Tras conocer al donante de esperma gracias al cual pudo tener a su hija, una lesbiana divorciada se enamora de él. Después de cortar la relación con su exmujer, su hija manifestó su deseo de conocer a su padre, lo que fue el inicio de una curiosa historia de amor.
Jessica Share, de 42 años, acudió a un banco de esperma junto a su mujer para formar una familia. En 2005, nació su hija Alice gracias a un donante anónimo. Según ha contado, «como me encontraba escribiendo en casa la tesis doctoral, yo tendría al primer bebé. Escogimos al donante con rasgos similares a los de mi pareja, que entonces era mi esposa, y elegimos a alguien de estatura y peso promedio que hubiera estudiado literatura, con el cabello castaño ondulado y le gustaran los deportes».
Tiempo después, decidieron recurrir al mismo donante para ampliar la familia, solo que esa vez sería su mujer la que diese a luz a su segunda hija.
Su cuento de hadas no duraría mucho más. Cuando las niñas tenían uno y tres años, la esposa de Jessica decidió poner fin a la relación. Tras la ruptura, Jessica continuó cuidando a las niñas en régimen de cinco días a la semana. No obstante, todo cambió cuando Alice cumplió los 10 años. «Mi expareja la bloqueó en su teléfono, cortó todo contacto con ella y se negó a devolver a su hermana menor tras unas vacaciones», rememoró.
Al año siguiente, la niña empezó a preguntarle a su madre por su padre y pidió como regalo de Navidad un kit de pruebas de ADN. Los resultados de la prueba arrojaron el nombre del padre: Aaron Long. A partir de ahí, comenzó su búsqueda a través de las redes sociales. Finalmente, dio con él y no tardó en escribirle un mensaje.
Long aceptó la invitación de Share de buen grado y su relación de amistad comenzó a crecer hasta el punto de sentirse atraída por él. «Sé que me siento atraída por Aaron por todas las razones que me parecieron maravillosas al elegirlo en un catálogo de donantes de esperma hace años. Es reflexivo, persistente y de mentalidad académica», ha contado Jessica.
