“La investigación ha sido siempre la hermana pobre de las inversiones en España”

Rives Arnau Pide de “más dinero” para la química de materiales, donde uno de los retos es “conseguir crear materiales que desarrollen las mismas funciones que los minerales"
Rives Arnau en su laboratorio. (Ical / Arranz)

Carlos Tabernero/ ICAL

Catedrático de Química Inorgánica en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Salamanca y colaborador, con sus investigaciones, de empresas como Grupo Antolín o Aquimisa para la innovación en sus materiales, Vicente Rives Arnau (Castellón, 11 de septiembre de 1952) pide a los partidos políticos “que no olviden” la inversión en I+D+i aunque no dé resultados “para pasado mañana”, y exige una mayor “coordinación” entre las Administraciones Públicas para evitar la “infrautilización de los recursos disponibles”. Como nuevo Premio Castilla y León de Investigación Científica y Técnica e Innovación, defiende su disciplina, la química de materiales, por los avances que permite en la Industria, la Medicina o el Medio Ambiente, y recuerda que en este campo joven de investigación, de apenas tres décadas de existencia, “el límite está en la imaginación”.

 

Uno de los motivos a los que alude el jurado para la entrega de su galardón se refiere a sus aportaciones dentro de la química de materiales. ¿En qué consiste ese campo de investigación?

Un material se puede definir de muchas maneras, pero una breve, y por tanto incompleta, es decir que es un sólido útil. Cualquier cosa sólida para la que se encuentre una aplicación es un material: el hierro para las estructuras de hormigón armado, la madera, los materiales o componentes de un teléfono móvil… Todo lo que nos rodea es material, y no está restringido a aplicaciones duras sino que también incluye las prótesis, porque son sólidos que tienen una aplicación definida, en esta ocasión para suplir a un componente de un cuerpo vivo que ha fallado. En nuestro caso concreto, llevamos trabajando desde principios de los 90 en unas sustancias, que las hay naturales pero que nosotros hemos sintetizado, que son unos compuestos laminares parecidos a las arcillas pero con una composición química y propiedades distintas, y que tienen multitud de aplicaciones.

¿Cuáles son esas aplicaciones y su alcance?

Los compuestos laminares los hemos utilizado, en colaboración con investigadores de Oporto, para la fabricación de materiales compuestos donde hay una componente mayoritaria, que es la matriz, en cuyo interior se dispersan esos otros componentes que serían nuestros materiales. Y eso se utiliza, por ejemplo, para la fabricación de puertas de seguridad o material anti-incendios, puesto que nuestros materiales retrasan la combustión de la matriz. También los hemos utilizado como dispensadores de medicamentos. Por ejemplo, uno de los problemas que tiene la aspirina es que un uso excesivo de la misma produce úlceras estomacales. Sin embargo, en el adiro, la aspirina está en una matriz de la cual se va liberando lentamente, con lo que se evitan o retrasan esos problemas de ulceración y, al mismo tiempo, se mantiene una concentración más o menos constante del medicamento. Nuestros materiales los hemos usado para poder llevar a cabo esa liberación controlada de otros medicamentos aniónicos. Y también los estamos utilizando como dispensadores de plaguicidas y para estudiar la descontaminación en las aguas subsuperficiales, a través de un proyecto financiado por la Unión Europea en el que participan doce entidades de cinco países.

Son aplicaciones industriales, médicas, medioambientales… ¿Dónde está, entonces, el límite de la química de materiales?

En la imaginación.

Otra de las razones que esgrime el jurado del Premio Castilla y León de Investigación Científica y Técnica e Innovación es su aportación al tejido empresarial de la región, con colaboraciones con entidades como el Grupo Antolín o Aquimisa. ¿Hasta qué punto está vertebrada en Castilla y León la colaboración entre la investigación universitaria y la empresa?

Las universidades de Castilla y León cuentan, todas ellas, con la que se denomina Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI), que ha elaborado una base de datos sobre qué es lo que los distintos grupos de investigación de la universidad pueden hacer. Esa base de datos es pública y las empresas pueden conocerla si están interesados. Así, en el momento en que una empresa tiene un problema, consulta esa base de datos e identifica si algún grupo de investigación de la universidad está en disposición de colaborar en la resolución de ese problema. Esa Oficina es la encargada de realizar ese puente, de modo que, de vez en cuando, nosotros recibimos un mensaje de la OTRI en el que se nos informa que hay una empresa que está buscando quien pueda resolver un problema. Si nosotros podemos, entramos ya en contacto directamente con la empresa, y si está fuera de nuestro campo, explicamos que nosotros no, pero que quizá tal persona o grupo puede ayudarlos.

¿Costó mucho llegar a un sistema así?

Costó que la Administración se diese cuenta de su necesidad, porque hasta ese momento era solo el boca a boca. Pero ahora, la institucionalización ha permitido que eso sea mucho más dinámico y fluido, aunque el boca a boca sigue funcionando.

Institucionalizada esa colaboración universidad-empresa, ¿qué hay de la Administración pública? ¿Colabora lo suficiente?

