[dropcap]C[/dropcap]lara Lurueña cuenta cómo surgió esta exposición que se puede ver en el Hotel Las Claras hasta el 30 de noviembre
Así relata Clara Lurueña la aventura que comenzó cuando un amigo montañero Lorenzo viajó a Nepal a hacer trekking por los Anapurna, y a su vuelta traía en la retina y el alma muchas impresiones de aquel lugar. Entre ellas la de una montaña sagrada llamada Machhapuchhre.
Así que una vez aquí, además de contarnos su maravilloso viaje me encargó un cuadro sobre aquella montaña. Yo no había viajado a aquel lugar, así que de algún modo tenía que conocerla para poder pintarla.
Nos contó anécdotas, impresiones, me pasó fotos que había hecho de ella, busqué en internet la recorrí muchas veces con Google Earth (impresionante herramienta), mi alumno Julio en aquel curso (mil gracias Julio) me hizo una vista ortográficas de la montaña, la dibujé pacientemente, medité sobre ella, en mis manos iban cayendo textos sorprendentemente relacionados con Nepal y con ella: El leopardo de las nieves de Peter Matthiessen, … . Poco a poco iba conociendo su forma abrupta y sorprendente y ella (en femenino) me iba sugiriendo similitudes, una de las claves me las dio Javi, hoy mi marido al ver algunos de los dibujos que iba realizando, para describirla giró sus manos en espiral ascendente.
Las montañas se convierten en la alianza entre tierra y cielo.
El trono de los dioses Allá en lo alto está el dios Siva, que destruye y crea; allí también la diosa Chama. La gauri, que concibe y pare. De ella descienden los ríos, las plantas, los animales y los hombre”.
La montaña que baila y es bailada por el derviche o por la mujer, que busca su centro, su eje, su esencia.
La montaña es lo vertical, la montaña aspira al cielo y por tanto es también el lugar privilegiado para ofrecer el sacrificio o buscar revelación.
La montaña como pirámide, la más antigua de todas las civilizaciones.
