El pistacho, el rey de los frutos secos en Castilla y León

El agricultor José María Rey muestra el fruto del pistacho en sus cultivos de Villafuerte de Esgueva (Valladolid). Leticia Pérez / ICAL

 

El pistacho se ha posicionado en pocos años entre los cultivos más prósperos de Castilla y León, hasta el punto de que ha conseguido impulsar en los últimos cinco años en casi un 62 por ciento la producción de frutos secos en la Comunidad.

 

S.Gallo/ ICAL.  Los campos autonómicos ocupaban en 2013 un total de 2.362 hectáreas con este tipo de cultivos -pistacho, nogal, castaño, almendro y avellano-, una cifra que el año pasado alcanzó las 3.810 hectáreas, según datos publicados por el Ministerio de Agricultura y Ganadería.

Fue precisamente entre la campaña 2016 y 2017 cuando se registró el mayor incremento en cultivo de frutos secos, en 743 hectáreas, es decir, un 24,2 por ciento, un crecimiento que había sido continuado en los últimos años pero de forma más discreta.

Árboles de pistachos, en Villafuerte de Esgueva (Valladolid). Leticia Pérez / ICAL

Este impulso se debe a que se trata de cultivos que están resultando rentables y están dando alternativas en zonas que hasta ahora eran tradicionalmente cerealistas, pero que se están oxigenando con estos cultivos menos habituales hasta no hace tanto.

El pistacho es uno de los culpables de esta mayor asentamiento de los frutos secos en Castilla y León. Con 759 hectáreas el año pasado, atrás deja las apenas 200 que tenía cinco años antes, tiempo en el que tanto su extensión como su producción se ha multiplicado casi por cuatro.

Valladolid y Zamora son las principales productoras de este fruto, con 356 y 217 hectáreas respectivamente, aunque los mayores crecimientos se pueden observar en los últimos años en Ávila, donde se ha pasado de ocho hectáreas a 67.

Sin embargo, y a pesar del aumento que también es apreciable, el pistacho sigue siendo testimonial en los casos de Salamanca (19 hectáreas), León (nueve hectáreas), Burgos (cinco hectáreas) e incluso en Soria, donde no tiene superficie cultivada.

Una planta viva

El presidente de la Asociación de pistacheros de Castilla y León, José María Rey, lleva apenas unos años cultivando pistacho, pero reconoce que es «muy interesante de cara al mundo agrario» en especial para tierras que no resultan aptas para la cebada o los regadíos. Dado que es un árbol rústico, se adapta, no requiere de muchos tratamientos y augura que Castilla y León podría «consolidarse como productora a nivel nacional» además de ser «un posible filón económico» para el mundo agrícola.

El agricultor José María Rey muestra un árbol joven de pistachos, en Villafuerte de Esgueva (Valladolid). Leticia Pérez / ICAL

Aunque se exporta mucho porque España es «la primera potencia en producción pero creo que la última de consumo», Rey apostilla que el pistacho de Castilla y León «no tiene nada que ver con el de California o el de Irán». Pero lo que más destaca de este cultivo es que «es descontaminante» y es una planta que se encuentra «todo el año viva» además de que «genera riqueza, monóxido y la tierra despierta».

«Si fuéramos un poco espabilados» el pistacho podría ser un referente «en poco tiempo», pero hace falta «alguien que se ponga las pilas» porque con la cantidad de agua y sol con que cuenta Castilla y León, y una buena gestión, puede ser «un cultivo rentable». De hecho, a día de hoy se están obteniendo hasta 1.000 kilos por hectárea en secano y con una calidad «estupenda». Desde su plantación tarda entre cinco y seis años en dar producción «dependiendo de cómo se lleve» pero en ese tiempo es posible recoger entre 200 y 300 kilos por hectárea.

