[dropcap]E[/dropcap]se misterio que desentraña una de las obras maestras de Velázquez, enmarcada en el Barroco, como es el cuadro de ‘Las meninas’ o también conocido como ‘La familia de Felipe IV’ siempre le ha fascinado a Mari Cruz Arroyo, una vecina de Lumbrales, que se reconoce como una “apasionada” de estas figuras.
Beatriz Jiménez / ICAL Las muñecas, el estilo de la pintura e incluso los ropajes de la época le “llamaban desde siempre la atención” y por eso ha dedicado muchas horas de estudio a este cuadro y todo lo que le rodea. En su pueblo natal abre la puerta de su casa con una sonrisa, luciendo un pañuelo de seda con una de esas meninas pintada a mano, además de un colgante que recrea la figura, e invita a pasar a su “museo particular”. Asegura tener más de 160 figuras de todos los estilos y tamaños, aunque muchas de ellas aún permanecen en cajas tras la mudanza. Poco a poco, Mari Cruz va personalizando su espacio y rodeándose de esta afición, que le hace muy feliz.
Apasionada de Las Meninas de Velázquez, confiesa recorrer siempre que puede las ciudades en las que se abre alguna exposición o cuando se muestran en la calle las figuras de gran tamaño, como ocurrió con la idea del artista venezolano Antonio Azzato, a quien también admira mucho, y que decidió sacarlas bajo su proyecto ‘Meninas Madrid Gallery’. Entre risas confiesa que de las 84 esculturas que se instalaron por las vías madrileñas, logró ver 37 en un solo día y de muchas de ellas, “por no decir todas”, guarda un grato recuerdo.
En su colección de muñecas las hay de distintos tamaños, estilos y materiales como las de barro, de cristal sopladas a mano, cerámica, madera tallada o incluso hierro, entre otros. Apunta que muchas proceden de distintos puntos de España y del mundo, algunas por encargo, otras han caído en sus manos como regalos y otras “caprichos” que le hacen feliz. Así, recuerda cómo comenzó comprando un par de figuras de barro en Pontevedra que le llamaron la atención, y de ahí compró otras dos… y hasta ahora, que manifiesta tener en mente alguna adquisición más y también creación propia.
Meninas ‘hand made’
Después de toda una vida dedicada a la enseñanza en San Fernando, Cádiz, Mari Cruz regresó hace poco a su pueblo natal en la provincia de Salamanca, Lumbrales, al tener que jubilarse de manera anticipada por enfermedad. Allí llegó cargada con numerosas cajas llenas de recuerdos. Se considera una persona muy activa y al llegar a la villa dice que “necesitaba hacer algo”, por lo que apostó por crear “sus propias meninas”. En su cabeza imaginaba los diseños y “manos a la obra”, empleando desde palos de la lumbre, hasta botellas del detergente, calendarios, periódicos, retales o chapas… todo material reciclado que se encontraba por su casa lo aprovechaba para sus muñecas.
Es “maestra de vocación y profesión”, siempre ha sido muy creativa y le ha gustado mucho pintar e inventar sus propios diseños. De hecho, para todos los que la conocen “la tita Mari Cruz es única”.
Rodeada de muchas de ellas, explica cómo las cabezas las saca del ‘rollon’ de los desodorantes, el pelo lo fabrica con las tapas de los botes de nata, los cuerpos con los botes de detergente de la ropa e incluso las plumas con las que adorna los vestidos son de sus gallinas, pero remarca que “solo las que se caen”. Arroyo señala que lo que le pone a sus diseños hechos a mano, “todo está en casa, no tiro nada”.
En la escalera de su vivienda y en las mesas de la entrada, lucen muchos de sus modelos sacados para la ocasión. Así, esta lumbralense muestra los retales, cartones, chapas o las conchas de las zamburiñas y berberechos con las que ha confeccionado los majestuosos vestidos. Entre risas, Mari Cruz recuerda cómo tuvo que “comer berberechos dos veces para conseguir un buen número de conchas que le permitieran fabricar todo el vestido completo”. Cada una es original, no hay una igual y hasta tiene “una menina astronauta”, idea de un amigo que le retó a diseñar una con esas características.
”Mi niña Manoli”
Para esta coleccionista, cada una de sus meninas es especial y guardan en su interior un recuerdo o historia “con mucho sentimiento”. Mari Cruz coge entre sus brazos una de esas muñecas grandes que ella misma ha elaborado y emocionada recuerda el fallecimiento de su mejor amiga el año pasado, compañera de profesión y de fatigas con la que compartía muchos gustos, “tanto por la enseñanza como por los tejidos de leopardo o brillo”, sonríe mientras lo cuenta. Para superar este “bache”, un día decidió coger materiales que iba encontrado por la casa y retratar a su “niña Manoli”. Dice que “ella vestía siempre con muchos brillos y era muy guapa”. Por eso, cada vez que mira esta muñeca “ve a su amiga”, y en ella va su pequeño homenaje.
Como anécdota, relata que colgó una foto de esta muñeca como una de sus últimas creaciones en las redes sociales, y la gente que conocía a Manoli, “sin que la hubiera mencionado en ningún momento, la reconocieron en la figura”, incluso su hija se emocionó al verla “y sintió que, de verdad, parte de ella estaba ahí”.
Rodeada de arte y pasión
En la casa de esta vecina de la Villa de Lumbrales no solo lucen esculturas o muñecas que recrean Las Meninas de Velázquez, también dice que tiene en su colección muchos broches, colgantes, pendientes… Hasta la alfombra de la entrada es una creación original de esta imagen, que ella misma fabricó con retales de camisetas.
En su mente ya rondan muchas ideas “algunas de ellas espectaculares”, en cuanto a tamaño y forma, con las que Mari Cruz Arroyo da rienda suelta a su imaginación, muestra su creatividad y esa pasión por las figuras que posan inmóviles en una de las obras más importantes del Barroco español.
1 comentario en «Las Meninas ‘viven’ en Lumbrales»
Me emcanta l