El rector de la Universidad de Salamanca (Usal), Ricardo Rivero, defiende el sistema universitario público de España, en el que a su juicio no sobran centros, si bien expresa su preocupación por la proliferación de otros privados de carácter ‘on line’, con ofertas “inverosímiles”, porque desacreditan la calidad de la educación superior. Aunque demanda una mayor coordinación estatal, defiende la descentralización y autonomía de las universidades, que en el caso de Castilla y León tienen un “rigor máximo”. En una entrevista concedida a Ical, con motivo de la celebración la próxima semana de una cita que reunirá a 250 rectores de 50 países, coincidiendo con el 30 aniversario de la firma de la Magna Charta en Bolonia, denuncia que rankings como el de Shanghai premian el tamaño de las universidades.
Sofía Sánchez/ C.T.M./ ICAL
De Bolonia en 1988 a Salamanca en 2018, ¿qué nuevas propuestas debería incluir la Magna Charta en un nuevo contexto de globalización?
Este lunes se han programado varios seminarios para repensar la actualización de la Magna Carta a las circunstancias actuales: cómo puede la universidad servir mejor a la sociedad, cómo combinar docencia e investigación de manera que nuestras misiones se realicen, cómo proteger la capacidad crítica y la libertad académica, e incluso qué son las universidades, cuál es nuestra naturaleza y cómo la investigación y la creación de conocimiento debe ser un requisito esencial para que una organización tenga este nombre: universidad.
Bolonia fue el germen del Espacio Europeo de Educación Superior. ¿Este segundo gran encuentro de Magna Charta podría confirmar a Salamanca como embrión del Espacio Euroiberoamericano?
Sin duda, es un hito más en ese propósito y con ese objetivo desarrollaremos seminarios y reuniones monográficas en colaboración con la Secretaría General Iberoamericana y otras instituciones que trabajan entre Europa y América para la construcción del Espacio Euroiberoamericano. En este encuentro van a participar muchas universidades que promueven los programas de movilidad académica y de reconocimiento de titulaciones, lo que hace posible el Espacio Euroiberomaericano del conocimiento y de la educación superior.
¿En qué debe concretarse este espacio Euroiberoamericano de Educación Superior? ¿Cuáles son los siguientes pasos a dar y cuáles recogerá la Magna Charta?
Se necesita generar una unidad de medida del crédito académico compartida para poder homologar los esfuerzos académicos de los estudiantes en todos los países. Si un estudiante que decide desplazarse a otro país se encuentra al regresar con dificultades para que su título sea reconocido y le permita desarrollar sus competencias profesionales, eso dificultará o desincentiva la movilidad. Así que la generación de una unidad de medida académica y la multiplicación de las posibilidades de reconocimiento de títulos a partir de la eliminación de las barreras son los objetivos más importantes. Todo lo que se pueda hacer además con inversión pública o con patrocinio privado -que también es muy importante, por supuesto-, para favorecer la movilidad de profesores y estudiantes contribuye igualmente a ese objetivo.
Uno de los principios de la Carta Magna es el “intercambio de información” y la puesta en marcha de “iniciativas comunes”. Al margen de programas como ‘Erasmus’, ¿cómo se podrían potenciar estas colaboraciones en la época del Brexit y de los nacionalismos?
Precisamente en esta época, en la cual se producen esas polarizaciones y esos extremismos, la colaboración académica universitaria es fundamental. Uno de los principios inspiradores y de los objetivos de la Magna Carta es el impulso del multiculturalismo y la cercanía entre países y tradiciones diversas. Además de las redes de movilidad docente e investigadora, podemos propiciar trabajo conjunto en redes de investigación, que ya se está realizando a nivel europeo. Ir más allá de la docencia, que es la clave del programa Erasmus y posibilitar que los investigadores que desarrollan líneas similares en lugares muy distantes interactúen, compartan esa información sería un buen propósito a realizar un encuentro de esta naturaleza como Magna Carta. También es importante fijar posiciones en las que coincidamos. Por ejemplo, en un elemento no incorporado a la Magna Carta por la fecha en la que fue firmada: la equidad de género en las universidades. Si todas las universidades de 300 países acordáramos que la equidad de genero es un elemento irrenunciable y esencial de la misión universitaria, esto posibilitaría aproximaciones. Hay algunas universidades que tenemos esto muy claro, pero no ocurre igual en todos los países del mundo. Entonces una visión compartida sobre temas de compromiso social, permitiría comprender el sistema universitario global como partes de un todo con un mínimo común denominador.
La autonomía y la libertad son también valores fundamentales de las universidades según Magna Charta, donde se habla de “independencia moral y científica”. ¿Cómo se puede garantizar?
