[dropcap]L[/dropcap]a ciudad de Salamanca tiene 155.000 habitantes y una decena de instituciones públicas y Asociaciones de Padres dedicadas a la discapacidad. Dotadas con los mejores medios, viendo su funcionamientose comprende fácilmente el motivo de mi alegría.
El progreso de un país se mide por el empeño que pone en mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos, especialmente aquellos que más lo necesitan. Y en ese grupo preferente, los primeros son los discapacitados. Por eso, en estos momentos de crisis económica profunda debemos trabajar seriamente para no perder lo que hemos conseguido con tanto esfuerzo a lo largo de estos últimos cuarenta años.
Para terminar estos comentarios sobre mi profesión quiero tener un recuerdo especial para mi maestro, el catalán universal Jorge Perelló Gilberga, introductor de la Foniatría, la Logopedia y la Audiología Infantil en España. Llegó a explicar periódicamente en nuestras escuelas de Logopedia y Psicología del Lenguaje, y fue propuesto por la Facultad de Psicología al Claustro General para ser investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Pontificia de Salamanca, ceremonia de la que tuve el honor de ser padrino.
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