[dropcap]H[/dropcap]ablamos o no de despoblación, el PP no se pone de acuerdo. El presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias, habla de hacer un pacto de Estado contra la despoblación y el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco señaló que hay que “dejar de hablar de despoblación para hablar de reto demográfico”
Demóstenes dijo hace más de 2000 años que las palabras que no van seguidas de los hechos no valen para nada. Sobre la despoblación, la España vaciada, los pueblos que se acaban se ha escrito y se escribirá mucho, pero ninguna de las palabras que dicen, van seguidas de hechos.
Este sábado, Día de la Provincia, Javier Iglesia, presidente de la Diputación de Salamanca ha dicho en su discurso: “Estoy convencido de que auspiciar un orden territorial diferente y eliminar los municipios, sería sacrificar a la España más vacía”.
Los pueblos no se sacrifican, los pueblos se mueren. La Salamanca rural muere un poco cada año. Raro es el pueblo pequeño que no entierra a una decena de vecinos en un año. Lo malo no es que muera la mujer o el marido, lo malo es que esa casa se cierra, porque el que queda, ya con sus años, se va a casa de los hijos o a una residencia. Ese es el gran problema. Los pueblos se mueren, literalmente.
Iglesias, en su discurso señaló que nadie duda del papel de los alcaldes y concejales de los pueblos. Es cierto, estas personas que se ponen al frente de los Ayuntamientos de sus pueblos, sobre todo si son pequeños, hacen una labor magnifica para sus vecinos. Los políticos de pueblo, entiéndase como halago, no forman parte del grupo de políticos de sillón, a los que se le critica por no estar al cabo de los problemas de la calle. Los políticos de los pueblos saben perfectamente lo que les ocupa y preocupa a sus vecinos. Los otros a tenor de los últimos acontecimientos, no tienen ni idea.
En este Día de la Provincia, el presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias, reivindicó un pacto de Estado contra la despoblación capitaneado por el Gobierno que «salga en las urnas» en el que participen las comunidades autónomas y colaboren los ayuntamientos y diputaciones.
Quizá Iglesias debe de ponerse de acuerdo con su presidente, Alfonso Fernández Mañueco, quien hace cinco días, el martes 17, señaló que había que «dejar de hablar de despoblación para hablar de reto demográfico» y consideró, a tenor de la creación de la Comisión de Despoblación en el Senado a las puertas de unas nuevas elecciones generales, que «lo importante es que se vayan dando pasos».
«Lo importante es que vayamos trabajando sobre algo tan importante como es la despoblación, en la que creo que todos estamos especialmente sensibles. Vamos a dejar de hablar de La España Vaciada para hablar de la España de las oportunidades. Tenemos que plantear esto como un reto, como algo positivo», insistió.
Pero, no indicó hacia donde. Volvemos a Demóstenes, si las palabras no van seguidas de hechos, no valen para nada.
Junto a la terminología, que contribuye lenta pero inexorablemente a hacer que desaparezca lo que no se nombra, está la propuesta de su socio de gobierno, Cs, cuyo líder, Francisco Igea, propone ‘cerrar’ pueblos. Esta propuesta sonaría mejor si se explica con más eficacia para que no parezca que la unificación de la gestión y prestación de algunos servicios en el medio rural supondrá el cierre a algunos pueblos.
Javier Iglesias en su discurso quiso poner en valor el desafío demográfico y como tenía frente a él a muchos alcaldes y concejales en el Palacio de la Salina, les señaló como “necesarios para diseñar políticas contra la despoblación. Lo voy a decir de otra manera: en la España rural, el problema no son los políticos. Son las políticas”.
Seguro que todos los alcaldes y concejales estaban de acuerdo con esta afirmación, pero, ¿de qué políticos hablamos de los de sillón o de los de pueblo? Los últimos saben muy bien qué soluciones darían a sus pueblos.