[dropcap]O[/dropcap]cho siglos contemplan a nuestra Universidad y desde entonces incontables estudiantes han pasado por sus aulas, en la serie ‘Ilustres de la Usal’ queremos rescatar la vida y trayectoria profesional de algunos de estos alumnos o personas con notoriedad mundial que se han acercado hasta Salamanca para formarse o para transmitir su saber
Jesús Málaga estudió Medicina en la Universidad de Salamanca y lo traemos a esta sección de Ilustres de la Usal porque gracias a él tenemos la Unidad de Foniatría, pionera en nuestro país. Este lunes presenta en el Casino a las 19.30 horas un libro ‘La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX 1898-1923’ , en el que han colaborado sus nietos Darío y Berta haciendo los dibujos de la portada. De Salamanca, la Universidad y más charlamos con Jesús Málaga
Nos cuenta que fue muy bien acogido por Margarita Becedas, la directora de la Biblioteca de la Universidad, «me han tratado de lujo». Tanto es así, que le dedica el libro porque lo acogieron en su ‘mesa camilla’. «He disfrutado con ellos, me han puesto a mi disposición toda la hemeroteca, los boletines oficiales, los libros,…»
¿Hablamos de…?
Del siglo XX. Este primer tomo, de tres, va desde 1898, con la pérdida de las colonias hasta 1823 con la llegada de Primo de Rivera. Soy mayor y tengo que ir tomo a tomo, porque hay muertes repentinas. (Risas) Cruza los dedos.
¿Qué tiempo le has dedicado al ‘descubrimiento’?
Dos años maravillosos. Iba entusiasmado. Me pasaba las mañanas en la biblioteca y estaba encantado. Además, era donde mi hermano y yo estudiábamos cuando éramos universitarios, porque allí había calefacción y en casa no. Para mí, ha sido volver a mis años mozos. Por lo que he disfrutado, aunque también he sufrido…
¿Por el trabajo o por lo que leías?
Por lo que leía. La miseria, la pobreza, el analfabetismo, las enfermedades,… todo lo que había en esta ciudad era insoportable.
Cómo era, ¿cómo en el siglo XVI?
Peor. Hay una frase que recojo de Filoberto Villalobos que dice algo así: ‘He visto vivir en Salamanca a gente, que ni los animales pueden vivir así’.
En Salamanca, capital…
Sí. Me he limitado a Salamanca capital, con pinceladas de la provincia. Quería estudiar la ciudad hasta mi llegada a la alcaldía, porque eso lo quiso hacer Enrique de Sena -director de El Adelanto- y no lo logró. Me pareció tan interesante que tomé el testigo.
¿Qué es lo que has reflejado en ‘La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX 1898-1923’?
He historiado la vida cotidiana, la que sale en los periódicos, que normalmente, en los libros de historia no vienen. Por cierto, había muchísimos periódicos en esa época. Unos duraban un número y otros algo más.
¿Qué has descubierto?
A principio del siglo XX, que en Salamanca había 22.000 o 24.000 habitantes, 1.400 eran pobres de pedir con la mano.
¡De pedir con la mano!
Sí. Estaban en una situación de una pobreza extrema. Y los demás, ¡figúrate! Quitando los grandes edificios, lo demás eran chabolas.
La diferencia de clase era abismal…
Muy grande. Una subida del pan de unos céntimos, provocaba hambrunas en la ciudad. Sin embargo, había nobles que venían desde Madrid a cazar a sus fincas y tenían la caradura de publicar en los periódicos una foto con las piezas cazadas, 600 perdices, 500 conejos,… y la población muriéndose de hambre.
¿Y los ricos que vivían aquí?
Había un grupo que podían permitirse ir a la ópera o zarzuela. Había grandes bares y tertulias. Existía una burguesía unida a la Universidad.
¿Cómo era la Universidad?
