[dropcap]D[/dropcap]el infinito al cero, podríamos decir para describir lo que ha ocurrido con CIUDADANOS.Confieso que la primera vez que vi a los principales dirigentes de CIUDADANOS en instantánea de grupo, lo primero en que pensé fue en una tropa de «comerciales» que nos querían vender algún producto. Como si dijéramos el ariete publicitario de los dueños de la fábrica.
Toda mirada es subjetiva, es cierto, pero filtrada por la experiencia. La experiencia de cada cual, claro está.
No mucho antes, alguno de los plutócratas beneficiarios a título póstumo del saqueo de nuestro Estado del bienestar, que en paz descanse (que este y no otro era el cadáver), había hablado de su necesidad (crear un nuevo partido), no como propuesta positiva sino como reacción. Y es que el movimiento del 15M había empezado a organizarse para intervenir en política. Había por tanto que hacer frente al movimiento de los indignados para poder dar digna sepultura al Estado del bienestar.
Por otra parte, aquel movimiento de protesta que hoy vemos replicado en tantos sitios, surgió con fuerza porque muchos ciudadanos se sentían estafados y no se sentían representados por ninguno de los partidos existentes. Se hacía imprescindible también ese movimiento político (15M) porque algunos avispados ideólogos querían vendernos el saqueo de lo público como el triunfo de la «libertad», disparate supino que constituye el cogollo de la doctrina neoliberal.
Esa condición, sin duda precaria, más negativa que positiva, de barrera ante la indignación creciente, había que revestirla sin embargo de mayores brillos y oropeles que la de un simple acto reflejo.
El más usado para estas ocasiones en estos tiempos que corren consiste en colgarle enseguida al invento el rótulo de «liberal» y de «centro» (del extremo centro, claro), sin mencionar que el “liberalismo” al que se refiere muchas veces dicho rótulo publicitario, es ese «neoliberalismo» de garrafón que regalaba botellas de whisky a Pinochet, ejemplo máximo de «liberal» de armas tomar, y muy amigo de los gánsteres de Chicago.
Con esos mimbres surgió el nuevo partido “neoliberal” español (los hay también catalanes) que junto a los ya existentes (PPSOE) podían constituir una “gran coalición” que hiciera frente al nuevo movimiento político surgido del 15M.
Para no declarar desde el principio la naturaleza del negocio (defender el saqueo de lo público como opción política), había que ponerse en sintonía con el espíritu de los tiempos, y manifestarse con aparente firmeza partidario de la democracia interna.
Para no declarar desde el principio la naturaleza del negocio (defender el saqueo de lo público como opción política), había que ponerse en sintonía con el espíritu de los tiempos, y manifestarse con aparente firmeza partidario de la democracia interna.
No olvidemos que fue PODEMOS quien marcó la pauta en este tema, haciendo un uso ágil de las nuevas tecnologías para mantener un contacto permanente con su militancia, de forma que las decisiones claves fuesen solidarias, y el éxito o fracaso, responsabilidad de todos. Era sin duda una forma loable de otorgar dignidad a los «indignados», aquellos que se sentían estafados y ninguneados por las instituciones.
Pero no solo CIUDADANOS intentó imitar en esto a PODEMOS, también el PSOE tuvo que airear unos aparatos rancios que olían a tigre. De ahí procede Sánchez.
Como producto artificial e improvisado, CIUDADANOS mostró enseguida sus limitaciones en esta materia, y el pucherazo vergonzoso en las primarias de Castilla y León, fue uno de los primeros síntomas de alarma y uno de los primeros agujeros en su casco.
A partir de ese momento su credibilidad empezó a resentirse y empezaron a surgir dudas y protestas en su propio seno.
Lógicamente, y puesto que era la competencia diseñada ex profeso contra el 15M (IBEX mediante), enseguida se manifestó contra la corrupción (gran paradoja a que a veces obliga el marketing publicitario), haciendo de ello una de sus banderas principales.
El engaño duró poco porque casi uno de sus primeros movimientos políticos fue apoyar al PP de Bárcenas, Gürtel, y colegas, es decir al partido más corrupto de Europa. La incongruencia no podía ser mayor.
Dicen que en sus orígenes míticos se declararon incluso socialdemócratas. No lo sé. Lo cierto es que en materia fiscal siempre se mostraron reaccionarios y favorables a las privatizaciones guiadas por el lucro y no por el interés general. Demasiadas contradicciones.
Queramos o no queramos (y creo que la mayoría si queremos tener sanidad y educación pública y de calidad, etc.), los servicios públicos y el Estado del bienestar, que dan consistencia a una sociedad y la alejan de fracturas y separatismos, se financian con impuestos. Pero claro, bien gestionados, progresivos (como dice nuestra Constitución), y sin trampas ni amnistías fiscales.
