«No hay día que no tenga pesadillas»

Una víctima de abusos sexuales por parte de un párroco de Salamanca cree que hay irregularidades en el proceso canónico
Javier Paz, este viernes junto al Obispado de Salamanca.

Javier Paz acudió el viernes al Obispado de Salamanca para solicitar la documentación referida a su caso de abusos sexuales, entre los diez y los 20 años, por parte de Isidro López, el párroco de la Iglesia de San Julián entre 1982 y 1992. El propio Javier explicó a la salida que da este paso porque sus abogados consideran que puede haber irregularidades en el proceso canónico que afecta a su caso. De detectarse, le obligaría a iniciar un nuevo proceso.

 

Javier comenzó las conversaciones con el Obispado para denunciar su caso en el 2011 y fue en el año 2013 cuando presentó una denuncia. Se dictó sentencia en 2014, en la que él no era considerado víctima. Según explica, desde la Iglesia creyeron que su objetivo era conseguir dinero a través de una indemnización tras una “encerrona” en la que le ofrecieron firmar unos documentos por el cual se “compraba” su silencio a cambio de dinero.

En 2014, tras la sentencia, el párroco fue apartado de su cargo en el que trataba con menores. Entonces, Carlos López ya era obispo de Salamanca. “Si hago esto es porque creo que tanto él como el Obispado no actuaron correctamente”, aseguró. Además, explicó que existe por parte de la Iglesia “desamparo hacia las víctimas”. “Su silencio es cómplice y doloroso”, explicó Javier, que añadió que, para una persona criada en la fe, es difícil entender que “puedan destrozarte la vida”.

Asegura que no hace esto por dinero. «Yo sufrí los abusos desde los 10 años y tengo 46. Hoy aún estoy en terapia, porque te quedan secuelas físicas y psicológicas. Sufres un trastorno del desarrollo que te marca toda la vida. No hay día que no tengas pesadillas y todos los problemas que tengo vienen de esto», explicó.

En su caso, fue consciente a los 28 años de que debía actuar. Fue un proceso “largo y penoso” y espera que los cambios dentro del estado y de la Iglesia ayuden a que otros menores no pasen por lo que él pasó, aunque reconoce que, en su caso, es la Iglesia quien fija los procesos y los tiempos, puesto que el delito ya prescribió por la vía penal o civil y todo depende del Derecho Canónico. “El tiempo lo fijan ellos y si no me responden, entenderé que no hay documentación”, dijo.

Javier también explicó que Isidro López, el párroco investigado, “está en Salamanca, vive en su casa, toma vinos y da paseos”. Además, narró cómo, antes de irse de la ciudad, Javier vivió durante un año en la calle La Latina, cuando era párroco de la Iglesia de San Sebastián, cercana, encontrándoselo todos los días por la calle. Pese a ello, subrayó que su intención es “ser parte de la solución y no buscar conflictos”, algo que, considera, la Iglesia no se lo permite.

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