Muy pobre. Horrorosa. Destaco un mes de octubre de principio del siglo XX que no entró ni un solo libro en la biblioteca. Había dos facultades que las estaba manteniendo malamente el Ayuntamiento y la Diputación. Las otras dos que eran Letras y Derecho tenían un alumnado exiguo. El analfabetismo era galopante. Las cifras oficiales eran del 37% de la población, pero era irreal, porque sólo contabilizaban a los que no sabían ni leer, ni escribir, cuando había personas que sabían leer, pero no escribir y viceversa y a esos no los contabilizaban. Decía Filiberto Villalobos que las cifras reales eran del 70%. Era una Salamanca de blanco y negro…
No, de blanco y negro, nada.
De negro.
Desahoga. ¿Qué había bueno?
Había unas ganas enormes de salir del pozo. Había asociaciones, manifestaciones y las que más se movían eran las mujeres. En Salamanca es una cosa histórica, porque desde Aníbal ya se movilizaban.
Tienes alguna anécdota.
Sí. Teníamos un alcalde que era médico e higienista y quería hacer cumplir las ordenanzas municipales, que prohibían que las gallinas y los animales anduvieran sueltas por las calles, y es que en la Plaza Mayor deambulaban las gallinas, en los balcones de la Plaza Mayor se colgaban las bragas, los calzoncillos,… (Risas) Aquello era muy de poblacho. El alcalde les prohíbe que salieran las gallinas a picotear por la Plaza, la calle Toro,…
Hablamos de hace menos de un siglo.
Sí.
¿Qué hacen las mujeres?
Van a ver al gobernador, éste le dice al alcalde que deje picotear a las gallinas por las embarradas calles, pero el alcalde se pone firme y pone su cargo a disposición, si las gallinas siguen en las calles. Las mujeres hacen una manifestación en la Plaza Mayor con una gran pancarta donde dice: ‘Al excelentísimo Ayuntamiento de Salamanca pedimos libertad para las gallinas’.
(Carcajada)
¿Qué paso? ¿Hubo libertad para las gallinas?
No. Ni siquiera a las que vivían en las zonas periféricas. A esto hay que añadirle que conllevaba muchas enfermedades. La mortalidad infantil en el hospicio era del 53% de los niños. ¡Es pavoroso! Moría la gente de difteria, de viruela, de disentería… La empresa que iba a hacer el alcantarillado engañan al Ayuntamiento; se compromete a hacer la depuración de aguas y no lo hace y la población toma el agua embarrada. Era una catástrofe de ciudad.
¿Cómo era la alta sociedad salmantina?
Había grandes banqueros, los Cobaleda, los Coca, los Brusi,… La expansión de las tertulias, no había ni radio, ni televisión en esta época.
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de esta época?
Precisamente que sea tan desconocida.
¿A qué es debido?
Creo que a que hubo unos personajes maravillosos que trascendieron Salamanca y España. Unamuno, Dorado Montero, el padre Cámara o Federico Anaya, como alcalde que fue espléndido. Ellos ocuparon ese espectro y taparon con su magnanimidad lo que había debajo.
¿Cómo reflejas en el libro las dos Salamancas?
He hecho dos índices. Uno onomástico, en el que vienen miles de nombres, en el que los salmantinos podrán encontrar a todos sus antepasados, desde el que se ahogó, el que murió por un accidente de un carro,… al lado de un alcalde o un gobernador, por orden democrático. Y después he metido un índice de lugares, que la gente desconoce…
¿Por ejemplo?
¿Quién conoce hoy dónde está la Peña Pobre, el Prado del Rico?
Esta todo edificado…
Sí, pero hay que poner dónde se encontraban porque es parte de nuestro pasado. También he recogido la construcción de los grandes edificios como la Casa Lis y otras treinta joyas modernistas que tienen la ciudad.
¿Qué otras curiosidades has descubierto?
