– Le presento a mi hija Marina, que tenía muchas ganas de conocerle.
– ¡Ah! Marina… Encantado… ¡Qué nombre más bonito! ¿Sabes de dónde procede?
– ¡Hombre…! Me imagino que del mar. Lo que no sé es de qué mar…
– ¡Pues no! Viene de Santa Marina, Patrona de muchos pueblos de España. En Galicia la tienen, o tenían, muchísima devoción. Y en Asturias. ¿Quieres que te cuente su historia?
– ¡Cómo no!
– Pues verás… Fue cuando Galicia era, desde hacía algunos siglos, una provincia romana. Entre los siglos II y III. Un gobernador ordenó ejecutar, decapitada, a su propia hija, por ser cristiana. El alma de la joven debía estar adornada por grandes prendas humanitarias y debió ser muy querida por todos cuantos la conocieron…
«El caso es que, según la tradición, al caer al suelo la cabeza de Marina, que así se llamaba la joven mártir, rebotó tres veces, y en cada uno de los puntos surgió a borbotones el agua… Sobrecogido el gobernador y cuantos allí estaban, proclamaron la santidad de Marina, cristianizando a toda la comarca…
«Esto es lo esencial. Luego hay versiones sobre que la madre de Marina había tenido un parto de nueve hijas y que, asustada, las repartió entre diversas matronas, ocultando (?) su nacimiento al gobernador, su marido… Que Marina fue requerida de amores innobles por un noble, rechazado por ser ella tan fervorosa cristiana…Que fue arrojada a un horno, del que salió ilesa de la mano de San Pedro o de otros Santos… Que intentaron ahogarla en una bañera, sin conseguirlo por intercesión celestial…
«Yo creo, más bien, que en el lugar habría un templo pagano dedicado a alguna divinidad femenina relacionada con el agua surgente del lugar… Que habría un poblado con unos baños, a los que los romanos eran tan aficionados… Que con la dominación sueva el lugar tradicional del martirio fue santificado, aplicando el milagro a la decapitación de aquella virtuosa mujer…
– ¡Qué hermosa historia! ¿Donde la leyó?
– No es que la leyese. ¡Es que estuve en el Santuario!
– ¿Ah, síi? ¿Y dónde está?
– Pues mira… Por entonces andaba yo haciendo el Camino de Santiago. ¡No! ¡El Francés, no! ¡El Mozárabe! Sí. Sí. El que parte de Mérida, la antigua Augusta Emerita, e incluso de más allá, de Sevilla, la Hispalis romana. Paralela y en muchos tramos coincidente con la Vía de la Plata, la «Balata» de los musulmanes. Se supone que de todos los Caminos a Santiago, es el más antiguo…
«Bueno. Recuerdo muy bien una jornada, desde Verín, en la maravillosa provincia de Orense. Subimos –a pie, sí– hasta el castillo de Monterrey, desde donde se contempla un amplísimo horizonte. Por cierto que de aquella visita me impresionaron mucho dos cosas: el extraordinario retablo, todo él en piedra, y el «ataúd del pobre», que tenían arrinconado a la entrada del castillo. Explicaron que se empleaba una y otra vez para la gente del pueblo hasta tiempos no muy lejanos. La última vez que visité el castillo lo habían retirado.
«Otro día siguiendo una senda desde Xinzo de Limia, pasamos por Sandiás y Allariz, la antigua capital tan querida por Alfonso X; llegamos al Santuario de Santa Marina de Augas Santas, donde nos relataron aquel viejo milagro. Hay un bellísimo templo románico y, exenta, una pequeña capilla donde está el pozo. De él beben los creyentes, esperando el alivio de sus males.
– ¿Y son tres las fuentes, una por cada rebote de la santa cabeza?
– Pues sí. Son tres, por lo menos. En relación con la Santa hay otros dos sitios distanciados uno de otro. Hace mucho tiempo que estuve allí, pero creo recordar que uno de ellos es el horno –«Forno de Santa«– donde intentaron quemarla, sin conseguirlo. Otro es una antigua pileta donde fue sumergida, también milagrosamente. A mí me parecieron, más bien, instalaciones termales romanas.
– ¡Qué recorridos mas subyugantes! ¡Cómo me gustaría recorrerlos!
– Pues sí. Yo quedé fascinado por aquellas benditas tierras orensanas, tan cargadas de historias y leyendas. Con esos paisajes que favorecen el misticismo, la captación de su embrujo… Volví, después de aquel periplo compostelano, muchas veces, siempre acompañado por Pili, y recorrimos pueblos, senderos, cementerios, ruinas y santuarios, disfrutando plenamente de nuestra soledad en nuestra querida Galicia; viendo libremente lo que queríamos ver, libro en la mano, sin el bullicio de tantas fiestas seudohistóricas, hoy tan de moda.
«Y dime, Marina, ¿te ha gustado saber el origen de tu nombre?
– ¡Cómo no me va a gustar! ¡Estoy deseando ir a ese Santuario de Augas Santas y beber de sus fuentes!
– ¿De qué te quieres curar?
6 comentarios en «Marina»
Galicia, siempre sorprendente con sus tradiciones y leyendas. Gracias por traérnoslas. Un abrazo
Para Armando, un alma sensible que me comprende:
¡Mi querida Galicia! ¿Cuándo te volveré a ver? Por eso te escribo, para que recuerdes siempre que nunca te olvidaré.
Emiliano
Siempre interesantes tus artículos. Gracias.
Muchas gracias, César. ¡Me salen de muy dentro!
Un abrazo
Emiliano
EMILIANO: ¡¡¡ TENGO EL PLACER DE DISFRUTAR DE TU AMISTAD. I!! Para mi ERES UN TÍO GRANDE P OR NO DECIR. COJONUDO. !!! A ve si. se sé nos da poder tomarnnos unas Sidras, cerca de la calle del Colesterol. ¡¡¡ SALUD!!!
¡Cuando quieras, Héctor! En principio hemos quedado para el viernes 30 de febrero. Mejor dicho, su equivalente (2 marzo). Un abrazo.
Emiliano