Cada 1 de noviembre, los más tradicionales realizan una visita al cementerio para honrar la memoria de sus familiares y amigos difuntos. Esta festividad, conocida como el Día de Todos los Santos, se hizo conocida a mediados del siglo IX, cuando el papa Gregorio IV puso la fecha en el calendario y popularizó este día para festejar que los difuntos estaban ya en presencia de Dios.
Al menos, esta es la versión de este día que se celebra en España, puesto que cada cultura o país tiene sus propias creencias y celebraciones. Una de las más famosas a nivel mundial es el Día de Muertos celebrado en México, donde las familias rinden tributo a sus ancestros con una fiesta colorida y llena de música y flores.
La forma más habitual de celebrar el Día de Todos los Santos es llevar flores a la tumba de los finados, previamente limpia. De hecho, es el día en el que más flores se venden, superando incluso a San Valentín.
No obstante, hay muchas personas que no tienen esta opción o que deciden celebrarlo de otra manera. Lo que sí tienen en común es la gastronomía. Si por algo es famosa esta fiesta nacional católica es por sus platos típicos, que son, básicamente, dulces. Ya se sabe lo que se dice: a nadie le amarga un dulce.
Si existe un postre típico de esta festividad son los llamados Huesos de Santo. Elaborados con una base de mazapán, estos deliciosos dulces están recubiertos de almíbar y tradicionalmente rellenos de yema, aunque ahora se encuentran de todo tipo de sabores. Otro líder indiscutible de las pastelerías en esta época son los buñuelos de viento, los cuales podemos encontrar de diferentes sabores como chocolate, crema o nata.
Desde Cataluña llegan los panellets. La imagen más común de estos dulces es una pequeña bola recubierta de piñones, pero se pueden elaborar con gran variedad de ingredientes. Su base lleva azúcar, patata cocida, huevos, almendras y rayadura de limón.
Por otro lado, desde el sur vienen los pestiños, hechos con harina, aceite de oliva y azúcar. Cada provincia de Andalucía tiene su propia versión. Y en Córdoba, además, fue donde nacieron las gachas de leche. Su textura y presentación recuerdan a las natillas, pero no tiene nada que ver.
Aunque no es un plato ni un postre, no se pueden dejar a un lado las castañas asadas. Por la época del año en la que tiene lugar esta festividad, las castañas siempre están presentes. En Salamanca, ya hemos podido ver montados los típicos puestos de castañas en algunas calles de la ciudad.