Opinión

Bateando

Humphrey Bogart en "El tesoro de Sierra Madre". Obsérvese que detrás hay una instalación para el lavado de la roca molida.

 

– Hay algo de todo lo que me ha explicado que no acabo de entender.

– ¡Ah, síí! ¿Y qué es ello?

– Pues verá. Yo creía que el oro se encontraba cogiendo arena en un río y moviéndola en una palangana…

– Batea. Se dice batea…

– ¡Bueno! ¡Pues batea! Es lo que se ve en las películas del Oeste.

– ¡Pues no! Recordará que en «El tesoro de Sierra Madre«, aquella gran película de Humphrey Bogart, acarrean tierra y roca molida a una estructura de madera que han construido ellos… Es para llevar agua hasta unos canalones-esclusa donde se acumularían los minerales pesados. La batea, para los mineros, es un método de prospección… Aunque hay muchos aficionados que lo pasan en grande buscando sus tesoros, sin otro fin que el coleccionismo o la distracción.

«Recuerdo que hace muchos años teníamos en el Departamento de Mineralogía una batea sencilla, de las que se encontraban por entonces en algunas ferreterías. Antonio Arribas, el gran mineralogista, aprovechó que iba a venir a verle un colega francés para encargarle una mejor que la que teníamos. La trajo y fueron los dos a probarla en las orillas del Tormes. Y la sorpresa es que encontraron una pepita de oro, de unos 2 mm de diámetro. La guardó siempre en un frasquito y muchas veces la enseñaba…

– ¿Y dónde la encontraron?

– Eso nunca lo dijeron. Bueno, el caso es que un día cogí las dos bateas que teníamos, a mis hijos y a un amiguito suyo, Fernando, y nos fuimos a batear a un arenal del río…

– ¿Y encontraron algo?

– ¡Ya lo creo! Aparte de lo bien que lo pasaron los críos, que no lo han olvidado y ya son cincuentones, enseguida me di cuenta de que la batea española, que era de pared lisa, era peor que la francesa, que tenía como un valle o canalillo en medio de la pared. Ello hacía que los minerales pesados se concentrasen mejor allí.

– Pero… ¿cómo funciona eso?

– Muy sencillo. Se coge arena y, con agua, se imprime un movimiento giratorio que, inclinando la batea adecuadamente, expulsa el agua y los minerales ligeros mientras que los pesados quedan en el fondo de la batea o en el canalillo.

-¿Y qué encontraron?

– Nada más empezar nos dimos cuenta de que quedaba en el fondo una arena negra con pizcas claras y alguna brillante. ¡Pero de pepitas de oro, nada! Recogimos aquella arena negra, que me pareció polvo de magnetita, en unos frascos, y aquella noche los dejamos secar extendiéndolos sobre un periódico. Al cabo de unos días llevé a los chicos al laboratorio y pasé el polvo negro por una separadora magnética. ¡Efectivamente, casi todo era magnetita! Pusimos el resto bajo una lupa binocular de gran aumento y vieron, maravillados, lo que habíamos «pescado»: circón, rutilo, otros minerales pesados y algunos cuarzos y feldespatos que habían quedado. Y allí, entre todos ellos, había un pequeñísimo destello dorado: ¡Oro! Pero no daba para hacernos ricos. ¡Era sólo una pizca, de unos 0,05 mm, o menos! ¡Pero era oro! ¡Y lo habían encontrado ellos!

– ¡Me imagino lo contentos que estarían! ¡Se sentirían auténticos gambusinos del Oeste! Pero dijo usted que este procedimiento era sólo un método de prospección…

– Pues sí. Imagínese que sabemos que por una zona hay, pongamos, scheelita, o casiterita, u oro… Vamos bateando arenas de todos los arroyos de la zona, empezando en cada uno por lo más lejano a las fuentes. Y en el mapa vamos señalando donde se encontraba el mineral que buscamos y donde dejaba de haberlo. Una vez terminado el bateaje se busca minuciosamente la zona fronteriza donde ya no está ese mineral en las arenas, tratando de encontrarlo disperso en la roca o concentrado en un filón o dique… Me estoy acordando de un caso que se publicó por los años 30 en un pueblo de Cáceres.

Gambusino bateando (autor desconocido).

– Vale. Vale. Pero antes, acláreme que es la scheelita y la casiterita.

– Bueno. La scheelita es un volframato de calcio y la casiterita, óxido de estaño. Pues como le decía, en una zona del río Jerte, o en un afluente, las arenas traían oro, de modo que cuando el trabajo faltaba en el pueblo –no estoy seguro pero me parece que era en Fuentedueñas– los hombres se iban a sacar el oro del río. Aureanos les llamaban. Ahora bien, las cantidades que sacaban eran tan pequeñas que eran menores que cuando trabajaban como jornaleros. ¡Pero había que comer!

«Pues bien, se prospectó la zona buscando filones o rocas auríferas y se llegó a la conclusión de que los había habido, pero en el Mioceno o Plioceno habían sido erosionados y el oro se encontraba muy disperso en el sedimento resultante. Lo que se llama un placer. Éste, a su vez, se iba erosionando y nutriendo a los arroyos actuales. O sea, que era un placer de un placer.

– ¿Y la mina de oro romana de Tapia de Casariego?

– No creo que fuese localizada por medio de bateas. Pienso que se trató del descubrimiento de una montera por los ingenieros romanos, o puede que anteriormente por los astures.

– ¿Una montera? ¿Qué es una montera? ¡Será en un monte!

– Eso, si le parece, lo dejamos para otro día.

– ¡De acuerdo! ¡Hasta mañana!

2 comentarios en «Bateando»

  1. Querido Emiliano,
    Aunque hace algún tiempo que no pongo comentarios, te sigo fielmente y encuentro que tus ocurrencias siguen tan interesantes como el primer día. Así que adelante y a seguir bateando. Un abrazo y hasta pronto,

    Emilio

    Responder

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