“Estimados amigos, clientes y seguidores, en nuestro único afán de ordenar la convivencia entre familias con niños y adultos de fiesta sin ellos, hemos redactado unas normas de convivencia, que gracias a vosotros y vuestros comentarios nos hemos dado cuenta que nos hemos equivocado”.
Así comenzaba el mensaje de la dirección del bar de copas premium Livingstone, ubicado en la plaza de la Libertad, difundido a través del Facebook horas después de que sus normas para “ordenar la convivencia” de los niños con los adultos en el establecimiento despertaran una oleada de críticas de sus clientes, que hicieron patentes en su propio Facebook.
“Retiraremos inmediatamente el cartel de nuestro establecimiento y pedimos disculpas a todos los que se pueden haber sentido ofendidos. Los niños son siempre bienvenidos al Livingstone, de hecho el gerente de nuestro local, tiene 3 hijos pequeños y muchas veces ha tenido que salir con ellos”, prosigue el comunicado.
“Nuestra única intención, al ser un bar de copas ha sido poner orden a esta, a veces, difícil convivencia de niños y ocio nocturno”, cualidad del bar de la que se enteraron algunos clientes a través de esta nota pública.
“Seguiremos trabajando para hacer lo que realmente se nos da bien, (mejor que poner normas) que es ofrecer un ocio nocturno de calidad. Muchas gracias y disculpad nuestro error”, concluye para sofocar la rebelión contra un cartel que puso en la puerta del local, pero que también repartí en mano a los clientes. Aunque también había no pocos defensores de la normativa.
La normativa sobre menores del bar Livingstone constaba de cinco puntos.
El primer mandamiento establecía que los menores «permanecerán en todo momento con sus padres, sin separarse de ellos».
También prohibía «entrar con cualquier tipo de juguete en el local (excepto móviles y consolas)».
Si el menor se pusiera a llorar, gritar o «hiciera ruidos molestos para el resto, los padres deberán sacar al menor hasta que deje de hacerlo».
En el cuarto punto se prohibía cambiar a los niños en el local fuera del aseo y, por último, prohibía que los menores realizar juegos dentro del bar y les exigía «desplazarse dentro del mismo andando y sin correr».