[dropcap]R[/dropcap]ealizamos una segunda tanda de cambios de calles con cierta contestación mediática y de los partidos más conservadores. Cuando estábamos aprobando la moción leí por encima los nombres de las calles y me quedé petrificado, entre los que se consideraban prohombres de la dictadura estaba el de Luis Braille. Soy un admirador del creador del alfabeto para invidentes y al darme cuenta de la equivocación le pregunté a Juanjo Melero, primer teniente de alcalde, que estaba sentado a mi lado, quién había realizado el listado de las calles que iban a cambiar de nombre. Juanjo tampoco sabía quién había cometido el error. Las protestas de los ciegos y de los representantes de la ONCE no se hicieron esperar, y con toda razón.
Aprobamos de inmediato para restituir el buen nombre de Luis Braille poner una placa con su nombre en la esquina de las calles Sol Oriente con Arco, en la fachada de la entonces sede de la Organización Nacional de Ciegos, y otra en unas casas del barrio Garrido, en las calles Miño, Uces y Sangusín, en las que viven familias con alguno de sus miembros invidentes. Todo esto ocurría a principios de 1982.
A finales de ese año comenzamos con la señalización de calles. Se establecieron criterios conforme a las normas emanadas de la FEMP, con código de colores y símbolos. El coste global fue de siete millones de pesetas para las cerca de 500 señales adquiridas. Además de la Federación de Municipios y Provincias trabajó en el diseño la Asociación de Ingenieros Municipales y Provinciales de España. Se realizó un ensayo en las ciudades que habían sido sede del Campeonato del Mundo de Fútbol.
Los redactores del estudio para la ciudad de Salamanca fueron Rodrigo García Zaragoza y Vicente San Millán. Cada señal tiene un nombre, símbolo, color y dirección. Las señales aportaron calidad y cantidad de información. Salamanca es una ciudad monumental, turística y universitaria, con muchas vías interurbanas que se entrecruzan, por eso necesitaba una señalización clara.
Se incidió en la señalización de las salidas norte y sur, evitando las direcciones concretas. Predomina la información para el tráfico rodado, excepto en la zona monumental que se compagina con la aportada al peatón. En el barrio antiguo se apostó por una señalética discreta para no interferir con la zona monumental, se renunció a señalar recorridos turísticos en aras a una información genérica. Se recogieron los centros educativos, sanitarios y las grandes plazas distribuidoras del tráfico urbano: España y Puerta de Zamora.
Se estudió el tipo de letra, su tamaño para ser leída y el número máximo de informaciones por panel, así como el orden en que debían colocarse. El color azul señala las autopistas y autovías, ni un solo kilómetro en 1982; el blanco se refiere a los barrios; el verde a los nombres de las calles, plazas y avenidas; el amarillo a las estaciones, hoteles, camping y grandes monumentos; el naranja a instalaciones deportivas o recreativas; el castaño indica lugares de interés geográfico y ecológico; el violeta centros culturales y monumentales, y el gris aparcamiento de camiones. Las señales son visibles por la noche.
— oOo —