Las Administraciones públicas tienen un defecto: la falta de coordinación. Porque ha habido años en los que el Ministerio de la nación ha convocado mucho dinero para comprar equipos y poco dinero para contratar personal, y a lo mejor la Administración regional ha hecho lo mismo. Lo ideal es que hubiese una colaboración entre ellos, porque si todos te suministran dinero para comprar equipos pero ninguno te lo da para contratar personal, no sirve para nada. Igual que si consigues dinero para contratar personal pero no tienes equipos para que estas personas trabajen. Esa falta de colaboración es a veces muy evidente y redunda en una infrautilización de los recursos disponibles.

¿Se invierte lo suficiente en departamentos como el suyo? ¿O siente que existe preferencia por otros departamentos y áreas, más relacionados con la Medicina o la Economía?

A primera vista, parece más importante desarrollar o instalar un hospital que otras cosas que pueden parecer más herméticas. No voy a decir que se invierte demasiado en Medicina, pero sí que se invierte poco en otros campos.

¿Quizá por falta de divulgación de esos campos de investigación?

Divulgación sí hace falta. A veces somos incapaces de transmitir con palabras no excesivamente herméticas qué es lo que hacemos y para qué sirve. Pero lo que falta es dinero, porque no hay que sacrificar un hospital o una escuela, por ejemplo, para invertir en esto. Y eso que estamos hablando de investigación aplicada, pero no hay que olvidar que la base es la investigación básica, aunque suene redundante. Muchos investigadores y científicos han desarrollado ideas para las que a lo mejor, hasta dos generaciones después, no se ha encontrado una aplicación. En un mundo ideal o próximo a la idealidad, habría que invertir no solo en investigación aplicada, sino también en investigación básica. La ventaja de este campo en el que me he movido es que siempre ha ido cerca de la investigación aplicada, y por eso hemos sido capaces de colaborar con algunas empresas. Otras personas que hacen investigación básica lo tienen bastante más difícil y han de vivir de las subvenciones a fondo perdido que establecen las Administraciones.

Rives Arnau en su laboratorio. (Ical / Arranz)

¿Existe diferencia de inversión también en la química de materiales con respecto a otros países?

Sí, pero hay que entender que el pastel tiene un tamaño determinado y hay que repartirlo a los comensales que hay. Si aumenta el número de comensales, la porción es más pequeña. Sí es cierto que la investigación ha sido siempre la hermana pobre de las inversiones en España. La prueba está en que el porcentaje del PIB que se dedica a investigación no solo está bastante por debajo de la media europea, sino que en los últimos años ha disminuido sensiblemente.

Ahora que estamos en plena campaña electoral, ¿qué le pediría a los partidos políticos, independientemente de su color, con respecto a la investigación?

Que no la olviden. Que la investigación es una inversión, pero sus resultados no son a corto plazo. Dentro de cuatro años no podrán decir “yo invertí en esto y conseguí esto”. En investigación, no podemos esperar resultados para pasado mañana.

¿Hacia donde se encaminan ahora sus investigaciones?

Se encaminan a la jubilación. Pero de lo que sí estoy orgulloso es de haber tenido, y seguir teniendo, colaboradores que van a ir más allá de lo que nosotros hasta ahora hemos conseguido. Tenemos una fuerte colaboración con la Universidad de Franca, en Brasil, con la que estamos desarrollando materiales muy interesantes para procesos de descontaminación, de eliminación de colorantes en aguas residuales, que es un problema impresionante no solo desde el punto de vista sanitario, sino porque son pigmentos donde una pequeñísima concentración en las aguas produce coloraciones muy intensas, con lo cual la alarma puede ser importante.

¿Se encamina entonces la química de materiales, más que hacia el desarrollo industrial, a paliar los impactos medioambientales de este? ¿O hacia qué se debe encaminar este área de conocimiento en los próximos años?

El límite es la falta de imaginación, porque se encamina a todo. Por ejemplo, en nuestro día a día estamos utilizando recursos naturales que tienen un tiempo de vida. Muchos minerales está previsto que caduquen en 20 o 30 años y, en ocasiones, su extracción ahora mismo es esclavista, como sucede con el coltán en África. Por tanto, el reto es conseguir crear materiales que desarrollen las mismas o mejores funciones que los minerales y que no tengan esos costes económicos y sociales. Nos encaminamos también hacia el desarrollo de motores que no sean metálicos, porque otros materiales menos densos suponen menos energía que hay que consumir para transportar el propio material: todos los kilos que le quite al motor los puedo utilizar para aumentar la carga que ese vehículo transporta, y el beneficio económico va a ser mayor. Ya digo que el límite está en la imaginación, no en otro sitio, y las aplicaciones de los materiales hay que dirigirlas hacia lo que se decida políticamente que son las necesidades prioritarias de la tribu, de una sociedad, de un país, de un conjunto de países o de la humanidad en su conjunto.

¿La relevancia que le puede dar este premio a la química de materiales puede conseguir también mayor inversión en este campo?

Eso sería muy bueno, pero no soy tan ambicioso ni creo que se consiga. Lo que sí se consigue es una visibilización de un campo no voy a decir desconocido, pero quizá sí extraño para la sociedad. Y si esa visibilización enternece a los políticos para que puedan dedicar dinero, mucho mejor.

 

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