El barrio de las dos mentiras, ni ciudad, ni jardín

JESÚS MÁLAGA: ‘Desde el balcón de la Plaza Mayor’ (Memorias de un alcalde)
ciudad jardin
El acceso del barrio desde la carretera de Fuentesaúco.

[dropcap]L[/dropcap]a Ciudad Jardín era el barrio de las dos mentiras, ni era ciudad ni tenía una sola zona ajardinada. Fue construido por dos constructores que pasaron la propiedad al Banco de la Construcción. En la década de los setenta acabó perteneciendo a una empresa inmobiliaria de Madrid. Era un barrio pequeño, de 400 habitantes, situado hacia el norte de la Plaza de Toros, entre las carreteras de Fuentesaúco y la de Valladolid. Nació en la década de los cincuenta del siglo pasado.

Su asociación de vecinos, Ciujar, fue siempre muy dinámica. Las viviendas estaban rodeadas de colegios religiosos que impedían su crecimiento. Separado del casco urbano, tuvimos que realizar un acerón para comunicarlo con la ciudad y evitar que los vecinos tuvieran que pisar barros. Un autobús, con solo tres servicios por día, hacía la ruta a Los Villares con parada en Ciudad Jardín. Estaban preocupados por el trazado de la Avenida de Salamanca, temían que los dejara fuera del casco.

Así fue, pero quedaron incorporados definitivamente a la ciudad. Además, tenían problemas de tráfico. Pasaba junto al barrio la cada vez más transitada carretera de Fuentesaúco. Carecían de contenedores de basura y no conocían las papeleras. El parvulario se construyó sin patio, y los jóvenes no tenían un lugar para reunirse. Para las asambleas de vecinos utilizaban la capilla o recurrían a las instalaciones de los colegios que se encontraban en el entorno.

Su red de alcantarillado era tan deficiente que producía humedades en los bajos de las viviendas. En 1979 no se sabía la titularidad del barrio, si pública o privada. El Ayuntamiento resolvió los problemas de alumbrado, alcantarillado y urbanización de calles. Las tuberías atravesaban las construcciones y al romperse repercutían en los bloques de vivienda. En la calle, los tubos se encontraban a flor de tierra y cuando circulaban camiones rompían las tuberías dejando a la población sin agua y sin alcantarillado. Su concejal, Máximo Gómez, luchó con ellos hasta conseguir lo que tanto deseaban, que el Ayuntamiento hiciera suyo el barrio.

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