Unionistas se estrenó en Segunda B ganando a un rival difícil, el Pontevedra, que salió desquiciado de Las pistas.
El tesón, la disciplina, la intensidad, la agresividad de los albinegros, sumado al empuje de su afición, de nuevo tremenda, desorientaron al Pontevedra, un equipo amigo de elaborar el fútbol y que no encontró resquicios en las filas unionistas.
El partido fue igualado, trabajo, disputado al ritmo que le convenía a Unionistas, con lo que no había espacio para demasiadas florituras. Y las que hubo fueron de los charros.
Un cabezazo de Cendrós al larguero en el minuto veinte y un golazo de Adrián en el 35. Una delicatessen que se sacó de la zurda desde el pico del área, culminando una jugada que nació en un robo de balón en el centro del campo, un pase largo a la derecha, un centro corto a Adrián que la cruzó a la escuadra.
Oro puro en un partido tan igualado en una categoría tan igualada, donde los detalles acaban marcando la diferencia.
Al final, el Pontevedra renunció a la elaboración y optó por presionar embotellando a Unionistas. Tuvo sus ocasiones, pero no pudo evitar la derrota.