Gabriel Cruz, el niño de 8 años que fue asesinado a manos de la pareja de su padre en la barriada de Las Hortichuelas, en Níjar, falleció “una o dos horas después de comer”. Rafael Soriano, juez de instrucción número 5 de Almería, ya tiene en su poder el informe ampliatorio de la autopsia del menor cuyo caso conmocionó a todo el país.
Durante la autopsia, a Gabriel Cruz se le recogieron unas muestras del contenido estomacal que fueron posteriormente remitidas al Instituto Nacional de Toxicología para ser analizadas. Dichas muestras han revelado que el pequeño falleció durante las primeras horas de su desaparición, cuando fue presuntamente secuestrado por Ana Julia Quezada, la que era pareja de su padre. Según la investigación, Quezada llevó al menor a la finca familiar de Rodalquilar, que se encuentra a cinco kilómetros de la casa de su abuela paterna, y lo asesinó el 27 de febrero asfixiándole.
“Resulta presuntamente incuestionable la participación” de Ana Julia Quezada en el suceso, según manifestó el magistrado en el auto de ingreso en prisión. “Se infiere una malvada voluntad dirigida especialmente a asegurar la comisión del crimen”, añadió, subrayando que se trató de un “macabro plan criminal”. Quezada intentó crearse una coartada haciendo labores de pintura en la finca e intentó “despistar a los agentes” para “hacer desaparecer el cuerpo”.
Soriano destacó que la presunta homicida había cavado un hoyo con una pala con el fin de esconder el cadáver y que, posteriormente, había intentado deshacerse del cuerpo en un invernadero. El juez ha detectado en ella una “falta de sentimientos y humanidad que ella misma ha calificado, que, de ser ciertas, serían de pura crueldad”.