El presidente estadounidense, Donald Trump, lleva varias semanas preguntando a sus asesores si EEUU puede comprar la isla de Groenlandia, ubicada al noreste de Canadá.
Se trata de un territorio habitado por 56.000 personas, casi todas ella de la etnia inuit, dependiente de Dinamarca, pero que goza casi de plena autonomía desde 2009.
Los medios estadounidenses informan de que hay división entre los asesores que consideran que Trump va en serio y quienes creen que es un capricho del que se acabará olvidando.
Lo que no ha trascendido son los motivos por los que Trump se ha encaprichado de Groenlandia, por lo que solo hay especulaciones sobre su interés por los recursos naturales que tiene o por su situación geoestratégica, cerca del Ártico.