El PP llega al congreso extraordinario de este fin de semana abierto en canal. Este lunes se despejó la incógnita y todos los candidatos que no superaron el corte de la consulta a los afiliados han unido sus fuerzas con Pablo casado para enfrentarse a la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría.
Los dirigentes del PP salmantino contienen la respiración porque ven peligrar en este proceso sus sueldazos que cobran gracias a la política, con la que viven muy bien. Mañueco percibe unos 90.000 euros anuales y Javier Iglesias, unos 80.000.
No se les conoce oficio al margen de la política por lo que un mal paso a la hora de posicionarse con uno u otro candidato podría hacerles caer en desgracia.
Por eso han tratado de ponerse de perfil desde el inicio y no se han mojado públicamente por ninguno, para no indisponerse con nadie, y que el ganador solo pueda reprocharles que no se significaran públicamente por él o ella.
Esta postura en una oficina sería la propia de un pelota o un trepa, pero en política se llama “neutralidad exquisita”, que es lo que predican los dirigentes del PP provincial y regional, Iglesias y Mañueco, respectivamente.
Aunque ellos, que se juegan los cuartos en este proceso, siguen de perfil, los afiliados salmantinos y regionales se decantaron ampliamente por Soraya Sáenz de Santamaría, que duplicó en apoyos a Pablo Casado.
Pero eso en el Congreso puede cambiar, porque quienes vitan son los delegados que envía cada provincia, que suelen estar arrimados a los dirigentes.
Los dirigentes públicamente presumen de una “neutralidad exquisita”, pero es difícil de sostener cuando uno de ellos, Mañueco, forma parte del aparato de Cospedal que dirige el partido hasta este fin de semana (es presidente de la comisión de derechos y garantías, y el alcalde salmantino alardeaba no hace mucho de haber echado del PP a todos los de la Gürtel). Mañueco llegó de la mano de Maíllo, mano derecha de Cospedal, que este lunes ha entregado sus naves a Pablo Casado.