[dropcap]L[/dropcap]a Semana Internacional de Cine de Valladolid abre un año más la puerta a las últimas producciones de largometrajes realizadas en la Comunidad a través de la sección Castilla y León en Largo. En esta ocasión, seis han sido las películas seleccionadas: ‘Agapito Marazuela, la estatua partida’, de la segoviana Lidia Martín Merino; ‘Aún se bendicen los campos’, rodada por la madrileña Vera Herrero en las Tierras Altas de Soria; ‘La moral del vampiro’, del vallisoletano afincado en Ávila José Ramón Rebollada; ‘Mujeres de cristal’, del director de Muces en Segovia Eliseo de Pablos; ‘Nous, la evolución del pensamiento’, de los vallisoletanos Henar Rodríguez y Christian Dehugo; y ‘Zaniki’, del salmantino Gabriel Velázquez.
César Combarros/ ICAL. La primera en proyectarse en el festival será ‘Zaniki’, que llega a Valladolid el domingo a las 17.15 horas en los Cines Broadway casi un año después de su estreno mundial en la Sección Oficial del Festival de Gijón.
La película es un homenaje en clave de ficción al folclorista Eusebio Mayalde, a quien Velázquez conoció una década atrás mientras investigaba sobre músicas ancestrales para su película ‘Iceberg’. «Me alucinó y sentí la necesidad de contar su historia, que es la de alguien que ha recogido sonidos y tradiciones de todos nuestros viejos ya muertos, las hace suyas y las transmite, para que no se nos olvide de donde venimos», señala el realizador en declaraciones a Ical. La película narra el viaje iniciático de un niño de ocho años que debe recoger el testigo de su abuelo como nuevo trovador de la tradición.
Dos horas después, a las 19.30 y en el LAVA, será el turno del estreno mundial de ‘Nous, la evolución del pensamiento’, el debut en la dirección de Christian Dehugo y Henar Rodríguez. La película establece espacios de diálogo entre la escuela pública y privada de dos centros de España y África, y es fruto de «una línea de investigación abierta en la Universidad que trataba sobre la cultura de pensamiento en la escuela». «Decidimos aplicar a través de unos talleres de filosofía para niños un programa basado en las habilidades de pensamiento, actitudes, sesgos y prejuicios que se ponen en juego a la hora de aprender», explica la cineasta.
Ya el lunes, a las 16.30 horas en el LAVA, se proyectará ‘Agapito Marazuela, la estatua partida’, un documental sobre el folclorista segoviano que busca arrojar luz sobre su historia personal y, al mismo tiempo, «sobre nuestra cultura, su significado y los personajes que le acompañaron». «A través de lo que he ido descubriendo de Marazuela, he aprendido capítulos especiales de nuestro pasado que permanecían escondidos y que muestran nuestra cultura como algo único y profundo, digno de cualquier esfuerzo para que no se pierda ni caiga en el olvido», recalca Lidia Martín Merino, que conoció al protagonista cuando ella era una adolescente y él participó en una mesa redonda en su pueblo, Hontalbilla.
El martes 22, a las 19.30 horas en los Broadway, Eliseo de Pablos presentará ‘Mujeres de cristal’, una película donde ficción y realidad se entremezclan en torno a un proyecto frustrado de ‘reality show’ promovido por Esmeralda Marugán que nunca vio la luz. «La pretensión es poner en valor y dar a conocer las vivencias de muchas mujeres valientes que han atravesado situaciones difíciles y traumáticas y que han sabido salir de ellas», convirtiéndose en «un ejemplo de que con lucha, constancia y valentía puede dejarse atrás esas desagradables experiencias», señala el director.
Las sesiones concluirán el viernes 25 en los Broadway. En primer lugar se proyectará a las 16.30 horas ‘Aún se bendicen los campos’, un sentido homenaje a «los últimos centinelas» de las Tierras Altas de Soria, y un grito poético de auxilio contra la despoblación. Vera Herrero y su equipo pasaron tres años buscando localizaciones, hablando con sus habitantes y captando la belleza de estos lugares en todas sus estaciones del año.
Ese proceso le permitió descubrir que, solo en esa comarca soriana, había infinidad de pueblos deshabitados, «dormidos uno al lado del otro, unidos por sendas que el tiempo y el desuso han casi borrado». «Te invaden una mezcla de emociones y todo tipo de preguntas: quiénes eran, cómo fue la vida allí, por qué marcharon, qué sintieron los últimos del lugar… Sientes una profunda melancolía, formas parte de aquella desolación sin darte cuenta. La idea era escribir un libro de relatos sobre aquellos formidables e inmensos pueblos abandonados, pero surgió la posibilidad de pasar al cine y no lo dudé», relata.
