El presidente regional del PP y candidato a la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, lleva desaparecido desde la noche electoral tras conocer la debacle de su partido en España y Castilla y León.
Estuvo siguiendo el escrutinio desde la sede del PP en Salamanca y al final de la noche no compareció y dejó que fuera el presidente provincial del partido, Javier Iglesias, quien saliera a valorar los resultados.
Este lunes tampoco ha tenido la gallardía de dar la cara en uno de los momentos más difíciles del partido y ha sido el número dos del partido en la región, Francisco Vázquez, el que ha tenido que pasar el trago de dar la cara en lugar del líder del partido en Castilla y León.
Vázquez restó importancia a que el líder y candidato a la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, no haya comparecido para hacer una valoración y apuntó a los pasos dados en Madrid, con la reunión de este lunes del comité de dirección y la rueda de prensa del secretario general, Teodoro García Egea, como se ha hecho en Valladolid, donde este lunes por la mañana se reunió el comité de dirección nacional y por la tarde ha comparecido él, como ‘número dos’.
Vázquez se olvidó de que Pablo Casado salió la noche electoral a dar la cara y reconocer sus malos resultados, sin eludir su responsabilidad, mientras que Mañueco hizo mutis por el foro y aún no ha dado señales de vida tras la derrota cosechada por el partido en las primeras elecciones en las que él es presidente de la formación.
Francisco Vázquez, hizo autocrítica, después de que en las elecciones generales del pasado domingo fueran superados por los socialistas en España y en la Comunidad tras 32 años, al manifestar que no han sabido “explicar” por qué eran la única opción de Gobierno al PSOE, pero confió en recuperar los votos perdidos en los comicios del próximo 26 de mayo.
En un primer análisis de los resultados de este 28 de abril, por los que felicitó al PSOE y expresó el compromiso de los diputados y senadores electos con Castilla y León, Vázquez atribuyó la derrota a la división del voto en el centro derecha y a un sistema electoral -Ley D’Hont- que beneficia al partido más votado, en este caso a los socialistas.