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El fielato y la picaresca salmantina

Se les conocía como fielatos, porque 'fiel' era como se denominaba a la balanza que se usaba para pesar la mercancía y por la que se pagaba el impuesto, pero eran oficialmente la Estación Sanitaria de Abastos
El Fielato eran oficinas municipales recaudatorias que se establecieron en toda España a la entrada de las poblaciones grandes y estuvieron en vigor hasta los años sesenta del siglo XX.

Jesús Málaga, presidente del Centro de Estudios Salmantinos, y La Crónica de Salamanca inician una serie sobre monumentos, rincones, rutas y lugares ‘escondidos’ de nuestra ciudad bajo el título de: Salamanca, de la sombra a la luz

 

El fielato de la entrada del Puente Romano que fue eliminado en 1968. Foto. Pinterest.

En Salamanca había un fielato a la entrada del Puente Romano, en la zona del arrabal, que fue derruido en 1968. Y el que se conserva, está en la confluencia de las carreteras de Toro, Zamora y Valladolid, frente al cuartel General del Mando de Ingenieros. Acuartelamiento General Arroquia.

En esta serie de Salamanca: de la Sombra a la Luz queremos poner en valor esta singular e histórica edificación, que ha sido sede de una asociación de vecinos, como puede leerse en el cartel de la entrada. También podría dársele uso con fines turísticos o recepción de peregrinos que hacen el Camino de Santiago.

El fielato de la entrada norte de Salamanca con la confluencia de las carreteras de Toro, Zamora y Valladolid.

Y es que este edificio forma parte de una historia reciente de nuestro país. Todavía hay muchos salmantinos que recuerdan a los guardas o consumeros que trabajaban en estas oficinas que existía antiguamente a la entrada de las poblaciones, donde se cobraban los impuestos por la entrada y salida de mercancías de consumo.

Eran tan populares y poco queridos, por aquello que suponían dejar parte de las ganancias en las cajas  recaudatorias municipales, que había coplas burlescas inspiradas en ellos. Aquí va una:

Una señora muy gorda
por el fielato pasó,
con un sombrero muy grande
y el Guarda la sorprendió:
«Oiga usted, buena señara,
haba el favor de venir,
que nuestro jefe la llama
y algo le querrá decir».
Al registrarle el sombrero
tres jamones le encontró,
treinta docenas de huevos,
y seis kilos de salchichón.

Los Fielatos eran oficinas municipales que se establecieron en toda España a la entrada de las poblaciones grandes y estuvieron en vigor un siglo, más o menos, ya que comenzaron a funcionar a mediados del siglo XIX y cerraron sus fines recaudatorios en los años sesenta del siglo XX.

Su función era cobrar los impuestos arbitrios sobre el vino, los aguardientes, aceite, carne y pescado. El término procede del fiel o balanza que se usaba para pesar estos productos y así aplicar la tasa correspondiente.

Esta recaudación constituía buena parte del presupuesto municipal, los expertos señalan que dependiendo de la localidad podía llegar a suponer entre un 50 y 70% del total de los ingresos municipales, que servía para arreglar calles, adecentar jardines, construir la red de alcantarillado o pagar a los funcionarios públicos, entre otros pagas municipales.

Los guardas o ‘aduaneros’ paraban a las personas que portaban mercancías, bien a pie, carro, caballería, coche o autobús. Los atascos y la hora punta no son de ahora, ya los sufrían nuestros antepasados al tener que enseñar lo que llevaban uno por uno. Todos debía detenerse ante la autoridad fiscal.

En el Diccionario de la Administración Española de Marcelo Martínez Alcubilla en el apartado referente a la contribución de consumos, se recogen una serie de artículos para el correcto funcionamiento de los fielatos:

  • Art. 37. Los fielatos serán abiertos a la salida del sol y cerrados a la puesta del mismo.
  • Art. 41. Los fielatos centrales reconocerán y adeudarán las especies que concurran a ellos al tiempo de entrar y salir de los mismos.
  • Art. 42: Donde no existan fielatos exteriores deberán establecerse uno o más interiores según lo exijan las conveniencias del servicio.
  • Art. 45: Donde sólo existan fielatos interiores, la circulación de especies para dirigirse a ellos, sólo podrá verificarse por las calles designadas al efecto con marcas o rótulos visibles.

Este impuesto sobre las mercancías es similar al que existía en la Edad Media denominado derecho de pontazgo, por el cual aquellas personas que cruzaban un puente pagaban una cantidad, en forma de lo que en la actualidad se conoce como arancel o peaje, en función del lugar de su residencia, su número y los bienes que portaban al paso.

Actualmente, los fielatos han sido sustituidos por otros mecanismos con los que el Estado puede controlar la fiscalidad y la sanidad de los alimentos, como el IVA, IRPF y demás impuestos.

Defraudadores como los que se asoman cada día a los medios de comunicación los ha habido siempre, no justificaremos aquí la picaresca, tan españolas y si me apuran tan salmantina. Aquí nació Lazaro de Tormes, el primer pícaro ‘documentado’, pero sí diremos que en aquella época de escasez, hambre y necesidades, el estraperlo era una forma de sobrevivir, más que una forma de enriquecimiento, como lo es ahora.

Documentación:

Palabras moribundas, Pilar García Mountón y Alex Grijelmo
lne.es
salamancaenelayer.blogspot.com.es

1 comentario en «El fielato y la picaresca salmantina»

  1. Me encantó el artículo,una palabra poco conocida que forma parte de nuestra historia y que no se aprende en el colegio, gracias por iluminarnos

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