El parricida de Chamberí mostraba rasgos de psicópata

El jurado deberá emitir su veredicto sobre el juicio celebrado en la Audiencia
El acusado, en el segundo día del juicio por el parricidio.

Este miércoles ha finalizado el juicio contra J.R.D.Z., más conocido como ‘el parricida de Chamberí’, por haber presuntamente degollado a su padre en la noche del 27 de julio de 2016 en su domicilio de la calle Taboada García de Salamanca. En la última sesión, celebrada en la Audiencia Provincial de Salamanca ante un jurado popular, han prestado declaración los forenses que realizaron la autopsia del cadáver y quienes realizaron un examen psicológico al acusado. Queda pendiente del veredicto del jurado.

 

Según manifestaron los forenses, la autopsia revelaba dos heridas producidas por arma blanca, acordes al cuchillo de cocina que halló la Policía, que fueron realizadas en el lateral izquierdo del cuello, por debajo del ángulo mandibular. La primera de ellas tiene una dirección única y la segunda, más profunda, muestra una variación, lo que significa que la víctima se despertó y se movió.

Se atravesó el músculo esternocleidomastoideo de la víctima y se alcanzó la yugular, lo que provocó una gran pérdida de sangre. Se trata de una zona vital cuyo alcance produce un fallecimiento inevitable si no se trata inmediatamente. Por otro lado, el padre del acusado no presentaba heridas de defensa, que suelen aparecer en las palmas de las manos por forcejear.

Todo lo expuesto es compatible con la versión presentada en el juicio tanto por parte de los letrados como parte del propio acusado.

Tras la detención de J.R.D.Z en el día de los hechos, se le realizó un primer examen psicológico para comprobar si existía alguna patología. Las conclusiones fueron que presentaba “poca resonancia afectiva”, es decir, que mostraba “frialdad” ante lo que acababa de suceder. No presentaba síntomas de un ataque de ansiedad ni parecía que sus capacidades intelectivas y volitivas estuvieran afectadas.

Se le realizó un segundo examen pasados unos meses, tras el cual se expuso que conservaba “plenamente” sus facultades cognitivas, por lo que era libre para actuar sabiendo lo que está mal. La forense aseguró este miércoles que el acusado presentaba “marcados rasgos antisociales”, lo que anteriormente era catalogado como psicopatía. Además, señaló que el acusado intentaba manipular para proyectar una buena imagen (señaló que tenía ansiedad, que había intentado ayudar a su padre, etc) y reducir la pena. “Parecía que se había leído los puntos del Código Penal”, manifestó.

Finalmente, la forense indicó que la situación personal del acusado podía ser un “caldo de cultivo” para cometer un crimen, pero que no era una cuestión patológica.

En esta última sesión del juicio se procedió a las conclusiones finales. El Ministerio Fiscal mantiene la petición de pena de 15 años más el pago de responsabilidad civil para su hermana y ha intentado convencer al jurado popular de que se trata de un asesinato y no de un homicidio por la existencia de alevosía y la indefensión de la víctima (estaba dormido). Considera probado que existe un agravante por parentesco, pero admite que el acusado colaboró con la justicia, por lo que supone un atenuante.

“Yo mantengo que quería matar a su padre”, aseguró. Sus argumentos son que el agresor eligió una zona del cuerpo que produce la muerte, las puñaladas fueron reiteradas y se desconoce si hubiera seguido clavándole el cuchillo de no haber aparecido su hermana en la escena.

La fiscal señaló que puede que su padre se extralimitara en sus funciones y no se comportara como es debido en ocasiones, pero que no era un mal padre y “se preocupaba”. No cree que haya quedado probado que machacara psicológicamente a su hijo.

Por otro lado, el letrado de la defensa admite que su defendido llevó a cabo los hechos que se le imputan, como él mismo ha reconocido, pero que lo hizo en un arrebato por sufrir un cúmulo de situaciones que lo empujaron a ello. Sufría una “vejación totalmente injusta” por parte de su progenitor, quien en una ocasión llegó a raparle el pelo como castigo por escaparse con un amigo y quien le castigó un mes antes del crimen sin salir de casa, sin teléfono, sin internet y le sustrajo su documentación de identidad.

El abogado quiso hacer hincapié en que realizó el crimen un mes después de cumplir los 18 años y cree que el jurado popular lo debe tener en cuenta, ya que si hubiera sucedido un mes antes se estaría juzgando en un tribunal de menores. Señaló, además, que su representado es claramente culpable, pero pidió que se tuviera en cuenta la suspensión de la pena o el indulto debido al clima de  maltrato que sufría en su casa, o que, al menos, se aplique un atenuante.

Por último, J.R.D.Z. dijo la última palabra. Volvió a pedir perdón a su hermana y a la viuda de su padre. “No soy una persona violenta”, dijo, “ese día se me vino el mundo encima”. Le han acusado de ser una persona fría y poco empática, y él se ha defendido asegurando que “prefería guardármelo para mí” y que ser así era su “mecanismo de defensa” ante su complicada situación. Afirmó que él nunca tuvo intención de matar y deseó poder volver atrás en el tiempo para evitar lo que hizo. “Ojalá mi padre estuviera aquí y me perdone por lo que he hecho”, sentenció.

Texto y foto: P.C.M.

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