España se clasificó este lunes como primera de grupo sin gloria para octavos de final del mundial, lo que hace temer lo peor en los cruces a vida o muerte que se avecinan.
Mucho tiene que cambiar la selección para pasar el siguiente escollo, Rusia, este domingo a las 16 horas en Moscú.
Marruecos destapó las carencias de La Roja, un flan atrás y un portero asustado que mira como le pasan los balones al fondo de las mallas o se estrellan contra la escuadra sin mover un músculo, y poca contundencia arriba, donde está sobrada de calidad, pero nadie remata.
Los rivales juegan para que haya disparos desde el borde del área o más atrás, y España se obceca en entrar hasta la cocina, donde ya no hay espacio ni para respirar.
No puede y cae en la intrascendencia, moviendo el balón de un lado a otro a diez metros de área contraria, al trote, de forma cansina y previsible, tanto como los errores atrás para que el rival saque petróleo. Demasiada parsimonia para aspirar a ganar un campeonato del mundo.
Demasiada inconsistencia como para asustar a los rivales, que irremisiblemente se echan atrás, quizá porque saben España encuentra dificultades para atacarlos y que acabará concediendo algunas oportunidades claras a la contra.
Marruecos se adelantó gracias a un error grave compartido por Iniesta y Ramos, empató Isco cinco minutos después y en el 80 Marruecos volvió a adelantarse. Todo parecía que acabaría con derrota, pero el VAR concedió a España un gol de Aspas con el tiempo cumplido, inicialmente anulado por el árbitro por fuera de juego.
Casi simultáneamente Irán marcaba de penalti el empate ante Portugal. Si el VAR no sale al rescate España habría tenido que echar cuentas. En un minuto pasó de hacer el ridículo a pasar a octavos como primera de grupo.