Nevando y los cazadores apostados en sus marcas, esperando a que el animal estuviera a tiro. Disparaban y lo abatían. Así con esta dramatización en la Plaza Mayor comenzaron los actos para reivindicar que se acabe con la caza y el maltrato animal.
«Miles de galgos, podencos y cualquier otro ser sintiente, de los empleados como simples utensilios cinegéticos, se enfrentan al final de temporada. Les espera el exterminio, en las formas más crueles que es capaz de concebir la mente humana; el abandono; la mutilización, el regreso a sus entrenamientos a pan y agua o el martirio de convertirse en herramienta reproductiva para fabricar nuevas camadas». Así comenzó el manifiesto de No a la caza.
Las personas que se concentraron exigen a los políticos y autoridades que intervengan. «Que nunca resultaron suficientes tibias declaraciones de principios para obtener sin coste un rédito electoral; y que, desde el Gobierno o la oposición de las distintas instancias, deben hacer lo preciso para terminar con un hábito, carente hoy del menor soporte ético».
Además, clamaron no a la caza, porque una sociedad sana no halla el placer en privar a nadie de la vida; porque se volvió enemiga de la biodiversidad y de la conservación del medio ambiente en el entorno rural; porque nada justifica que recorran nuestros campos gentes con armas.
El acto, al que acudieron decenas de amigos de los animales con sus galgos y otros perro, Una estuvo repartido en una concentración y una performace, en la Plaza Mayor, y una marcha con parada en la Plaza del Liceo y lectura de manifiesto en la Plaza de la Constitución.