[dropcap]P[/dropcap]oco tardaremos desde la media Catedral nueva hasta las Escuelas Mayores aunque el salto sea de algo más de tres siglos; muchos años en el tiempo pero poco espacio a recorrer para poder ser testigos de la implantación de un árbol nuevo. Nuestro amigo del Patio Chico pasará por su casa a recoger un libro que nos ayudará en nuevas pesquisas —si lo encuentra entre la montaña de ellos que guarda— mientras nosotros nos adelantaremos para coger sitio en el claustro (iremos disfrazados de colegiales para no llamar la atención).
Una vez llegados a la Universidad, contemplar toda la iconografía de su fachada llena de símbolos y de esoterismo, las alegorías de su escalera interior, etc., nos suscita gran número de dilemas; creemos que las páginas que vamos a leer nos ayudarán a descifrar el jeroglífico renacentista como en su día ya se hizo con el jeroglífico egipcio.
Pero estamos aquí por lo que será un nuevo símbolo: es noticia este año de 1876 que don Federico de Onís y Onís —1817-1886, gran jurista y padre del bibliotecario de esta Universidad don José María de Onís— dona un ejemplar de secuoya para que arraigue y crezca en el patio de este edificio. ¡Y cómo son las cosas! no acaban de colocarlo y ya estamos envidiando su posición, es decir, en el centro y espectador de lujo de los «enigmas» de la galería superior (parece así continuar con la doctrina aristotélica «del justo medio»).
El día transcurre apaciblemente y nos agrada el sosiego de este rincón, al menos en estos momentos; el árbol ha encontrado su equilibrio y nos acercamos para acompañarlo y cargarnos de su buena energía. Envuelto en una tela, el libro que ha traído nuestro amigo es uno de los incunables más hermosos —ilustrado con 168 xilografías (planchas de madera y tinta) e impreso por Aldus Manutius en 1499— titulado «Hypnerotomachia Poliphilii», del dominico veneciano Francesco Colonna (1433-1527).
Sentados bajo la nueva sombra de sus ramas, la secuoya susurra «El sueño de Polífilo» y nos advierte que los sueños tienen importancia mientras duran porque cuando acaban nada queda; es ese el instante en el que nos entra sueño mientras Poliphilo —«amigo de muchas cosas»— es transportado a un bosque salvaje donde se pierde y, dormido, tiene un sueño dentro de otro sueño, todo ello provocado por una noche inquieta debido a que su amada Polia lo rechazó. Y termina así: «Venus bendice su amor y los amantes se unen por fin; como Poliphilo está a punto de tomar a Polia en sus brazos, Polia desaparece en el aire y Poliphilo se despierta».
Las imágenes exteriores de la galería son un reflejo casi total de las del libro; el profesor don Manuel Gómez-Moreno expresó acertadamente: «El antepecho del corredor, por su haz de afuera, bien descubre, con sus alambicados jeroglíficos, la dirección de algún sutil humanista».
Es muy probable que el hacedor intelectual de esta composición fuera el catedrático y rector salmantino de origen andaluz don Fernández Pérez de Oliva —1492-1533, hombre de vasta cultura, aficionado a lo clásico, lo pintoresco, los enigmas y la lengua vulgar latinizada— quien ordenara esos enigmas dotándolos de un sentido nuevo en su afán de provocar «interés en los doctos, escandalizar a los estudiantes y encantar a los hombres cultivados».
El canto de los pájaros nos ha devuelto al mundo de las sensaciones, nuestra amistad se ha reforzado y el entorno ha ganado en belleza. ¡Ah, si, perdón! (nos tenemos que levantar, van a colocar la secuoya).
5.- «La justicia recta, despojada y desnuda de amistad y de odio, y una ponderada liberalidad, conservan el reino firmemente»
«Con la paz y la concordia las cosas pequeñas crecen, con la discordia se deshacen»
3 comentarios en «Los enigmas de la Universidad»
Hoy por hoy, los enigmas en la Universidad de Salamanca están focalizados en el Patio de Escuelas Mayores. Concretamente en los despachos de Rector, Vicerrectores y Gerente que parecen tener una clara intención de «cargarse» una institución de ochocientos años.
Efectivamente, nuestros actuales enigmas tienen nombre y apellidos, a modo de ejemplo los que comentas, pero hay una larga lista……
¡Excelente, como siempre! En el primer enigma, que me afecta por lo de la tortuga, los textos están cambiados, no está muy claro por qué. Yo utilicé esta figura en 1985, cambiando el texto y diciendo que «en Salamanca hasta los ángeles se quitaban las alas para buscar tortugas fósiles». Lo dije en París, nada menos que en la Sala Cuvier, del Muséum National d´Histoire Naturelle, cuna de la Paleontología de Vertebrados. Un abrazo