En primer lugar reconociéndola como hace nuestra Constitución, pues la autonomía universitaria es la clave de la libertad académica y de la ciencia. Hay que protegerla de forma que no haya injerencias así lo señala la magna carta, ni políticas, ni económicas sobre el gobierno interno de las universidades. Obviamente una forma indirecta de perjudicar la autonomía universitaria es con la financiación, entonces es conveniente que se recuperen los niveles de inversión pública, pues solo con una garantía de la financiación del servicio público y de la investigación podemos hablar de verdadera autonomía universitaria y también, por qué no decirlo, respetando la capacidad crítica de las universidades, porque han sido siempre los lugares en los cuales la disidencia respecto de los pensamientos hegemónicos han permitido el progreso de las sociedades.
Sin embargo, los recortes han sido especialmente sangrantes en las universidades públicas. ¿De qué manera ha afectado esto a las instituciones académicas y cómo se pueden superar?
Los ajustes presupuestarios que se activan a partir del inicio de la gran crisis económica de hace diez años han producido un efecto muy dañino sobre las plantillas, la inversión, docencia e investigación. Hemos perdido muchísimos efectivos desde entonces, que necesitamos recuperar con la incorporación de personal más joven a la universidad, a los equipos, grupos docentes e investigadores. Así lo estamos haciendo en Salamanca, pero para continuar necesitamos recuperar las cifras presupuestarias que se restaron a partir de esos ajustes. Los efectos han sido negativos sobre todo en los servicios públicos y, en general, sobre la sociedad y es el momento de revertirlos.
Ahora Salamanca abre sus puertas, además de a Europa e Iberoamérica, a países como Japón. ¿Qué han supuesto los viajes y acuerdos en el país nipón de los últimos meses?
Las relaciones que mantiene la Universidad de Salamanca con Japón y sus universidades son excelentes hasta tal punto que se nos ha concedido hace algunas semanas el premio de la Japan Foundation, una organización muy prestigiosa. Es la primera que una vez que una institución española recibe ese premio, que además comporta recursos adicionales para financiar becas e impulsar nuestra relaciones con Japón. Un objetivo estratégico que estamos potenciando cada vez más es incrementar la presencia de los estudiantes japoneses en nuestros cursos de Lengua y Cultura española y también en otras áreas y ofertas académicas que empezamos a programar a partir de este curso académico. La presencia de algunas de ella en Magna Carta ayudaría a incrementar el numero pero además querríamos que estudiantes japoneses también se matricularan en otras titulaciones.
Desde Asia, llegan rankings como el de Shanghai. ¿Es un buen método para medir la calidad de la universidades?
Aunque nosotros estamos trabajando para mejorar nuestro posicionamiento en todos los rankings internacionales y también en el de Shanghai, hay que decir alto y claro que sus métodos de valoración y sus características definitorias están pensados para favorecer a las universidades de los países que los promueven. Para empezar, en esos rankings el tamaño es crucial y precisamente el de Shanghai favorece a sus universidades: esto no es ningún secreto. Los países que tienen universidades medias resultan perjudicados por la puntuación. Un factor determinante es el presupuesto que tienen las universidades, que está asociado con su tamaño. Harvard maneja un presupuesto que es como la mitad del de todas las universidades españolas juntas. Competir con una organización que tiene 30 ó 40 veces el presupuesto de la Universidad de Salamanca no es fácil. Además, hay valores que son muy propios en nuestra universidad como el acceso universal a la educación superior, el compromiso social o la realización de los derechos y de la democracia interna de las universidades que en el resto no se considera en absoluto. Las universidades en las que no se respeten los valores democráticos, no deberían estar puntuadas en los rankings, porque no están trasmitiendo el tipo de educación superior que hace verdaderamente progresar a las sociedades.
La Magna Carta refuerza el respeto a los Derechos Humanos y la democracia. ¿Hasta qué punto puede servir este encuentro para reivindicar la figura de la Usal como generadora del concepto de derecho de gentes?
La señal de identidad de esta Universidad precisamente es la defensa de la dignidad de las personas y sus derechos. En un momento temprano de la globalización, hace 500 años, es muy significativo que cuando se produce un encuentro de culturas tan diverso como las precolombinas y las europeas en el 1500 aproximadamente, los profesores de Salamanca reivindicaran ante el emperador la defensa de los derechos de los pobladores de las tierras americanas. Creo que la universidad debe caracterizarse siempre por esa defensa de la dignidad de la persona y que merece solo el nombre de universidad aquella institución que se comprometa verdaderamente con el respeto de los Derechos Humanos. Magna Carta así lo señala de alguna manera.