La última sesión de la sección será ese mismo día a las 19.00 horas con ‘La moral del vampiro’, que describe la lucha «continuada y titánica» que CCOO de Ávila y la asociación ecologista Centaurea, con sede en El Espinar, han mantenido durante veinte años contra el proyecto de las autopistas que unen todo el noroeste de la península con Madrid. Esas dos agrupaciones se pusieron en contacto con Rebollada que encontró en su pelea «una historia realmente fascinante en torno a las decisiones y actuaciones del Gobierno, el poder económico y la justicia en España y en Europa».
Una situación compleja
Cuestionados sobre su visión del panorama actual del sector audiovisual en la región, los cineastas que este año participan en Castilla y León en Largo tienen varios puntos en común. Lidia Martín Marino califica la situación de «pobre» y «sin muchas salidas», aunque reconoce que pese a ello «hay mucha gente creativa que está trabajando para que esto cambie».
En ese sentido, Eliseo de Pablo reconoce que «faltan productoras y apoyos para conseguir consolidar una producción estable» y que «habría que hacer un esfuerzo para que los muchos cineastas de la Comunidad que están trabajando en otros lugares pudieran desarrollar su labor fundamentalmente en la autonomía». «Las ayudas de la Junta y de otras instituciones son un aliciente, pero deberían incrementarse en el futuro», señala.
En cuanto a la ausencia de más apoyos, Gabriel Velázquez considera que «no tener una televisión que apoye a los creadores, como sí sucede en todas las regiones con televisión autonómica», es algo que «lastra muchísimo» al sector. «Ahí estamos todos luchando. La Junta sí que nos apoya, aunque el presupuesto no es muy grande y tenemos que hacer equilibrios para sacar los proyectos», añade.
Por su parte, Christian Dehugo destaca que «cada vez hay más iniciativas cinematográficas en la Comunidad», algo que achaca a la «oportunidad» de las nuevas tecnologías para «autoproducir películas con escasos recursos». Sin embargo, coincide con sus compañeros en afirmar que «la escena del cine local necesitaría más apoyo por parte de las instituciones y volver a dar valor a una industria que se ve amenazada de manera constante por las nuevas plataformas televisivas». «Si se sabe utilizar la cobertura digital de la que disponemos en este momento en favor de lo artístico, la sociedad podrá seguir disfrutando del trabajo de autor hecho aquí, hecho en Castilla y León», augura.
Por último, mientras Vera Herrero prefiere «no opinar demasiado» ya que esta es su primera incursión en el cine, José Ramón Rebollada reconoce carecer de los conocimientos necesarios para hacer una evaluación a fondo, si bien «por pura intuición», supone que la situación del audiovisual y el cine en Castilla y León «comparte la misma realidad que el resto de la actividad social, política, económica y cultural en nuestra región», una realidad que, en su opinión, «salvo honrosas y escasas excepciones, es dramática y descorazonadora».
Un escaparate privilegiado
Sobre la oportunidad de proyectar sus películas en un escaparate privilegiado como la Seminci, Vera Herrero destaca que formar parte del festival «es como cumplir un sueño», ya que el de Valladolid es un certamen «serio y verdaderamente independiente, que se toma la molestia de valorar todo en su conjunto». «Mi principal alegría es pensar que vamos a dar visibilidad a Soria, en especial a las Tierras Altas. La película es un homenaje a estas tierras y a su formidable legado; el poder proyectar su magia y belleza desde la Seminci es un regalo para nosotros», recalca.
Gabriel Velázquez, por su parte, recuerda que en sus años mozos veía que por la Seminci pasaban creadores que admiraba como Basilio Martín Patino, los hermanos Dardenne o Guédiguian, y entonces pensaba que aquello «era algo muy lejano», con lo cual ahora «poder estar en uno de los festivales más prestigiosos de España es un grandísimo orgullo».
Para Eliseo de Pablos, «siempre es un motivo de satisfacción formar parte de la programación de uno de los mas importantes festivales de España, completamente consolidado y que ofrece programaciones y actividades muy solidas y de mucho interés», mientras que para Lidia Martín Merino «Seminci es siempre un plus» ya que, en su caso, le aporta «seguridad y confianza». «Es sentirse en casa», remacha.
José Ramón Rebollada, por su parte, considera el certamen vallisoletano «un referente cultural indiscutible en el país», que «cuida y se preocupa de preservar su idiosincrasia cinematográfica y cultural», con lo cual la selección de ‘La moral del vampiro’ dentro de su programación ha supuesto «una grandísima alegría personal» para cuantos han participado en esta «muy modesta producción».
Por último, Henar Rodríguez y Christian Dehugo se muestran «muy contentos» de su participación, que consideran «un verdadero regalo», ya que ambos se han «criado viendo cine en esta semana de octubre tan especial». «No podríamos haber soñado con tener un mejor lugar para dar luz a nuestro proyecto. Seminci ha demostrado a lo largo de los años ser fiel a una idea de cine de autor con gran éxito y no en vano el festival cada año se consolida como uno de los mejores en la comunidad europea», valoran.