En la actualidad, los pistachos se encuentran «en parada vegetativa» y en proceso de crecimiento porque con las lluvias de esta primavera no es necesario regarlos, y su recogida se prevé después de la vendimia. «Aunque hay suelos que tienen piedra, el árbol se puede implantar y no hay problema de algún tratamiento», concluye Rey.

El almendro se viene arriba

El almendro y el nogal son los otros dos grandes impulsores de la producción de frutos secos, aunque en menor medida, ya que sus crecimientos en estos cinco años se han situado en el 44,5 y el 42,2 por ciento respectivamente. También en estos casos el paso de la campaña 2016 a la 2017 fue ‘potente’ con un incremento importante de superficie.

Almendros en flor en El Barraco.
Ávila.
Foto: Ricardo Muñoz/ICAL

El almendro tiene presencia en todas las provincias de Castilla y León, pero de manera más llamativa en el caso de Salamanca, donde cuenta con 667 hectáreas y donde la producción ha sido más constante, sin grandes crecimientos de superficie, algo parecido a lo ocurrido en la provincia de Soria, que acumula casi 400 hectáreas.

Sin embargo es en Valladolid donde más ha crecido el cultivo del almendro (desde las 55 hectáreas de 2013 a las 331 del año pasado), y aunque en León casi se ha multiplicado por cuatro, la superficie ocupada es más discreta y ha alcanzado las 55 hectáreas. Zamora, con 299 hectáreas, es la cuarta principal provincia dedicada a este cultivo, y ya muy lejos se encuentran Ávila, con 35 hectáreas, Segovia con 30, o Palencia con 15.

Diego Vacas, productor y transformador en la provincia de Salamanca, que lleva toda su vida inmerso en el cultivo del almendro, algo que también hicieron su padre y su abuelo. «Es una alternativa» que además se está viendo beneficiada por el cambio climático, porque las temperaturas más suaves son de ayuda. «Es un cultivo con futuro en Castilla y León» y aunque reconoce su crecimiento, asegura que «no es tanto» porque «se ha plantado mucho, pero también se ha abandonado mucho».

Después de unos años «malos» en los que el pistacho «no era rentable ni productivo», Vacas aclara que no se requiere de un terreno especialmente bueno «pero sí fresco» y es preferible su ubicación en zonas altas «porque se libran las heladas y se facilita la floración». Los productores están viendo esta ocasión y eso está llevando a hacer «cosas bastante interesantes» en especial en la cuenca del Duero, donde «coge fuerza».

Por ese motivo, es posible concluir que el almendro será rentable «a corto y medio plazo», en especial si se tiene en cuenta que el consumo de frutos secos «se ha multiplicado por tres». Si este hecho se mantiene, la rentabilidad, no solo de las almendras, sino también del resto de frutos secos, se mantendrá y ahí Castilla y León sigue avanzando para tener un papel protagonista.

El nogal y el castaño

El nogal también está representado en toda la geografía autonómica, aunque de manera testimonial en la mayoría de las provincias salvo el caso de Burgos, donde hay 265 hectáreas, un 32 por ciento más que hace cinco años, y también en Valladolid, donde se ha pasado de las 148 hectáreas de 2013 a las 212 del año pasado. Sin embargo, y a pesar de esta desigualdad provincial, el cultivo ha crecido en el último lustro en un 42,2 por ciento.

El asentamiento del castaño también se limita a cuatro provincias de Castilla y León, aunque su consolidación ha sido creciente, con 125 hectáreas más en estos años, lo que supone un 29,8 por ciento.

Ávila, con 403 hectáreas, es la principal referencia en este cultivo, que apenas ha variado en superficie, lo mismo que ocurre en Salamanca, donde se mantienen las 20 hectáreas de hace unos años. León, y más concretamente la comarca del Bierzo, sigue siendo un referente de este fruto seco, que tiene marca de garantía y ya ronda las 80 hectáreas frente a las 13 de hace cinco años.

Por su parte, Zamora acaba de adentrarse en este cultivo, dado que el año pasado sumó sus primeras 43 hectáreas de castaño.

 

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