Si el primero de los dos debates a cuatro mantenidos por los candidatos de PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos aportó ya suficientes pistas para vislumbrar el pacto político en ciernes a la espera del resultado de las próximas elecciones autonómicas, el segundo ha despejado absolutamente la incógnita.
No es que Ciudadanos, el partido que dispondrá de la llave para decantar el signo político del nuevo gobierno autonómico, haya desvelado su opción. No lo ha hecho ni era de esperar que lo hiciera: Un partido con posibilidad de pactar indistintamente a derecha a izquierda no revela su preferencia antes de la cita con las urnas, ya que ello le supone un coste electoral por el flanco del sector del electorado contrario al compañero de viaje elegido. Es de cajón.
Por ello el candidato naranja, Francisco Igea, no explicita una decisión que tiene adoptada desde que se hizo cargo de la candidatura de Ciudadanos a la presidencia de la Junta, que no es otra que la de pactar con el PSOE un gobierno de coalición que ponga fin al largo ciclo político del PP en la Junta de Castilla y León, 32 años que han dado tiempo a constituir un régimen clientelar y salpicado por la corrupción que ha tocado fondo al mismo tiempo que se tambalea el otrora hegemónico partido que lo sustentaba.
No hace falta explicitar lo evidente. La predisposición de Ciudadanos no puede estar más clara. Lejos de secundar el cordón sanitario establecido por Albert Rivera frente al PSOE dePedro Sánchez, Igea no ha hecho otra cosa que propugnar un cambio político en Castilla y León, algo ya de entrada incompatible con la figura de Alfonso Fernández Mañueco, ejemplo máximo de continuismo de ese régimen del que ha sido principal coparticipe. (En el segundo debate, Fernández Mañueco se ha obstinado además en defender a ultranza la gestión de los gobiernos deJuan Vicente Herrera en todos los campos, sin el menor asomo de autocrítica ni siquiera respecto a la desastrosa gestión sanitaria que él ha conocido y sufrido en su propia carne política mientras ha sido alcalde de Salamanca).
“¡Cómo ha cambiado el cuento”!”.- Mañueco podría haber sido sin problema presidente de la Junta en 2011 o en 2015 si Herrera no se hubiera obstinado en prolongar su mandato durante 18 insufribles años en los que ha acabado dejando esta comunidad hecha unos zorros. Pero no ha podido ser candidato hasta 2019 y en este tiempo se le ha pasado el arroz a él y su partido, que en los últimos 8 años ha perdido en Castilla y León más del 50 por ciento de su electorado.
“¡Como ha cambiado el cuento…!”, se admiraba en el debate de anoche el socialista Luis Tudanca cuando los candidatos de PP y de Podemos le reconocían implícitamente como primera opción para ocupar el Colegio de la Asunción. Sobre la mesa tan solo cabe plantear una posible variante. Que Igea se venga tan arriba que, aun siendo Ciudadanos la tercera fuerza política, se descuelgue pidiendo para él la presidencia de la Junta.
Pero creo que si se da el caso, como de hecho sucedió en las primeras escaramuzas para forman el nuevo gobierno andaluz, será para partir de mejor posición en la negociación a mantener con el PSOE sobre un reparto de poder que, ojo, se extenderá a gran número de ayuntamientos y buena parte de las Diputaciones. Casi nada…