A través de entrevistas, he podido conocer cómo era, por ejemplo, la pena de muerte aquí y en el mundo rural; la última pena de muerte con el crimen de Arapiles. He tratado de la provincia el tema de Boada, el de Campocerrado, el Camporedondo, la peste de Oporto y como le echaban zotal a todos los que venían en el tren… En la Plaza Mayor, donde estaba la parada de coches, como meaban los caballos que tenían abrasados los árboles,… Es un libro escrito con mucho cariño, porque tengo un amor patológico por Salamanca. No sé qué me pasa, pero estoy enamorado de esta ciudad.
Y eso que no eres de aquí…
No, quizá por eso. Pero, he vivido toda mi vida aquí.
¿Qué te dice Salamanca?
Dicen que es una ciudad conservadora, pero es falso. Es una ciudad que tienen un porcentaje de un 40% de personas progresistas, muy abierto que ha luchado mucho, pero como no llegamos al 50% nos ganan (Risas)
¿Qué te ha llamado más la atención?
La solidaridad que había entonces. Había huelgas en Béjar y aquí acogieron a los niños de esas familias para que no se murieran de hambre. Hablo de las guerras del pan, de las tahonas,… Es un libro para los salmantinos delicioso.
¿Está novelado?
Es más historiado. Está contrastado todo lo que aparece en el libro. De vez en cuando meto noticias nacionales para que el lector se oriente por dónde andamos en cada momento. Y termino con la dictadura de Primo de Rivera.
¿Que estuvo muy vinculado a Salamanca en el terreno amoroso?
Sí. (Risas) con doña Inés Luna Terrero. Hablo más de su padre, del empresario Luna, era un hombre un poco tacaño. (Risas)
¿Qué empresarios te han llamado la atención?
Los Taberneros, los Moneo, hablo de los empresarios de la Plaza, los Cordón,…
¿Quién ha quedado?
Los Cordón, los Mirat, en las distintas ramas. Más o menos doy más de 3.000 datos. Es bonito porque muchos salmantinos verán a sus antepasados.
Salamanca es una ciudad de acogida. ¿Qué personas la amaron viniendo de otros lugares?
Unamuno y muchísimos más. Sin ofender, creo que Salamanca la ha hecho grande las personas que hemos venido de fuera. Sin ofender. También es verdad que hemos venido muchos por la Universidad.
¿Qué nombre ilustres estaban además de Unanumo?
Menciono a todos los que daban las lecciones inaugurales. Todos los de Derecho, hablo mucho de Medicina, del primer quirófano, de las Siervas de San José, recogiendo a los niños, aunque en aquella época tenían una entrada para niños pobres y ricos….
No podemos juzgar las épocas con nuestra mirada…
No, pero hay que decirlo. En el fondo diría que era un poblachón de 24.000 habitantes.
¿Cuánto clero había?
Muchísimo. Como anécdota. El padre Cámara era todopoderoso. Las manifestación iban primero al Ayuntamiento, después al Gobierno Civil y por último al obispado. (Risas) Era una ciudad totalmente controlada por la iglesia. He recogido las misas que había, algunas me ha costado muchísimo saber qué eran. Por ejemplo: la misa de postre.
¿Qué es?
La misa de postre era una misa que se decía como a las 13.30 horas para la gente que no podía ir a la Misa Mayor que era a las 12.00. Normalmente, la daban las cofradías y eran para las personas que pedían en la entrada de las iglesias y no podían oír misa de 12. Tenía un repiqueteo especial.
[dropcap]J[/dropcap]esús Málaga estudió Medicina en la Universidad de Salamanca y se especializó en Otorrilolaringología. Estudió Psicología en la Universidad Pontificia y es doctor.
Volvamos a la Universidad. ¿Cómo fue tu época?
Cuando estudiaba éramos más de 1.000 alumnos en Medicina. Comencé en 1963 hasta 1969. Teníamos que ir corriendo a coger sitio. Había compañeros sentados en el suelo, en los pasillos,… un horror. Después se iban desencantando y al final quedamos como unos 400.
Y de ahí a ser el primero…
Sí. El primer catedrático de Patología del Lenguaje de España.
Explícate..
