Opinión

¡Gracias, Walt!

 

[dropcap]E[/dropcap]ra yo muy pequeño cuando un día me operaron de anginas. Tenía 6 años y, como es lógico, recuerdo pocas cosas de entonces. Pero sí de aquel momento terrible en que me dijeron «Abre la boca, que te vamos a dar un caramelo«; y yo, pobre de mí, obedecí. Me colocaron una mordaza de metal y al momento sentí un gran dolor, y sangre, mucha sangre.

Eso no se me ha olvidado. Ni tampoco que a los pocos días mi hermana Petri me llevó a ver una película imborrable: «Pinocho«, de Walt Disney. Fue en un cine que estaba por los Nuevos Ministerios.

Es posible que ese recuerdo esté ligado a que mis hermanos habían coleccionado los cromos de esta gran película, que conservo como un gran tesoro con las mismas tapas de cartulina rígida que ellos pusieron. Pero la operación de anginas parece que la estoy viviendo ahora mismo.

Por entonces las películas de Walt Disney solían ponerse en las carteleras de cines de barrio en escasas ocasiones. A mediados de los 50 se cambió esa norma. El caso es que yo coleccioné los cromos de «Dumbo«, como todos mis «compis del cole«, pero no vi la película hasta mucho después. La que si disfruté, y varias veces, fue «Los tres caballeros«.

Y qué decir de la gran obra maestra de los dibujos animados, de «Blancanieves y los siete enanitos«. Pues que no la vi hasta los años 60. No solía estar en las carteleras. Ignoro la razón. Pero sus famosas canciones «Silbando al trabajar» y «Cavar, cavar, cavar» se oían muchísimo. Una película española de dibujos animados, que recuerdo muy vagamente de aquella época, es «Garbancito de la Mancha«, de Arturo Moreno, así como «Los viajes de Gulliver» de Fleischer.

Walt Disney era muy conocido de todos los niños de aquellos tiempos, si no por las películas, que veíamos muy raramente, sí por el tebeo «Dumbo«, que todos mis amigos y yo leíamos con pasión, junto al «Chicos«, «Jorge y Fernando» y «El guerrero del Antifaz«. En ellos aprendí a leer, de la mano de mis hermanos. También estaba el «Roberto Alcázar y Pedrín«, pero a mí no me gustaba mucho; lo leía cuando no había otra cosa.

Siempre diré que debo a estas queridas publicaciones infantiles y juveniles mi gratitud eterna por los grandes momentos que me regalaron.

Creo que las películas de Walt Disney en España comenzaron a tener grandes éxitos taquilleros con la entrañable «Bambi«, seguida de «La Cenicienta«, con los divertidos ratones Gus y Mus y el gato Lucifer. A continuación llegó «Peter Pan«, «Alicia en el País de las Maravillas» y «La Dama y el Vagabundo«. Pero ninguna de ellas llegaron a tener la gran ternura y humanidad de «Pinocho» ni de «Dumbo«.

Tendría yo quince años cuando un día me dijo mi amigo Luis Sierra que tenía unas entradas para el cine Infantas, que entonces era «de reestreno». Ponían «Fantasía«.

Esta película ha sido la que mayor impacto me ha producido en toda mi vida. No sólo entre las de dibujos animados; me refiero a todas. Me hizo conocer la música clásica, y amarla. Aquella semana acudí al cine Infantas dos veces más. Y lo mismo les ocurrió a mis amigos.

Algún tiempo después mi hermana Petri se compró un tocadiscos. Los primeros «singles» de 45 rpm que compré fueron una recopilación de la música de «Fantasía» y otro de Rapsodias de Listz.

¡Gracias, Walt! Gracias a ti muchas personas conocieron la música clásica, que bastantes en aquella época sólo la relacionaban con la Semana Santa o con los seriales radiofónicos dramáticos. ¡Siempre me emocionaré volviendo a ver «Dumbo» o «Pinocho» y me extasiaré con cualquiera de las partes de «Fantasía«!

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