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Rivera ‘conoce’ a los periodistas del corazón

Albert Rivera, en Atocha.

 

[dropcap]H[/dropcap]ay distintos géneros periodísticos y tras de ellos hay profesionales que informan dependiendo del mundo en el que se muevan. No es lo mismo un periodistas deportivo, que parlamentario o del corazón, cada uno tenemos nuestra manera de actuar en el lugar donde nos encontremos.

Traigo este asunto a colación, porque acabo de ver unas imágenes de Albert Rivera llegando a Madrid donde se le ve absolutamente perdido. Sí, perdido, porque es la primera vez que se enfrenta a un periodista del corazón. Tan desconcertado está que lo único que se le ocurre preguntarle es para quién trabaja.

Rivera no se ha visto en otra en su vida. Los periodistas del corazón, sé de lo que hablo porque durante 15 años fui uno de ellos, somos respetuosos pero vamos al grano, porque solo tenemos unos segundos para sacar una respuesta que se pueda vender. Sí vender, porque el profesional que estaba haciendo guardia en ese lugar lleva horas esperando a que llegue un personaje popular para comercializar esas imágenes.

Hasta ahora, Rivera había interesado poco o nada a la prensa del corazón. Lo habían fotografiado en actos con los reyes o en los Premios Princesa de Asturias, pero la cosa ha cambiado desde que Semana anunció en su portada que mantenía una relación, no se atrevieron a hablar de noviazgo, con Malú, que sí es personaje del corazón, aunque no sea asidua de las páginas del papel couché.

Desde La Crónica de Salamanca recomendamos a Rivera que vea La dolce vitta, de Fellini, donde se acuñó el término paparazzi.

Los periodistas/fotógrafos/cámaras del corazón que hacen guardia no van con las preguntas pactadas y le sorprenderán todos los días.

Eso sí, no es la primera vez que un político es portada de una revista del corazón. Al margen de Miguel Boyer -ministro de Economía del PSOE- con Isabel Preysler. También ha sido portada Felipe González cuando estaba casado con Carmen Romero y sus hijos. Adolfo Suárez y su mujer y tantos y tantos otros. Los políticos saben, o mejor sabía, porque ahora es más complicado incluso ver kioskos, que eran unos escaparates increíbles las portadas de las revistas del corazón para dar visibilidad y cercanía.

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