[dropcap]U[/dropcap]na de las oportunidades que ofrece Salamanca es que puedes pasear con los artistas cuando inauguran una exposición y que él te vaya desgranando lo que nos ofrece a los espectadores.
Este paseo lo realizamos junto a Andrés Alén este sábado para ver junto a él ‘De todo lo visible y lo invisible’, que se puede disfrutar en la primera planta de El Casino –Palacio de Figueroa- hasta el 9 de mayo.
Alén comienza el recorrido recordando una frase de San Juan de la Cruz: ‘De donde más se saca, es lo que no se sabe’. Es premonitoria porque sus obras se ven en conjunto y por separado y en ambas perspectivas, el ojo del espectador ve obras diferentes. Eso sí, detrás de cada una de ellas hay un pintor, por el dominio que tiene del color.
Los dos mundos de Alén
La exposición se divide en dos mundos distintos, ubicados en dos salas. La primera podía ser lo invisible. Alén comenta que aunque haya cierta uniformidad, no se parecen en nada unas piezas a otras. Tiene otro tipo de colorido y de armonías, casi todo son tiras y trayecto que van de un sitio a otro. Son vinilos autoadhesivos, pintados con rotuladores permanentes, algunos son transparente. Hay armonía de colores. “Unos se complican mucho y otros son un mandala. Son tiras que se van poniendo. Juega todo, el fondo…”
Confiesa que le ha gustado verlos juntos. “Esta parte es mucho más moderna y más fría. Muy poco vista. No tengo referencia de que este tipo de obras se haya visto en otros lugares”.
Por supuesto, en este paseo por sus obras, Andrés Alén nos deja ver a su yo más socarrón. Se para frente a sus cuadros y susurra: “Mi madre me ha dicho: ‘¡Hijo! Pero, ¿esto qué es?’ (Risas)
La segunda es más clásica y hay más color. «La tengo más entrenada. Son cuadros muy divertidos. Son composiciones más tradicionales. En realidad, es volver a convertir los collages en pinturas. Aquí hay una parte más visible. Son paisajes insinuados, muy lijados… Lo de dentro se transparente. Está todo como velado. Los colores que hay aquí están debajo y se descubren. De alguna forma están muy matizados».
¿Con cuál te sientes más cómodo?
Es distinto. A mí me gusta empezar series y acabarlas.
Nos quedamos mirando un cuatro en el que se descubre la silueta más reconocida y reconocible de Salamanca. “No he querido abusar mucho, porque si no parecería que estoy aquí porque quiero vender. En realidad, lo que más he vendido es paisajes reconocibles”. Vuelve el Alén más mordaz.
La exposición se compone de decenas de cuadros. Tuvo sus dudas al principio de si cansaría colocados todos. Se responde a sí mismo: “No cansa. Es como un cuadro grande, que el que quiera se acerca y ve los cuadros de manera individual”.
Se acerca a los cuadros y confiesa que en estos, los que se pueden ver en la sala interior, hay un trabajo inmenso previo al colocarlo. “Aquí no hay nada pintado encima. Esto está previamente pintado. Yo tengo que preparar estos papeles. Son completamente distintas las obras. Son unos colores más vivos, pero las composiciones son diametralmente distintas”.
El paseo junto a Andrés Alén concluye diciéndonos que esto es lo que hemos hecho. “Creo que ha quedado bien. Ha quedado una exposición que alegra este entorno y era un pequeño riesgo hacer una la primera exposición abstracta en El Casino. Creo que gusta porque hay un trabajo detrás y está todo muy entonado”.