– ¿Se acuerda de la canción de Mambrú?
– ¡Cómo no!: «Mambrú se fue a la guerra. / ¡Qué dolor, qué dolor, qué pena! / Mambrú se fue a la guerra. / No sé cuando vendrá…»
– ¡Bravo! ¡Muy bien! Pues pregúntele a algún niño de hoy… ¡A ver si se la sabe!
– Lo dudo. Los niños, y sobre todo las niñas, ya no juegan al «corro de la patata» ni saltan «a la comba». ¡Es una pena! Hoy se entretienen con la «tablet» o con los juegos de ordenador… Quizás sus mamás o sus «seños» se la habrán cantado cuando eran muy pequeñines… Pero ¿qué pasará cuando estos niños crezcan? ¡Para entonces esa y otras tonadillas infantiles serán tan fósiles como Iberosuchus…!
– ¡Si, señor! Tiene usted toda la razón. Pero, le voy a preguntar una cosa que me tiene intrigado desde hace mucho tempo. ¿Usted sabe a quién se refiere la canción? ¿Quién fue Mambrú? ¿Sabe que fue el general inglés, duque de Marlborough, famoso en la Guerra de Sucesión Española?
– Eso dicen.
– ¡Pues ahí está mi duda! La fama de este general, antepasado de Winston Churchill, la adquirió fuera de España, pues ya sabe usted que aquella guerra fue de índole continental, dirimiéndose la supremacía entre Luis XIV, que quería afincar a su nieto en España -y lo logró- y sus rivales ingleses y austriacos. Y ¡digo yo!: ¿qué pinta ese general en las canciones españolas, si debe su renombre a que le dieron por muerto cuando no lo estaba, en no recuerdo que batalla entre ingleses y franceses?
– Pues mire usted. Creo que le puedo responder a eso. Según cuenta el maestro Asenjo Barbieri, que además de gran compositor de zarzuelas era musicólogo, la canción se puso de moda en Francia bastantes años después de aquella guerra. Parece ser que cuando la reina María Antonieta dio a luz al Delfín (ex-futuro Luis XVII), le pusieron una nodriza del Languedoc, que dicen que eran las mejores de aquel país, igual que en España gozaban de esa fama las pasiegas.
«Pues bien, aquella nodriza le canturreaba continuamente el Mambrú al real niño mientras éste aplicaba sus labios a tan robusto y nutritivo pecho. La canción se puso de moda, y…
– ¡Ya comprendo! Y de la corte francesa pasó a la española, y de ahí a la Plaza de Oriente, y luego a todo Madrid…
-¡Efectivamente! Y tanto allí como aquí le aplicaron el «Mambrú» a Lord Marlborough…
-¡Claro! ¡Ahora lo entiendo!
– ¡Pues no es exactamente así! La canción es mucho más antigua. Tuvo su origen durante la Cruzada Cátara, en el siglo XIII. Sí. Aquella que enfrentó a los franceses y a la Iglesia contra la herejía albigense, defendida por los condados occitanos y el reino de Aragón. Ya sabe que el rey Pedro II, co-vencedor en Las Navas, murió en la batalla de Muret al año siguiente, en 1213. Pues bien, en aquella terrible guerra un obispo se apropió del título que ostentaba un noble cátaro, conde de Montbrún, muy querido entre sus gentes. Aquel ejército popular tenía sus cánticos para las marchas, y una de ellas era la que dio origen a esta leyenda. La cancioncilla fue cantada en la Occitania y partes de Italia y del reino de Aragón por el pueblo, que la transmitía de generación en generación, un poco como a escondidas. Y así llegó, con el tiempo y aquella nodriza, a la corte de Luis XVI, y de allí a la de nuestro Carlos IV, con el nombre del verdadero protagonista sustituido por otro más reciente.
– ¡Caramba! Entonces… ¿el «Mambrú se fue a la guerra» es una canción cátara?
– Parece ser que en su origen, sí. Como lo son «San Serenín del Monte» y también «Frère Jacques«.
– ¡No me diga! ¡A ver si va a resultar que «Donde vas, Alfonso XII» también es una canción del siglo XIII!
– ¡No, hombre, no! No exagere.
– Y de «¿Dónde están las llaves…?» o de «Tengo una muñeca vestida de azul«, ¿qué se sabe?
– Pues no tengo ni idea. ¡Alguien habrá que nos lo pueda aclarar!
– ¡Pues esperemos que así sea!
2 comentarios en «Mambrú no se fue a la guerra»
Vaya, solo conocía la versión de Marlborough, aunque la de los cátaros es muy curiosa… Querido, amigo, en el ámbito divulgativo, tanto científico, literario, artístico… tus conversaciones y artículos son geniales. Y cuando tratas temas humanos y de sentimientos, llegas al corazón. Un abrazo y gracias por enseñarnos, divertirnos y conmovernos…
Es verdad. Indagando en cualquier cosa, te puedes llevar grandes sorpresas. Ahora estoy preparando otra que os va a sorprender. Un abrazo