Opinión

De nuevo… Imagina que cierran Medicina

Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca.

 

[dropcap]E[/dropcap]l pasado mes de mayo, escribí en este mismo periódico una columnatitulada Imagina que cierra Medicina. El artículo alcanzó cierta difusión y fue muy comentado en las redes sociales, especialmente por alumnos y profesores de la facultad (más por los primeros que los segundos). También mereció las críticas de personas con responsabilidades académicas que, sin citarlo directamente, lo catalogaron públicamente de “crítica destructiva”.

 

Resaltaba entonces y repito ahora que la plantilla del profesorado no se ajusta a las necesidades docentes. El descenso en el número de profesores ordinarios en los últimos años, debido a las restricciones económicas, y el reciente endurecimiento de los requisitos de la ANECA (Agencia Nacional para la Evaluación de la Calidad Docente) para la acreditación, no solo han dejado la plantilla en mínimos, sino que no existen muchas perspectivas de que puedan recuperarse a corto plazo debido a la falta de profesores acreditados y a la desmotivación de quienes pudieran ser excelentes profesores pero lo observan como una meta difícil cuando no inalcanzable en la situación actual.

La plantilla de profesores asociados ha sido siempre insuficiente, y la docencia práctica se basa, en gran medida, en los denominados profesores asociados honoríficos. La formación práctica tiene lugar fundamentalmente en el Hospital Universitario de Salamanca, y como ya he señalado se imparte por un número reducido de profesores asociados en Ciencias de la Salud, con una dedicación contractual de tres horas semanales. Todos (salvo excepciones, siempre existen excepciones) imparten muchas más horas. Como su número es insuficiente, otros facultativos del hospital sin ninguna relación contractual con la Universidad de Salamanca, imparten la docencia práctica de forma absolutamente voluntaria y altruista. La medicina del siglo XXI debe aprenderse en el hospital, junto a los pacientes y a los profesionales que los atienden.

Parece que la entonces calificada como “crítica destructiva” no lo era tanto, ya que las autoridades académicas buscan fórmulas provisionales para paliar la falta del profesorado ordinario, como que se autoricen plazas de profesor contratado doctor con vinculación permanente a plazas asistenciales del hospital. Una solución que exige de la colaboración del SACyL y que puede paliar el problema a corto plazo, pero que quizás lo lastre a medio plazo ya que supone rebajar la categoría académica de los profesores responsables de las asignaturas.

Las elecciones a Rector han puesto de manifiesto el problema particular que tiene la Facultad de Medicina y han servido para que algún candidato, como el profesor Ricardo Rivero, haya incluido en su programa electoral un plan específico para la recuperación de la facultad, que contempla gran parte de las necesidades que tiene en todos los niveles, pero fundamentalmente en recursos humanos, proponiendo recuperar la plantilla a todos los niveles. Señalaba el pasado mes de mayo que las elecciones a Rector eran una oportunidad para poner de manifiesto el problema y que en el resto de la Universidad se conociesen la situación y el hecho diferencial de una facultad que debe impartir enseñanza práctica a aproximadamente 1.200 alumnos, una carga docente muy diferente a la de otras titulaciones.

Esta problemática no podrá resolverla solo el futuro Rector, necesitará el apoyo de otros rectores y decanos de medicina de otras universidades, que ya se están manifestando al respecto, pero es bueno que la campaña electoral la haya puesto de manifiesto.

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