[dropcap]H[/dropcap]an pasado 527 años desde que las carabelas comandadas por Cristóbal Colón atracaron en costas americanas, la mañana del 12 de octubre de 1492, en uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la humanidad. Sin duda, un hecho que cambió el devenir de los pueblos americanos y de la misma Europa.
En Venezuela, durante la primera parte del siglo XX esta fecha comenzó a conmemorarse como el ‘Día de la raza’ siendo declarada por el gobierno de Juan Vicente Gómez. Así pues, por muchos años, en las instituciones educativas solían publicarse, a propósito del 12 de octubre, carteleras con la imagen de las tres carabelas, acompañadas por el rostro de Cristóbal Colón.
No obstante, para el 2002, el entonces presidente Hugo Chávez emitió un decreto que fue sancionado por la Asamblea Nacional en donde la festividad en cuestión comenzaría a celebrarse con el nombre de ‘Día de la Resistencia Indígena’, como una manera de reivindicar la resistencia de los nativos americanos contra los conquistadores europeos, de acuerdo con la percepción del controvertido exjefe de estado del país petrolero.
En este orden de ideas, son muchos los intelectuales e historiadores que plantean diversas teorías en torno a este tema. Algunos prefieren referirse a éste como el encuentro de dos mundos o culturas, otros catalogan el acontecimiento como un genocidio; sin embargo, más de cinco siglos después, muchos coinciden en afirmar que se tiene que insistir en la necesidad de que el llamado “Día de la Hispanidad” se convierta, verdaderamente, en una fiesta de la integración entre pueblos que, a un lado y otro del Atlántico, comparten el mismo idioma y gran parte de la cultura e idiosincrasia.
En este particular, el escritor y periodista español, David Jiménez, sostiene que “las mutilaciones intencionadas de la historia en museos, libros o escuelas no ayudan y tienen el agravio adicional de ser completamente innecesarias. Medio milenio parece suficiente tiempo para que los españoles podamos afrontar los excesos de aquellos días sin sentirnos heridos en nuestro orgullo patriótico. Y, de la misma forma, los países de América llevan suficiente tiempo emancipados como para resistir la tentación de caer en el confortable victimismo de los colonizados”.
Más que hablar de derrotados y ganadores, hoy en día deben construirse más puentes culturales y de cooperación entre ambos pueblos; multiplicar los esfuerzos por hermanar, aún más, la Hispanoamérica contemporánea, en la que, a pesar de las crisis, contamos con importantes recursos y valores humanos. Las deudas y resentimientos históricos deben dejarse de lado, en aras de fortalecer nuestros lazos, enmendar nuestros presentes, para construir un mejor futuro para todos.
Por: Raúl Márquez (Táchira, Venezuela)