– Amigo mío, lo siento, pero no le he podido traer la brújula que le prometí el otro día. Se la dejé a mi hijo hace tiempo y no me la ha devuelto.
– Bueno, hombre. No se preocupe. ¡Otra vez será! Pero… de todos modos, me puede aclarar algo sobre la diferencia entre los dos Polos, el magnético y el geográfico. ¿Quiere?
– ¡Claro que sí! Mire, el norte geográfico es el punto por donde sale -supuestamente- el eje de rotación del planeta. Puede considerarse fijo. El magnético es donde confluyen las líneas de fuerza magnéticas. Tiene la particularidad de que no se está quieto y que su trayectoria ha sido irregular a lo largo de los siglos. Actualmente está por las Islas de la Reina Isabel, entre Groenlandia y Alaska.
– Entonces… está claro por qué los mapas no pueden hacerse teniendo en cuenta los valores magnéticos… ¡Habría que cambiar el norte continuamente!
– ¡Efectivamente! Los valores magnéticos han de corregirse teniendo en cuenta la declinación, que es el ángulo que forman los dos nortes en cada momento y en cada lugar del mundo.
– ¿Y eso, cómo se sabe?
– En la Leyenda de los mapas viene dado su valor en determinada fecha, así como la variación anual…
– ¿Y si no tenemos ningún mapa?
– Mapa y brújula deben ser compañeros inseparables. Pero, en fin, vamos a suponerlo… Tenemos entonces que buscar un punto que esté situado exactamente en nuestro norte…
– ¡Pero si no tenemos mapa!
– ¡Muy bien dicho! ¡Ya veo que está usted despierto! Pero tenemos la eterna y bien amada Estrella Polar…
– ¿Y si está nublado?
– Pues entonces se acuesta usted y… ¡a roncar!
– ¡Vale! Ya tengo un árbol, o una casa, o lo que sea, situado al norte. ¿Qué hago ahora?
La declinación es -10º
– Pues medir la dirección en que se encuentra el árbol. ¡Lo que marque la aguja magnética, estando el limbo en cero, es el valor de la declinación donde esté usted! Supongamos que marca 350º. Quiere decir que el norte magnético, en el punto donde hemos hecho la medida, está a 10º al oeste del geográfico. Ahora bien, ¿cómo lo anotamos? Si en vez de medir desde el norte geográfico, lo hacemos desde el magnético, pondremos 10º E. Muchos escriben simplemente -10º, que puede que sea lo más conveniente. O poner el dibujo alusivo en la Leyenda del mapa, sin indicar si es hacia el este o al oeste. El símbolo que se emplea es la letra delta minúscula.
– Me imagino que todo esto sería descubierto inmediatamente por los marinos medievales. ¿No es así?
– ¡Claro! Intentaron valerse de los valores de la declinación, pero pronto se dieron cuenta de que no era posible, porque los meridianos no coincidían con las isógonas o líneas isogónicas.
– ¿Isógonas? Por el nombre deben ser las líneas de fuerza magnética con el mismo valor de la declinación. ¿Noo?
-¡Eso es! La línea de valor 0 se la llama «agónica», es decir, «sin ángulo». En mi opinión debería llamarse «ágona» para evitar equívocos. En el libro de bitácora del primer viaje de Colón figura que en tal día, 13 de septiembre de 1492, atravesaron dicha línea. Así lo dice en carta a los Reyes Católicos: «…Cuando yo navegué de España a las Indias, fallo luego, enpasando cien leguas a Poniente de las islas de los Açores,… Fallo que de Setentrión en Austro, pasando las dichas cien leguas de las dichas islas, que luego en las agujas de marear, que fasta entonces nordesteavan, noruestean una cuarta de viento todo entero, y esto es en llegando allí a aquella línea, como quien traspone una cuesta…». Está claro que el Almirante medía la declinación desde el norte magnético.
– ¡Interesantísimo! Y hoy… ¿por donde pasa la línea agónica?
– Pues precisamente en estos años está pasando por España, con una variación anual muy pequeña, de apenas 7´. Repito lo de antes, no vaya a pensar alguien que por estar aquí la línea agónica estamos agonizando… ¿Quiere usted que lo comprobemos cuando traiga la brújula de limbo móvil?
– Bueno. Pero no creo que sea necesario. Seguro que lo resolvemos preguntando en Internet.
– ¡Ya estamos! ¡Qué fácilmente se resuelve hoy todo! ¿Y si no funciona el dichoso móvil o no tenemos ordenador? ¿O, y si les da la gana a los mandamases mundiales anular todos los satélites artificiales menos los suyos de uso militar?
– ¿Pero se puede hacer eso?
– Mire usted. Cuando llegaron los primeros GPS utilitarios me dejaron uno. Inmediatamente me di cuenta de que era una herramienta muy útil. Daba errores de situación de unos 10 metros, lo que, trabajando en mapas a escalas 1/50.000 o 1/25.000, se consideraba suficientemente válido. ¿Cuánto mide el trazado de un lápiz fino? Vamos a poner que 0,1 mm, exagerando un poco. Eso, a escala 1/25.000, equivale a 2,5 m. Pues bien, llegó la Primera Guerra del Golfo; el error que daba aquel GPS, en aquellos días, era de ¡¡¡medio kilómetro!!! ¿Comprende usted?
– ¡Me deja anonadado! ¿Entonces…….?
– ¡Entonces! ¿Se imagina…? ¡Un mundo sin poder usar los móviles, y, lo que es peor, los datos que tenemos registrados en nuestros ordenadores! ¿Qué harían nuestros niños? ¿A qué jugarían? ¿Qué leerían? Por supuesto…, me estoy dejando llevar por mi imaginación novelesca.
– Sí. Sí. Pero tiene usted razón. Parece como si la juventud de hoy día no supiese hacer nada sin los dichosos aparatitos…
– ¡Tampoco hay que ser tan extremista! La Humanidad ha soportado crisis enormes. ¡Seguro que sobreviviríamos también a un vacío informático!
– Esperemos que así sea…
4 comentarios en «Declinación»
Querido Emiliano,
Muy interesante y oportuno tu comentario en unos tiempos en los que tan difícil va siendo estar bien orientado.
Muchas gracias y con mis mejores deseos para esta Navidad y el año próximo,
Un abrazo,
Emilio
Me dice un amigo que al leer esta «ocurrencia» ha perdido el norte. Yo le he contestado que gire 180º y estará más calentito. ¡Está claro que los españoles seguimos teniendo ingenio!.
Un abrazo y FELICES FIESTAS
Tienes razón, si ahora nos quitaran los móviles y toda la tecnología, no sabríamos ni a donde ir. Por eso hay que valorar más aquellas gestas de los marinos portugueses y españoles. Muchas gracias por la lección. Un abrazo
Creo, querido Armando, como tú, que aquellos hombres si tenían valor, al embarcarse en aquellas cáscaras de nueces y soportar aquellos mares pavorosos y desconocidos. Y en lo que tenían que demostrar aquellos capitanes y pilotos, para que la marinería no se quedasen tiesos de miedo a cada momento. Recuerdo aquella maravillosa película con Marlon Brando, «Motín a bordo», y las penalidades que pasa la marinería. Pues pienso que eso no era nada comparado con los nuestros, que no sabían a donde iban. ¡Eso si que era valor! Pero creo que el Hombre siempre será Hombre y en momentos extremos volveremos a tener la oportunidad de valer lo que valemos.
Un abrazo y FELICES FIESTAS