología, en octubre de 1983.
– ¿Y cómo es que no lo publicaron en Francia?
– Porque por aquellas fechas –dicen que para proteger el idioma francés– no se podía publicar oficialmente nada que no estuviese escrito en dicha lengua. ¡Salvo los resúmenes, por supuesto! Yo aproveché esa circunstancia para que se hiciese en España, y más concretamente en Salamanca. Y antepuse el nombre de Studia, tradicional en su Universidad para sus publicaciones.
– ¿Y no hubo problemas económicos?
– Pues no. Tenga en cuenta que yo contaba con un enorme prestigio internacional, avalado por ser vicepresidente de la World Palaeocheloniological Association. ¡Eran otros tiempos! No fue demasiado difícil. Aparte de los organismos oficiales, Diputación de Salamanca y el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) de Francia, lo que faltaba lo sufragó la propia Universidad de Salamanca.
«Una vez impreso, el primer volumen se presentó en París en noviembre de 1985 y tuvo una enorme difusión internacional. Pero de eso ya le hablé en otra ocasión.
– ¿Qué ocurrió luego?
– Aproveché bien el tirón. Es posible que todo aquello fuera el acicate para la creación de la Sala de las Tortugas y su ubicación en el Claustro de la Universidad. Pero para su inauguración ya había salido el volumen 2, con unas normas muy peculiares: los textos de los artículos tenían que tener una extensión muy concreta, que se editase en 4 o en 8 páginas. Una vez aprobado por los respectivos jueces -empleo esta palabra, mejor que la habitual «réferis»-, se publicaba en forma de separata para que los autores pudiesen repartirlas a quien quisiesen, costumbre que parece hoy en vías de extinción. Cuando el número de páginas de varios artículos era adecuado se encuadernaba el volumen, añadiendo prólogos, comités e índice…
– Muy original ¿Cuantos volúmenes se hicieron?
– En aquella época, tres. El primero, con las comunicaciones del simposio de París, en 1984. El segundo en 1986-1988, y el tercero en 1989-1992. Los dos últimos fueron costeados por la empresa Iberduero, hoy Iberdrola…
– ¿Y qué ocurrió a partir de 1992?
– Pues si le he de decir la verdad pienso que hubo que levantar una crisis económica nacional motivada por el despilfarro de una Olimpiada en Barcelona y una Feria Internacional en Sevilla, para conmemorar el V Centenario del Descubrimiento de América. Las fuentes dejaron de manar para muchos…
– ¡Ya! ¡Y se acabó Studia Palaeocheloniologica!
– ¡Entre otras muchas cosas buenas! Hicieron falta 20 años para que resurgiese, en Alemania, el interés por revitalizarla. Fue de la mano de Hans-Volker Karl, quien no quiso separar los prestigiosos nombres de la revista y de la Universidad de Salamanca y tuvo el empeño de que se hiciese aquí. Se publicó en 2012 y estaba dedicado a tortugas fósiles del Centro y Norte de Europa.
– Pues eso fue una magnífica ocasión para retomar el tema. ¿Noo?
– Pues sí. Pero no continuó…
– ¿Y cree usted que algún día volverá a salir esta importante revista?
– ¿En Salamanca? No lo sé. El futuro es hoy muy incierto, pero todo puede ocurrir.
– ¡Ojalá que sea así! Esperémoslo…