El otoño será «cálido» en Castilla y León y las precipitaciones se mantendrán en valores medios para esta estación, si bien su distribución podría ser irregular como ha ocurrido durante este verano. Las lluvias más importantes se esperan para noviembre, con cifras medias de 50 o 60 litros por metro cuadrado en la Comunidad.
ICAL. El delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Castilla y León, Juan Pablo Álvarez, presentó este jueves el balance del verano y la previsión para el otoño que comienza a las 09.50 horas del próximo lunes, 23 de septiembre, acompañado por el subdelegado del gobierno en Valladolid, Emilio Álvarez.
En ese sentido, los modelos con los que trabaja la Aemet indican que el otoño será «cálido» en la Comunidad, con temperaturas en general «por encima de lo normal», de acuerdo a lo sucedido también este verano. Por tanto, pese a la baja de las máximas con las que se estrena la estación el lunes, la Aemet espera la llegada del tradicional «veranillo» en las próximas semanas.
Asimismo, la predicción de la Aemet no contempla que el otoño sea ni húmedo, ni seco, sino que las precipitaciones se produzcan de forma irregular, aunque en noviembre será cuando cobren mayor relevancia. De esta forma, tras un verano muy seco en el sur y sureste, 2019 es ya el cuarto año hidrológico más seco, si bien fue húmedo en el norte y oeste de la Comunidad.
En conjunto, el verano fue «cálido» en la Comunidad, con la primera ola entre el 26 de junio y el 1 de julio, y con precipitaciones «irregulares», que dejaron un «superávit» en algunas zonas. Así, el delegado de la Aemet destacó la situación de Burgos en el mes de julio, el más húmedo desde 1952 o de Segovia, donde se recogieron 35,81 litros por metro cuadrado el 26 de agosto.
Juan Pablo Álvarez destacó que tras un inicio de junio con mucho calor, como mayo, el calor se redujo, si bien a finales del mes las temperaturas ya eran altas. Todo ello, dio paso a un mes de julio de los más tormentosos, con 25.000 descargas eléctricas, solo por detrás de los 40.000 de 2006 -se recogen datos desde 2001-. Además, las temperaturas volvieron a disparse entre el 25 y el 26 de julio, si bien luego se produjo un fuerte descenso que alcanzó los 14 grados.
Los dientes de sierra en la variación térmica caracterizó agosto, con bastante calor entre el día 6 y 10, pero con jornadas frías entre el 11 y el 13. En conjunto fue un mes «prácticamente normal», dijo Juan Pablo Álvarez, quien concluyó que el periodo estival fue entre «cálido» y «muy cálido». Los valores máximos se registraron en Candeleda (Ávila) y Miranda de Ebro (Burgos), con 42,8 grados a finales de junio, si bien también se anotaron 3,5 grados de mínima en Riofío (León).
Como efemérides, el delegado de la Aemet en Castilla y León destacó los 38,8 grados de Villafría (Burgos) en un mes de junio, pero también noches tropicales con mínimas de casi 26 grados en Segovia y 23 en Ávila. Todo ello dibuja una senda al alza de las temperaturas en Castilla y León, por lo que en la serie histórica se detecta una tendencia al alza, es decir, que se aprecia un calentamiento.
De esta forma, la temperatura media del verano en Castilla y León fue este año de 21,1 grados, lo que lo convierte en el séptimo más cálido desde 1951, de forma que de los diez con más calor, ocho se han contabilizado en el siglo XXI. Este valor no alcanza los 22,2 grados registrados en 2003. En León, Ponferrada y Salamanca la superación de los valores medios fue pequeña, mientras fue mayor en otras.