España cayó eliminada este domingo en el Mundial por la selección anfitriona en un partido infumable sin interés que se decidió en los penaltis.
Desde el inicio se vio claro cómo iba a transcurrir el partido. Rusia, al igual que han hecho todos los equipos ante España, se iba a atrincherar atrás para levantar minuciosamente un muro que impidiera el acceso de los jugadores españoles al área.
Mientras España buscaba la forma de agrietar el muro, los rusos siempre podían esperar un error defensivo de La Roja como los que ha concedido en la fase de grupos, aunque en esta ocasión, la incorporación de Koke para dar cobertura a Busquets redujo notablemente la vulnerabilidad española atrás. O que llegara un córner o una falta para poner el balón en la olla y a ver qué pasa.
Ese era el plan y así fue durante todo el partido. España sobaba la pelota en horizontal con una mansedumbre exasperante, era incapaz de inquietar a la defensa rusa con posesiones interminables e intrascendentes, hasta que todos, incluidos ellos, nos quedábamos sobados y el balón lo recuperaba Rusia, que no le duraba ni medio minuto porque estaba más a gusto metido en su lata. Y vuelta a empezar.
Los dos goles llegaron, como no podía ser de otro modo, en sendas jugadas a balón parado en las que también intervino el infortunio. En el caso del gol de España, porque fue en propia puerta de los rusos (el defensa la metió de tacón mientras se caía), y en el caso del gol ruso, por un penalti de Piqué porque el balón le dio en la mano estado él de espaldas.
No podía ser de otro modo. A España le juegan así, porque es la forma de cortocircuitarla, y España no sabe salir del atolladero ante equipos ramplones y marrulleros como el ruso que se saben inferiores y no encuentran otro modo de competir.
Todo estaba destinado ya para ir a la prórroga si no mediaba otra jugada a balón parado acompañada del infortunio.
Una pesadilla de partido. Una tortura que se fue a la prórroga. Qué martirio. España dando pases intrascendentes y los rusos en busca de los penaltis. A jugárselo a la ruleta (rusa). O a aprovechar un córner o una falta para poner el balón en la olla a ver qué pasa. Ufff, qué sopor.
La única ocasión la tuvo España con una contra de Rodrigo que acabó con carvajal quitándole un tiro a Iniesta, que venía de frente, dentro del área. Era el sino del encuentro. El infortunio llegó cuando el VAR no vio penalti en un placaje a Ramos al saque de una falta.
El partido se decidió a los penaltis. Estaba donde querían los rusos, que nos trituraron. Ni siquiera tuvieron que tirar el quinto.Su portero, Igor Akinfeev, detuvo los de Koke y Aspas.