Sí. Acabo la carrera y entro a estudiar Otorrinolaringología con Cañizo. Y a la vez hago Psicología en la Pontificia. Al acabar, me voy a Barcelona, estoy con Perelló y hago foniatría becado por el hospital.
¿Por qué te decidiste por foniatría? Sería raro…
Sí. Tengo anécdotas, de que la gente llegaba a la consulta y me decían: ‘¿Es aquí geometría?’
(Carcajada)
Me interesaba mucho el mundo de la sodomudez. Fui alumnos de Perelló que introdujo la foniatría en España, estaba en Barcelona. Pero, la primera Cátedra de Foniatría es en Psicología en la Pontificia…
Adelantas a tu maestro.
Académicamente. Logró la Cátedra y mi equipo logra las tres escuelas: la Escuela de Logopedia, que sigue funcionando; la escuela del Lenguaje, que quedó sumida por Logopedia y la Universidad de Salamanca el título propio de Foniatría, que ha quedado congelado. El primero que se establece en España con este tema soy yo.
¿Por qué se crea aquí?
Te cuento la historia. El crear el servicio de foniatría en el hospital clínico dependió de que Franco se estaba muriendo y necesitaba rehabilitación foniátrica. El foniatra de Madrid, el doctor Tápero iba todos los días al palacio del Pardo a tratar con Franco.
Vocalizar, vocalizaba muy mal Franco….
(Risas) Sí. Este doctor tuvo una gran relevancia, todos los periódicos hablaban de Tápero. Entonces, al hospital clínico le pidió la Seguridad Social para hacer un convenio, cuáles eran las materias que podían dar las distintas cátedras. Como estaba en la cátedra de Otorrino, como ‘Penene’ -Profesor numerario de la Universidad del Estado-, Cañizo nos dijo que qué queríamos. Cada catedrático pidió su ‘carta’ a los reyes magos y la nuestra solicitó vestibulometría, rinoplastica, foniatría y logopedia. De todas las que pidieron, que fueron casi 200, solo concedieron dos, diálisis y foniatría. Pidieron la mía, ¿por qué? porque como el jefe del Estado tenía foniatra, pensaron que debía de ser muy importante (Risas)
¡Qué suerte!
Sí. No solo eso, sino que lo dotan tan bien que es el mejor servicio de toda España. Hacen el servicio de referencia para toda España, por eso no podíamos dejar perderlo. Se hace con diez logopedas, tres foniatras, una auxiliar, un psicólogo del lenguaje y pedimos también un filósofo del lenguaje, pero no me lo concedieron, pero estuvieron buscando en algún hospital del mundo si había un filosofo del lenguaje, pero no lo había. (Risas)
¿Cómo te haces catedrático?
Eso fue otra casualidad. Las dos escuelas que se hicieron de Psicología, en aquella época era escuela y no facultad, eran la de la Pontificia de Salamanca, Madrid y Barcelona. Cuando se convierten en Facultada, la Pontificia pide los estatutos de Lobaina, al ser una Universidad Católica, y allí había Cátedra de Patología del Lenguaje. Necesitaban una persona para esa Cátedra que fuera: Otorrino, Psicólogo, Foniatra y que tuviera el doctorado. Los únicos que encajábamos en toda España éramos Perelló, que estaba en Barcelona, y yo. Y aquí me tienes. Son dos carambolas.
*** El lunes 17, Jesús Málaga presenta a las 19.30 horas en el Casino de Salamanca su libro ‘La vida cotidiana en la Salamanca dle siglo XX 1898-1923’
1 comentario en ««Había ganas de salir del pozo y las que más se movían eran las salmantinas»»
Vivo fuera desde 1970 naci en el año 1338 en casa soy charro- salmantino hasta que me muera y quiero que cuando eso llegue se diga ahí yace un charro, sigo sus artículos y mis hijos quieren a mi tierra como suya, conoci esa ciudad de calles de barro, barrios de casas-barracas pero con gente con muchas ganas de SALIR