Raúl Díaz de Dios quiere revolucionar la música charra, porque tiene un ritmo “bestial”

Llego al acordeón por casualidad, él quería ser guitarrista, pero desde los 12 años forma parte de la vida de Raúl Díaz de Dios. Investiga, fusiona y trabaja para encontrar nuevos ritmos. Se le podrá escuchar el 23 de agosto en los Jardines de Santo Domingo a las 22.30 horas.

Llegó a la Escuela de Música de Santa Cecilia con 12 años y el sorteo quiso que a él le tocara como instrumento el acordeón, aunque para él hubiera sido un sueño que le tocara la guitarra eléctrica. “Menudo berrinche me lleve, porque el acordeón estaba asociado a personas mayores y yo tenía 12 años. Veías en la tele a los grupos de pop y de rock y a los niños que triunfaban y tú con un acordeón, ¡dónde ibas!”, explica entre risas Raúl Díaz de Dios.

¿Es difícil tocar el acordeón?

Sí, requiere una disciplina muy intensa, mucho más que cualquier otro instrumento, porque tienes que estar coordinando las manos y a la vez mover el cuerpo. El acordeón tiene que ser una prolongación de ti mismo.

¿Hace ejercicio físico específico para cargar con el acordeón –hay algunos que pesan 20 kilos- y no dañar la espalda?

Hay que tener muy bien tonificada la zona abdominal para poder sujetar el acordeón, porque son seis horas ensayando si quieres dedicarte profesionalmente a tocarlo. En mi caso, hago pilates.

Antes de comenzar a tocar, ¿que rutina de calentamiento realiza?

Al ser un instrumento tan completo, que te requiere todo el cuerpo, tienes que hacer ejercicios de estiramiento de espalda, brazos, abdomen y los dedos, es importante tener los dedos bien tonificados para hacer que las notas suenen, si no has realizado estos ejercicios de calentamiento, el acordeón no suena como debería.

El acordeón a veces evoca momentos de absoluta fiesta y otras de una terrible melancolía. ¿A qué es debido?

Es un instrumento muy especial. No conozco otro que pueda transmitir tantas sensaciones de alegría o tristeza como lo hace el acordeón. Me atrevo a pensar que es por la madera, por el vibrato de la madera. No todos los acordeones consiguen esa magia, aquí también hay ‘grandes figuras’, solo unos cuantos que tienen la madera bien brillada y ese toque arcaico, te hacen sentir esa amalgama de emociones. Por ejemplo, en tango estas sensaciones las consigue muy bien el bandoneón de Astor Piazzolla. El instrumento habla y puedes crear momentos muy especiales. Te cuento una anécdota que me ocurrió a mí. Hace poco fui a la unidad del cáncer, bien es cierto que allí hay un clima especial, pero fue hacer vibrar algunas notas, haciendo que entre y no entre el sonido de la lengüeta, que emite un especie de llanto, y fue un momento único.

Lo veremos tocar en Etnohelmántica. ¿Va a sorprender al público?

Creo que sí, porque vamos a hacer un espectáculo novedoso en Salamanca. El acordeón va a ser el instrumento principal y para arroparlo voy a estar acompañado en el escenario por Paco Tejero, batería que toca también percusiones étnica, por Javier Amado, el bajista eléctrico y por Alberto Martínez, músico que toca el piano, la flauta travesera y canta. Es un lujo tenerlos. Lo que hago yo con el acordeón es lucir el plano. Ellos ponen la base y el sonido del acordeón sobresale. Todo esto lo escuchar el 23 de agosto a las 10.30 horas en los Jardines de Santo Domingo. Es mejor escucharlo, que explicarlo. (Risas). Va a ser una noche muy mágica.

Raúl Díez de Dios está investigando y preparando un nuevo trabajo con la base de los ritmos charros.

Esta hablando de las posibilidades de fusión que tiene el acordeón. ¿También marida bien con los sonidos de la música tradicional salmantina?

Sí, muy bien. Precisamente estamos ahora trabajando en esa fusión, darle más ritmo a esos sonidos.

¿Explíquese?

Por ejemplo, en vez de un tamboríl, meter una batería o en lugar de una gaita, una flauta travesera, todo con las raíces de aquí, pero bebiendo también de otras fuentes. Hay un ritmo en Salamanca que se llama charro, este ritmo fusionado con el funky, buscamos una especie de amalgama en los ritmos y en las armonías.

Además de Etnohelmática, ¿en qué esta metido?

En muchas cosas. (Risas) Lo que más me preocupa y ocupa ahora es le investigación que estoy llevando a cabo para crear un nuevo ritmo con la base de nuestra música charra, que es muy rica en matices, a través del acordeón. Sacar este instrumento de las minorías y difundirlo de tal manera que llegue al máximo número de personas, que se escuche en la Radio Fórmula.

Algo parecido a lo que hizo Hevia con la gaita…

Sí, similar. Composiciones mías, utilizando toda tecnología que tenemos a nuestro alcance ahora mismo.

¿Cuando podemos escuchar algo suyo?

Pronto. Estamos preparando un trabajo para sacarlo una semana antes de Etnohelmántica. Es un nuevo ritmo, muy animado, donde hay mucho sintetizados. Creo que va a gustar mucho.

Perdone, pero no me imagino la música charra con ese ritmo tan animado al que se refiere…

Precisamente es ahí donde esta el quid de la cuestión. Ha habido muy poca investigación sobre la música charra. Hay muchas personas que tocan maravillosamente bien el tamboril y la gaita, pero son músicos, no investigadores. No tienen un enfoque más amplio, porque no han estudiado musicología o no les ha interesado. Se han limitado, muy bien por cierto, a seguir tocando lo tradicional. Lo que he hecho ha sido extrapolar toda esa tradición y situarla en un ámbito más moderno y actual. Y es que los ritmos de la música charra son ‘bestiales’, son maravillosos, muy ricos y muy variados y nadie le ha sacado partido. Esos ritmos con un tamboril y una gaita son más sosos, pero si introduces otros instrumentos va a ser genial. De hecho hay profesionales en Barcelona que han cogido esos ritmos y están revolucionando.

 

 

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