Al parecer, en 2016, junto al PSOE, proyectaron colgarnos de la chepa a los españoles la «mochila austriaca», que tiene muy poco que ver con la socialdemocracia y mucho que ver con el neoliberalismo voraz. Habrá que estar vigilantes porque esa amenaza sigue en pie, sobre todo con Nadia Calviño en un alto puesto del gobierno que puede ser la vicepresidencia.
¿Pero tienen Albert Rivera y sus múltiples imposturas la culpa de todo el fracaso?
En un artículo reciente, publicado en el País, Jorge M. Reverte titulaba «Rivera se lo merece», y comenzaba diciendo: «No me voy a sumar al coro de los que lamentan la muerte política de Albert Rivera», y venía después a achacar el fracaso electoral a la pirueta estratégica de volcarse a la derecha, acercándose a VOX (partido de extrema derecha), salto en el vacío del que el articulista hacía responsable a Albert Rivera.
Otros analistas también se preguntaban, en estos días de duelo (a buenas horas mangas verdes), quién había sido el insensato que había propiciado la foto de la Plaza de Colón, fundidos todos los colores de la derecha en un pardo siniestro. En fin.
Ocurrió al final (gracias a aquel consejo inteligente) que lejos de apoyarse CIUDADANOS en VOX fue VOX quien se apoyó en CIUDADANOS hasta comérselo entero. CIUDADANOS mermó hasta casi desaparecer, y VOX y todo lo que representa hizo acto de presencia ocupando un espacio regalado.
Si tiramos de hemeroteca y analizamos las declaraciones y propuestas de algunos de los más señalados filósofos y estrategas de CIUDADANOS, comprobaremos que no toda la responsabilidad es de Rivera, y que esos teóricos tan influyentes aconsejaban en vísperas de las elecciones de abril, apoyarse en VOX y aceptar sus votos, ya que en definitiva eran unos chicos muy majos y muy «constitucionalistas».
Ocurrió al final (gracias a aquel consejo inteligente) que lejos de apoyarse CIUDADANOS en VOX fue VOX quien se apoyó en CIUDADANOS hasta comérselo entero. CIUDADANOS mermó hasta casi desaparecer, y VOX y todo lo que representa hizo acto de presencia ocupando un espacio regalado.
Lo cierto es que los dirigentes de VOX, constitucionalistas contrastados según aquellos filósofos neoplatónicos, en cuanto asomaron la patita por debajo de la puerta de las instituciones, dijeron aquello de que urgía ilegalizar partidos. Algo que Hitler, Franco, Stalin, o Mussolini verían como la cosa más normal del mundo.
No dijeron aún aquello otro de “viva la muerte”, pero todo es darles ocasión y tiempo.
Otros opinan, sobre la debacle de CIUDADANOS, que el «partido del IBEX» ha sido víctima del IBEX (gran paradoja), decepcionados e insatisfechos por el rendimiento de los servicios contratados. Ellos sabrán.
En cuanto a la dinámica geoestratégica de nuestro escenario político actual, uno cree apreciar una cierta constancia en la propuesta de PODEMOS, lo cual tiene su razón de ser por la persistencia de los problemas que motivaron el 15M. Que esa propuesta fracase o vaya logrando sus objetivos será responsabilidad de muchos y consecuencia de decisiones compartidas.
Por contraste, a su alrededor todo parecen bandazos e improvisaciones, más aquejadas de oportunismo y personalismo que de respeto a la militancia y a las ideas. Se nota bastante desconcierto ante la actual circunstancia histórica.
Miremos a nuestro alrededor:
Chile, Argentina, Grecia, Francia, España, Europa, y preguntémonos ¿Qué está pasando? ¿De dónde procede un malestar tan amplio y tan generalizado? ¿Qué ideas y qué prácticas económicas y políticas han propiciado el actual desorden global? ¿Será el fruto envenenado de aquellos ideólogos que confundieron el saqueo de lo público con el triunfo de la libertad? ¿El resultado esperable de aquellos dogmas que no hacen ascos a la dictadura siempre que sea capitalista?
A ese «fin de la Historia» que decretaba Fukuyama le faltaba al parecer un capítulo, y era este: la dictadura del capitalismo global, donde la soberanía ya solo reside en los mercados, es decir, en los dueños del dinero.
Se conecta así nuestra historia supuestamente finalizada con los orígenes de nuestra civilización Occidental, es decir, con la plutocracia, que ya combatieron los griegos, padres de casi todas las ideas brillantes y entre ellas la de la democracia. Habrá que volver a leer a los clásicos para descubrir que nos hemos vuelto tontos y desmemoriados.
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