[dropcap]H[/dropcap]ay voces -mejor dicho palabras escritas- que tienen mucho predicamento en las redes sociales. Una de ellas es La Vecina Rubia que tiene más de dos millones de seguidores solo en Instagram y más de 600.000 en Twitter. Lo que escribe es contestado por cientos de personas.
La Vecina Rubia utiliza la red para contar sus cosas divertidas y también para concienciar a sus seguidores. En esta ocasión, quizá por aquello de que llega el otoño y la depresión puede ser una de las patologías que se asocian a esta estación, se sincera sobre esta enfermedad que padecen millones de personas solo en nuestro país.
Este mensaje que lanza La Vecina Rubia sobre la depresión tiene miles de interacciones y comentarios.
La ansiedad y la depresión no avisan. No llaman, no te ponen un mensaje ni sabes cuándo llegarán. Puedes pensar que eres fuerte, que a ti eso no te pasa, que tú aguantas. Pero llega un día que estás relajada, después de meses de tensión, de muchas lágrimas contenidas y muchos «estoy bien» que no eran verdad.
Van cogiendo sitio en tu vida poco a poco: un día no te pones tacones, otro no sales, otro no te maquillas y de repente te das cuenta de que vas en el coche sin música. Y lloras más que sonríes. Y no disfrutas de nada y nada te hace feliz.
A veces no te sientes comprendida y eso duele.
Hay personas que nunca han tenido un problema grande y por eso les es mucho más difícil comprender. Si fuese más normal hablar de ello, nos sentiríamos más comprendidas.
Los problemas grandes necesitan, además de la comprensión de tu gente, la ayuda de un profesional.
El primer paso para solucionar un problema es saber que lo tienes. A veces tardas en darte cuenta de que llevas tiempo sin sonreír ni ilusionarte y ni tú te entiendes. La ansiedad y la depresión suelen llegar cuando frenas, cuando la montaña rusa de las emociones se para. A veces vuelves a montar en la montaña rusa de la vida solo con la ayuda de amigas, pero muchas veces necesitas ayuda profesional. En este camino entre darte cuenta del problema y solucionarlo, te encuentras con el estigma del «qué dirán». Y aquí es donde todos podemos ayudar. Ir al psicólogo es necesario y normal. Querer solucionar un problema es más valiente que guárdatelo. Y no se soluciona con un: «Anda, tía, salimos a tomar una cerve y se te pasa», porque entonces a ti ese nudo que tienes en la garganta se te pasa al pecho y ya no te atreves a decirle a nadie que te falta el aire.
Creo que es necesario dedicar tiempo en redes a normalizar que todos estamos tristes alguna vez, que ir al psicólogo es como ir al dentista, porque igual que quieres tener los dientes bonitos, quieres sonreír de corazón para lucirlos.
Las publicaciones más banales son tan necesarias como reflexionar, porque a veces que un post te haga sonreír te hace evadirte de los problemas y eso también es salud. Ayudémonos en los días malos para compartir más días buenos.
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