La casa de un adinerado salmantino

[dropcap type=»1″]D[/dropcap]el interior del palacio de los Maldonado de Morille no se conserva la estructura original. Se sabe que la superficie de la casa era de mil metros cuadrados, sumando la casa principal, las dependencias accesorias y las anejas. La casa palacio tenía, según el catastro de Ensenada, habitación alta y baja, bodega, corral, caballeriza y pajar. Podemos concluir que la actual distribución del inmueble difiere mucho de la primitiva. La casa tenía un patio y un zaguán del que salía una escalera. El patio, que se cubría en verano, tenía pozo y aljibe. Había también una escalera de servicio. En el entresuelo y en el piso principal se encontraban las salas, los gabinetes y el oratorio. En el interior, los espacios utilizados en verano, y hacia la plaza de San Benito, los del invierno.

Diego Maldonado dejó un inventario de sus bienes y por eso conocemos que la casa tenía tapices, reposteros, alfombras, cuadros y tallas, ornamentos sagrados (no olvidemos que era clérigo), libros, un tablero de ajedrez, un clavicordio y algunas armas. En la sala principal se ha conservado el alfarje primitivo, obra que parece salida de la mano del carpintero Diego de Frías, artesano que trabajó en los artesonados del Colegio Mayor del Arzobispo.

Estas techumbres de origen mudéjar eran frecuentes en las casas nobles salmantinas, como la que se encuentra en la cercana casa de Solís, también adquirida por la Universidad de Salamanca para dedicarla a su Servicio de Publicaciones.

El aljibe es de los mejores de Salamanca, y fue descubierto en las últimas obras de restauración. Situado en el antiguo patio, hoy sala de exposiciones, recogía las aguas pluviales para el uso doméstico. Está cubierto por una bóveda de medio cañón de ladrillo y argamasa. Se encuentra en perfecto estado de conservación.

La casa ha sufrido muchas modificaciones en sus casi cinco siglos de existencia. La conversión de la ventana de la fachada en balcón se realizó en 1779 con la supervisión del arquitecto municipal Simón Gavilán Tomé. Se buscaba dar luminosidad a la vivienda, que en invierno quedaba ensombrecida por la torre de la iglesia de San Benito.

En 1609 se realizaron obras para alojar la cárcel del Estudio, dejando el corredor como capilla para los detenidos, y en 1731 se incrementó el número de dependencias, pasando de 17 a 25. Cuando la casa pasó a ser sede de la Cruz Roja Española se picó parte de la fachada de mampostería, se modificó el portón y se abrió una ventana en la parte baja. Las últimas intervenciones realizadas por la Universidad han servido para readaptar el edificio a sus nuevas funciones: sede de la Fundación Cultural Hispano Brasileña y Centro de Estudios Brasileños.

Al terminar su construcción, el palacio pasó a ser vivienda de Diego Maldonado, que la disfrutó hasta su muerte, ocurrida en 1544. La casa la heredó su hija natural, Ana Maldonado, que casó con el regidor Francisco de Anaya, hijo de Juan Maldonado, apodado “el bueno”, que ostentaba el título de señor de Barregas. Ana y Francisco eran primos y necesitaron dispensa papal para contraer matrimonio.

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