Precisamente sobre investigación y enseñanza se asientan los dos grandes pilares de la universidad. No obstante un informe de la Comisión de Expertos para la Reforma del Sistema Universitario español arrojaba hace unos años que el 60 por ciento de los docentes tenía una actividad investigadora “nula o casi inexistente”.
Ese porcentaje no es tan alto en la Universidad de Salamanca, aquí son más los profesores que simultanean la actividad docente y la actividad investigadora. Necesitamos incentivos en la carrera académica para realizar y reconocer la actividad investigadora. Los que existen ahora son insuficientes. Primero durante años la promoción se ha visto obstaculizada por las medidas de ajuste. Si un profesor tiene que esperar seis o siete años para promocionar, esto desmotiva mucho. Puede hacer que el esfuerzo investigador que muchas veces resulta de horas marginales del tiempo propio no sea tan intensivo. No hay una diferenciación suficiente ni incentivos tampoco efectivos, para reconocer a aquellos profesores que dedican mucho más tiempo y a menudo parte de su tiempo propio, porque esto no se realiza en una jornada de ocho a tres, sino que requiere de un mantenimiento en muchas horas de tiempo libre o adicional a la investigación. Hacen falta cambios en la carrera académica, cambios más decididos de los que ha habido hasta ahora.
Otro de los problemas que acompaña a la universidad en las últimas décadas es que los centros de educación superior se han multiplicado.
Yo defiendo el sistema universitario público español, pues el incremento del número de universidades públicas ha posibilitado un acceso más universal y equitativo a la educación superior en todo el territorio. No sobran universidades públicas en España, pero me preocupan los centros privados ‘on line’ con ofertas inverosímiles porque desacreditan en ocasiones por los niveles de calidad que ofrecen el servicio, la educación superior. El hecho de que los jóvenes españoles tengan la posibilidad de cursar estudios universitarios con independencia de su capacidad económica o su origen familiar o territorial en condiciones favorables me parece un logro de nuestro modelo de sociedad. En comparación con otras alternativas, como por ejemplo, la de Estados Unidos, que cuenta con muy pocas universidades de excelencia para muy pocas universidades de élite y no garantiza el acceso universal a la educación superior a las clases medias, creo que el modelo español -que es también el europeo-, mejora significativamente esa alternativa. El modelo universitario de Estados Unidos está en crisis, y la crisis obedece a que no es un modelo de acceso universal en condiciones académicas sostenibles para las clases medias. Los padres o lo hijos se tienen que hipotecar durante 20 años y no para comprarse una vivienda, sino para pagar los estudios universitarios. Si uno tiene padres ricos, tendrá buenos estudios. Si sus padres son de clase media, para estudiar en la universidad se tienen que hipotecar de por vida, o sus padres han deberán haber estado ahorrando desde que nace el niño hasta que llega a los 18 años. Ese esfuerzo de ahorro y de endeudamiento lastra y apalanca las posibilidades de movilidad social. Este modelo es profundamente injusto y está lastrando gravemente la movilidad social y dañando y perjudicando a las clases medias del país, mientras que el modelo universitario español favorece a la clases medias y a la movilidad social. Es hora de decirlo: en España se puede ir a la universidad sin que tus padres hayan tenido que estar ahorrando 20 años y sin endeudarse de por vida. ¿Acaso no es esto un logro social? Lo es y es muy importante.
Recientemente, el consejero de Educación reflexionaba sobre la idea de que las competencias universitarias volvieran a estar residenciadas en el Gobierno. ¿Cree que existe descoordinación en el sistema español y que esto está afectando a la calidad de la Universidad y la hace menos competitiva?
Necesitamos mayor coordinación, esto es obvio y comparto en ese punto la opinión del consejero, considerando al mismo tiempo que la intervención de las comunidades es muy conveniente. Castilla y León ha demostrado una mayor responsabilidad que otras comunidades en lo que se refiere al control de la calidad de las ofertas académicas. Si no fuera porque ha aprobado reformas en este sentido, estaríamos a expensas de que el Ministerio quisiera hacer algo. Una distribución de competencias entre lo autonómico y lo central me parece que tiene que mantenerse. Yo creo en la descentralización, me parece que el consejero acierta cuando dice que hay una coordinación insuficiente y que sería deseable que algunos asuntos como por ejemplo la EBAU se retomaran en clave centralizadora. Hay que evitar que pasemos de un extremo al otro, que esto es muy español. Hay que coordinar más porque necesitamos una EBAU única, necesitamos que el Ministerio tome decisiones homogeneizadas de algunos aspectos del sistema universitario, pero también necesitamos a las comunidades.
