[dropcap]T[/dropcap]enemos la suerte de tener una provincia muy extensa y diferente. Variedad de trajes, variedad de faenas del campo, variedad de divertimentos… “Es mérito de las personas de los pueblos el que tengamos esta exposición Anthropografías. Es la memoria gráfica de la provincia de Salamanca”, explica Francisco Blanco, director del Instituto de Identidades y comisario de la muestra que se puede ver hasta el 6 de octubre en la Sala de Exposiciones de La Salina.
Con estas 730 ‘ventanas’ a Salamanca, a modo de fotografías recogidas en 55 pueblos, celebran que llevan 10 años revisionando los caminos de esta tierra charra.
Mil Salamancas hay en una provincia tan grande como la nuestra y a todas cobija bajo su manto, que diría Víctor Manuel (por cierto de padre salamantino) Nada que ver Peñaranda con Peñaparda; ni Candelario con Ledesma, aunque ambas localidades se levantan en un alto; Ni la Alberca con Palencia de Negrilla, y eso que las dos tienen elementos declarados Bienes de Interés Cultural. Y qué decir de los ‘acantilados’ arribeños y el mar abierto de La Armuña.
La Sala de Exposiciones de La Salina acoge hasta octubre fotografías que hablan de lo que fuimos. Nuestros padres, abuelos, bisabuelos… nos miran desde la pared. Son momentos de júbilo, de alegría, de disfrute,… Son fotos que huelen a domingo y fiesta grande. Es cuando se llegaba el fotógrafo a retratar la vida remudada.
“Es un proyecto único en toda España. Nosotros nos acercamos a los pueblos y los paisanos nos sacan la caja de Cola-Cao donde tienen las viejas imágenes y empezamos a seleccionar el material fotográfico. ¡Son tan generosos!”, comparte Francisco Blanco, comisario de la exposición.
Las casas que habitamos antaño, las calles que transitamos, las fiestas que celebramos, los oficios y labores que desempeñamos, las tradiciones y costumbres que conservamos, y los hombres y mujeres –especialmente dedicada a ellas va esta muestra, y se nota- que ponen rostro a todo ello han dejado huella gráfica, un testimonio documental fotográfico imprescindible que permite conocernos mejor.
Cada pueblo, cada familia, cada personas son depositarios de un legado, que debe sobrevivir a la inclemencia del tiempo para conservar y ofrecer referencias de nuestras señas de identidad. No se puede perder y el mejor destino serían las instituciones, las veladoras de que este gran legado continúe siendo patrimonio de todos, para no olvidar de dónde venimos y así quizá conozcamos a dónde vamos.