– Hace tiempo que le quería preguntar algo que me tiene intrigado…
– Veamos de que se trata…
– Me contó hace tiempo que, cuando era joven y andaba por las alturas de la Sierra de Gredos le vieron ir en línea recta hacia una fuente, como si hubiese estado allí en otra ocasión. Eso impresionó al pastor que le contemplaba de lejos… ¿Cómo es que lo hizo sin saber si allí había fuente o no?
– Es que yo había oído hablar de aquella fuente, de la que no se podían sacar cinco cantos de una vez, de fría que estaba, en medio de un gran prado, al acabar de subir por el bosque, entre las cumbres del Alcarabán y la Gamonosa. Eso no era lo difícil. Costó mucho más subir paralelo al arroyo del Barrancón, que en algunos tramos estaba muy empinado. Luego había que seguir hacia arriba hasta finalizar el tupido bosque. Desde allí fue sencillo orientarse con la brújula y el mapa…
– Sí. Pero… En el prado, ¿cómo es que fue derecho?
– De algo me tenían que servir mis nociones de geomorfología. El prado tenía un relieve ligero, con forma de embudo muy aplastado. ¡No había más que ir al centro!
– Sí. Dicho así parece muy sencillo. Pero…
– ¿Y por qué tenía esa curiosidad?
– Es que yo, en el verano pasado estuve por los alrededores del Cabo Ortegal, en Galicia, y encontré algunas fuentes, pero por pura casualidad.
– Bueno. Es que en todo el Norte las fuentes son abundantes. El agua puede salir por muchos sitios.
– A veces tienen un algo como mágico. Recuerdo una tarde, por la Sierra de La Faladoira. Marchábamos por un camino de tierra… En esto que nos encontramos una vereda lateral, con unos escalones que descendían hacía el arroyo de abajo. No sé su nombre. Bajamos… La vegetación era muy cerrada… A la vuelta de un recoveco nos encontramos una fuente con un pequeño pilón y un frontis, en el que habían pintado, muy rústicamente, una imagen campesina. No era nada artística, pero tenía el embrujo de lo escondido, del alma popular. Sí. ¡Era un sitio donde parece quedar uno como en trance, esperando que ocurra algo sobrenatural!
¿En la Sierra de La Faladoira? Me parece que sé de qué fuente habla ¿No está cerca de dos casas abandonadas, al final del camino de tierra? ¿Una de ellas con una cerca de hierro?
– Pues sí.
– Es que a mí me pasó lo mismo. Encontré aquella fuente casualmente, como usted. Pero al cabo de un tiempo, unos amigos de Ortigueira organizaron una excursión, con comida campestre, y me llevaron a verla. ¡Qué sorpresa se llevaron al saber que ya la conocía! Lo que yo ignoraba es que esa fuente había sido famosa en el siglo pasado, a raíz de una cura que aconteció a una niña de por allí… Dijeron que tenía propiedades salutíferas… Luego ocurrieron no sé qué tragedias y las casas fueron abandonadas….
– ¡Qué guión para una novela! Ambiente gallego con pazos aislados entre frondas, lluvia, nieblas…
– Es que en Galicia es muy fácil imaginar historias y leyendas. El paisaje, las fragas, su bello lenguaje se presta a ello. ¡Y eso contando con que estamos tierra adentro, no en la costa, que es diferente; en esos caseríos abandonados, que parecen recintos de meigas! ¡Todo medio devorado ya por el bosque, vencedor de tanto esfuerzo humano!
-¡Qué razón tiene! ¡Qué sencillo es imaginar, a la vista de esas ruinas carcomidas por la humedad, la vida en aquellos duros paisajes, con una economía de subsistencia, lluvia interminable, los hijos que se van a hacer las Américas, para no volver…! ¡Muy duro, desde luego!
– ¡Así es! ¡La Galicia profunda! ¡La eterna! ¿Qué quedará dentro de cien años?
2 comentarios en «Fuentes»
Preciosa «crónica» la de las fuentes que leo hoy 26/ abril/2018.
Las fuentes en espacios rurales se han bautizado con nombre unas veces sencillos como de Fuente del hierro, la de bebe y vete, …. Otras con construcciones algunas milenarias, com embocaduras romanas o con escudos y escudetes , de la Inquisición en un regalo cerca de Ledesma y otras conservadas y bastantes olvidadas.
En estas tierras nuestra (seguramente más tuyas que mías) al conocerlas y dárnoslas a conocer …..
En esta Salamanca y su entorno más bien seco existen pozos desconocidos que con tu mejor conocimiento podrás ilustrarnos; en bastantes casa disponer de pozos debió ser algo frecuente, en la plaza mayor existen algunos más o menos visibles y consideró que las características del subsuelo facilitaron alumbrar estas aguas.
En Madrid se ha indagado mucho sobre «los viajes de agua», y en alguna ocasión se recuerdan los antiguos conflictos del muy numeroso y acreditado gremio de aguadores que se veían amenazados por la llegada de agua abundante a través del Canal de. Isabel II. los fontaneros dieron cumplida respuesta a aquellos oficios.
En Salamanca si buscamos algunas raíces profundas, personalmente trataría de encontrar afloramientos de agua en el asentamiento del cerro de San Vicente, donde imagino que además del agua para usos primarios y razonablemente los Vetones debieron cultivar algunas Huerta en las terrazas que parece que existen en tal emplazamiento.
Las características geológicas de nuestro subsuelo , en mi sensibilidad, deberíamos conocerlas mejor y seguramente querido Emiliano puedas ilustrarnos.
Un abrazo y gracias por tus cultas y amenas crónicas.
Marcelino
Tu comentario me anima a seguir con este tema tan interesante. Respecto a los pozos de las viviendas de Salamanca fueron utilizados, no para beber, hasta hace más o menos un siglo. Se extraía el agua de los freáticos cautivos que pueden verse en los escarpes de la Peña Celestina, y se encauzaban, a veces, en las «traídas». Su falta de limpieza desde entonces trajo como consecuencia la subida del freático superficial.. Muchas veces hablé de ello con D. Ángel Cabo. Ahora puede hacerse una pequeña incursión visitando el «Pozo de la Nieve». En fin, querido Marcelino, que el tema es profundísimo (como no puede ser menos al haber agua de por medio) y amplísimo. Seguiré contando cosas que se me ocurran. Un abrazo.