[dropcap]C[/dropcap]omo partido relativamente joven que es Cs no puede aspirar a recorrer en cinco años un camino que a otros les ha llevado décadas o más de un siglo.
No puede aspirar a superar al PP de un plumazo porque las cosas no funcionan así.
Por el camino en busca de convertirse en la fuerza hegemónica del centro derecha tiene que cumplir algunas etapas.
No lo será jamás si se niega a crecer, si no se sacude sus complejos de inferioridad y deja de estar bajo la tutela del PP para que no gobierne el PSOE en autonomías y ayuntamientos, como Salamanca y Castilla y León.
Solo crecerá si sale de la sombra del PP y deja de ser su muleta, que es para lo único que lo quiere el PP.
El resultado de las elecciones pondrá a prueba la consistencia de Cs como alternativa al PP y su viabilidad futura. Ahora tiene la oportunidad de emanciparse, formar gobiernos y ponerse al frente de algunos de ellos con el PSOE, cuya ideología de izquierda se ha modulado tanto que en ocasiones está difuminada. Pero ahora el PSOE ha recuperado el voto porque el PP ha robado tanto que nos alcanza con que nuestros gobernantes no nos roben. Tiempo habrá para aumentar el nivel de exigencias.
El resultado de las elecciones pondrá a prueba la consistencia de Cs como alternativa al PP y su viabilidad futura.
Participando o dirigiendo un gobierno Cs obtendrá visibilidad institucional, se sacudirá su sumisión al PP y empezará a mostrar sus cualidades para gobernar, para gestionar sin caminar únicamente de la mano del PP y anulado por él, porque, no nos engañemos, el PP nunca le ayudará a crecer en un gobierno suyo, porque solo considera a Cs como una comparsa, papel que no quiere que abandone para que no aparezca como una alternativa real a la derecha tradicional y corrupta.
Si Cs no lo hace corre el riesgo de que le pase lo mismo que a Podemos. En 2015 se vio con cinco millones de votos, se negó a pactar un gobierno con el PSOE y Cs y permitió un nuevo mandato de Rajoy. Cuatro años después ha caído en la irrelevancia en las autonomías y casi todos los ayuntamientos (sobre todo en Castilla y León) y desde la indigencia electoral ya no se puede aspirar a nada. Corre el riesgo de que le pase en el resto de España lo que le ha ocurrido en Cataluña donde le dieron la mayoría, escurrió el bulto de mala manera y ahora se ha quedado en los huesos.
Hoy la gente quiere a Cs para cambiar las cosas, soltar el lastre del PP y que veamos que hay otra forma de gestionar y hacer las cosas.
Si lo hace es muy probable que crezca en valoración ciudadana, que al fin y al cabo es la que le interesa a un partido, porque tendrá algo que mostrar a su potencial electorado. Si no se emancipa del PP sus votos de hoy volverán de nuevo a los populares, porque no abandonará su papel de fuerza política subalterna sin capacidad para gobernar.
Es el propio Cs quien debe decidir si se sacude su papel de muleta y empieza a ganarse el centro derecha pasando a una nueva etapa, adquiriendo poder institucional y mostrando que es una alternativa real al PP.
Hoy está en condiciones que acceder a ayuntamientos y gobiernos autonómicos para demostrar a los ciudadanos que tiene personalidad propia y otra forma de gobernar y que no se conforma con seguir a la sombra del PP hasta que la gente se harte. La incomparecencia se paga caro.
Dentro de cuatro años hablamos.
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