[dropcap]E[/dropcap]l amor al ganado es lo que llevó al salmantino Juan Rodríguez (25 años) a iniciar su idilio con el campo, cuando con tan solo 18 decidió dar el paso, abandonar los estudios y tomar la valiente decisión de ponerse al frente (junto a su padre) de su explotación de ganado ovino, enclavada en el mundo rural.
Por. Chema Díez Juan
No es normal, y menos en el año 2020, ver a un joven ganadero cayado en mano y pinganillo en la oreja (maravilloso contraste) pensando sobre la vida, analizando cómo mejorar su negocio y disfrutando del aire freso del campo salmantino en su explotación de Pelabravo. Eso sí, siempre escoltado por sus fieles guardianes (los mejores amigos del hombre), que no le abandonan ni a sol ni sombra.
“El amor a los animales me llevó a trabajar en esto, sino es imposible porque es muy esclavo. Como no te guste, no se puede hacer nada; empezar de cero aquí no es viable”. Quizá se pueda decir más alto sí, pero difícilmente más claro. “Lo he vivido desde pequeño y me he criado con esto. Es más, mi padre me castigaba cuando suspendía o me portaba mal sin venir con las ovejas… entonces sí me esforzaba para poder estar aquí con él entre los animales. Le ayudaba en lo que podía y me lo pasaba muy bien”, confiesa.
Y, por raro que a algunos les pueda parecer, en la Salamanca vaciada también hay gente que está contenta con el hecho de trabajar en el campo, sin miedo a nada, sin avergonzarse de ello, porque… “otros son felices dando patadas a un balón; yo soy feliz entre las ovejas”.
Este hecho, rara avis en la sociedad actual, supone un orgullo para el que un día heredó la profesión, también de su padre. “Él muchas veces me ha dicho que si no llega a ser por mí, no se hubiese quedado con las ovejas y eso es un halago. También tengo más y sigo con esto porque él me ayuda mucho; chocamos en algunas cosas, pero siempre hay que hacer caso al mayor que es el que sabe de esto”, asegura sonriente y con orgullo Juan Rodríguez. “Mandamos un poco los dos”.
Y es que, reconoce sin tapujos que de un “padre al final lo aprendes todo; te enseña a tratar con ellas, a hacer las cosas bien y a saber qué necesitan en cada momento. Vas viendo cosas y siempre me quedo con lo que él hace”.
Pero, quizá, una de las preguntas del millón es saber cómo es el día a día de este ‘muchachote’ de 25 años. ¿Muy diferente al de resto de jóvenes de su edad? “Nosotros a las 8.00 horas estamos ya por aquí y damos una vuelta por el campo a ver qué tal están; cogemos a las que están paridas y las llevamos a la nave, echamos de comer al ganado y luego sacamos el resto para que se alimenten. Hay que esforzarse mucho porque si no te ‘comen’ los gastos”, explica.
En la actualidad, para poder vivir de este sector es necesario dimensionar un poco más la explotación. Juan Rodríguez y su padre cuentan con 750 cabezas de ganado. “Hay que subir el número de animales para poder aumentar los ingresos, ya que los costes son muy elevados, eso está claro. Aunque mi padre sacó adelante una familia con esto…”.
Los gastos suben, los precios no…
Otro asunto, quizá el más importante y por el que se ha revelado de una manera más pronunciada el campo, es por los precios, que en el sector del ovino (en origen, que no en destino) viven anclados en los valores de hace más de dos décadas. “Los gastos no son como los de hace 20 o 30 años, pero el precio al que vendemos, sí. Los corderos no suben de precio, pero vas a una carnicería y cobran más del doble de lo que te pagan a ti, y es lo que te indigna. Pero así es la vida que he elegido…”, señala resignado.
Por ello, defiende a campo y espada las pacíficas manifestaciones del sector, que se ha echado a la calle. “A veces usan al campo como referencia en todo, pero no se acuerdan de nosotros nada más que para pedirnos y pagar; mientras todo sea pacífico, creo que es bueno. Lo que no es normal es que los compañeros de Extremadura hayan tenido muchos problemas y en Barcelona no haya pasado lo mismo. Pero bueno, nos estamos haciendo notar y eso está bien, ojalá valga para el futuro”.
Un futuro que de momento ven “muy negro porque esto no tiene mucha solución, pero ojalá todo mejore. Si pudiera tener 2.000 ovejas en lugar de 750, mejor… veremos a ver cómo transcurre todo”.
Hasta entonces, tan solo queda pensar e intentar mejorar día a día. Pero, ¿cómo se imagina su vida dentro de 20 años? “En tanto tiempo, las explotaciones van a tener que ser más grandes porque si no, no hay negocio. Cada uno evolucionará como pueda”.
Su oficio de pastor, denostado y cada vez más difícil de encontrar, le permite tener mucho tiempo para sí mismo, para pensar y reflexionar sobre todo, aunque también para poder comunicarse a través de su ‘pinganillo’ con sus amigos o profesionales del sector e intercambiar impresiones. “Piensas de todo, hablas por teléfono con la gente… hay otras veces que me voy con las ovejas y desconecto de todo, soy muy feliz. Pero también hay momentos en los que necesitas hablar con la gente, claro”.
Siendo dos personas con un oficio compartido se lleva mejor. “Los fines de semana podemos salir un día uno y otro día el otro… yo además tengo amigos que se dedican al campo y podemos confrontar ideas y llevamos la misma vida. En los pueblos no hay muchas más opciones que trabajar en el campo y cada vez hay menos gente”.
Juan Rodríguez es también vocal del sector ganadero en la Lonja de Salamanca, instrumento que nunca “va a marcar el precio real del sector, pero sí que es una gran referencia cuando vas a vender para los profesionales. Sí, es útil y orientativo”.
Por último, y como colofón, a sus 25 años, lanza un mensaje claro y contundente que conviene tener muy en cuenta: “Que la gente consuma los productos de Salamanca y España en lugar de lo de fuera, que mire de donde viene y que se quede con lo nuestro”. Dicho queda…