La cuestión de la EBAU está encima de la mesa, pero hay poca receptividad en el Gobierno y en otras comunidades. ¿Qué se puede hacer?
Insistir en que la situación actual es inadecuada e injusta. Hay que decirlo alto y claro. Y perjudica la igualdad de oportunidades. Necesitamos medidas que realicen la igualdad de oportunidades. Nada más progresista que la igualad de oportunidades. Al igual que yo defiendo un sistema universitario publico de acceso universal porque eso permite que todo el mundo con independencia de la casa en la que nazca pueda desarrollar al máximo sus capacidades a la hora de valorar las competencias y conocimientos de nuestros estudiantes en todo el territorio español debería existir igualdad de oportunidades, y eso requiere una organización coordinada respecto a la organización de la EBAU. El escenario actual no hay unos niveles de exigencia que estén coordinados. Tiene razón el consejero en esto y perjudica mucho a nuestros estudiantes. Nos hemos manifestado muy claramente, que podemos hacer señalar el problema y decir que no compartimos la situación actual. Pedir que se ponga en la agenda política, ministerial y de reformas.
La Carta Magna deja constancia de que el futuro de la sociedad pasa por las universidades. Sin embargo, las recientes polémicas en varias instituciones de educación superior han hecho que se produzca una crisis de credibilidad en el seno universitario.
Son casos puntuales en determinados lugares donde no se ha sido escrupuloso con la gestión de los másteres universitarios oficiales. El sistema universitario público español en su conjunto funciona con mucho rigor en cuanto a los niveles de exigencia en las titulaciones de máster y con mucho esfuerzo y compromisorio de sus profesores, que realizan las pruebas de evaluación y no favorecen a unos estudiantes sobre otros. El hecho de que se produzcan hechos aislados y puntuales -que son condenables y que merecen intervenciones serias- no quiere decir que ese sea el caso de las decenas de miles de titulados universitarios en el nivel de posgrado. En la mayor parte de los másteres universitarios oficiales la labor de los profesores es excelente y que en algunos lugares se haya actuado con falta de escrúpulos no debería hacer pensar que esto ocurre en todos los sistemas, organizaciones y niveles. Siempre hay personas puntuales que actúan de manera inadecuada, pero deberíamos evitar que esto fuera la imagen del sistema universitario español.
En ese marco, ¿cómo se articulan los másteres y estudios de posgrado de la Universidad? ¿Necesitan ser replanteados?
Los estudios de posgrado y los másteres tienen que adaptarse a las necesidades de la sociedad y por supuesto deben existir controles efectivos para evitar malas prácticas. En Castilla y León y en la Universidad de Salamanca se practican en un grado muy superior que en otras comunidades por las medidas que ha adaptado el legislador castellano y leonés: aquí el rigor es máximo. Creo que la oferta de posgrado debe ir adecuándose a las necesidades formativas. Las medidas que hay que tomar ante una mala conducta hay que tomarlas donde se han practicado. No creo a partir de sucesos puntuales de una determinada universidad se deba generar una reforma, pues esta tendría que servir para favorecer la calidad y la adaptación a las necesidades sociales de la oferta de posgrado, no para prevenir que le dieran un título a alguien que no se lo ha ganado. Aquí y en la mayor parte de las universidades públicas españolas no ocurre en absoluto. Las reformas y las adaptaciones son siempre necesarias, pero hay que evitar los sesgos a partir de singularidades. Tenemos necesidades muy importantes que tienen que ver con el reconocimientos de los másteres oficiales en las carreras profesionales. Es algo que no se ha hecho por pasividad del legislador y de las autoridades competentes. Se trata de una reforma mucho mas urgente que otras, sin embargo no se habla de ello. ¿Por qué no se habla de esto? Probablemente porque hay intereses que prefieren acortar el servicio publico de educación superior, ya que es más barato.
Para finalizar, ¿cómo se puede hacer llegar a los estudiantes los valores de la Magna Carta que se van a tratar estos días y el futuro del conjunto de las universidades?
Vamos a hacer a los estudiantes partícipes de los mensajes y las actividades programadas con el VIII Centenario y también los de la Magna Charta. Vamos a trasladarles los principios y valores que son propios de la Universidad de Salamanca y en este curso también desde el Vicerrectorado de Estudiantes se va a trabajar con las delegaciones y asociaciones para que muchos de esos mensajes que tienen que ver con el respeto de los derechos. Los valores democráticos deben ser recibidos por nuestros estudiantes como ideario de la Universidad.