[dropcap]M[/dropcap]is relaciones con el partido socialista de Béjar han sido siempre muy buenas. María Mendoza y yo estuvimos en la refundación y guardamos amistad con Miñana, Cela, Lino y todas las viejas glorias de esa famosa agrupación. He realizado muchos actos con ellos. Recuerdo especialmente uno porque nos acompañó mi suegro, Antonio Gil, que perteneció a la última ejecutiva socialista republicana de Salamanca y se libró de la muerte de milagro.
El mitin se daba en un salón de La Alberca. Estaba situado en la entrada al pueblo, en el cruce de la carretera de Salamanca con la de Mogarraz. Notamos desde el principio algo anómalo, la Guardia Civil estaba apostada en la puerta del salón anotando los nombres de cuantos osaban pasar al interior. Nos acercamos a ellos en buen plan para informarles que lo que estaban haciendo era ilegal y que contravenía las leyes de la democracia, leyes que al tratarse de un periodo preconstitucional no existían en España.
Los guardias nos dijeron que lo sentían mucho, pero que tenían orden del gobernador civil de controlar todos los actos políticos que se celebrasen en su circunscripción y que, de no recibir una orden en contra, tenían que estar presentes en el acto controlando a las personas que asistían y a las que intervenían, y lo que era peor, anotando, para comunicarlas a la autoridad, las cosas que se decían. Por eso, a veces, se nos contestaba en los periódicos directamente o por periodistas interpuestos a discursos cuyo contenido había sido filtrado por el gobernador civil.
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