No tienen ni para comer

[dropcap]H[/dropcap]asta ahora las familias que acudían a la asociación Caja Solidaria eran mayoritariamente emigrantes, pero con la pandemia “han comenzado a venir autónomos que ven que no tienen para comer. Pagan los gasto para mantener su negocio y ven que no les llega para alimentarse”, apunta Javier García, responsable de la Asociación Caja Solidaria.

Si las cifras de las familias a las que ayudan desde Caja Solidaria a este mes del pasado año, “se ha multiplicado por dos. Ahora estamos atendiendo a más de 1.000”.

Familias que tienen que ayudar de manera periódica dándoles alimentos básicos que incluyen leche, galletas, legumbres, pasta, atún,… una vez al mes. “Semanalmente, por medio del Banco de Alimentos, la Junta de Castilla y León repartimos fruta y verdura que es cuando se forma las filas más largas”.

Los alimentos básicos se entregan a lo largo del mes, atendiendo a unas 70 u 80 familias cada día que abren, pero cuando entregan fruta y verdura el número de familias a las que asisten puede alcanzar las 300.

No tienen en cuenta la religión, nacionalidad, sexo,… “No tenemos ninguna vinculación política o religiosa con nadie. Partió de una iniciativa personal y desde el principio decidimos que queríamos dejar al margen ideologías y creencias. Atendemos al que lo necesita, con criterios económicos, nada más”.

Las familias son valoradas por la trabajadora social del Banco de Alimentos y pasan el filtro propio de la asociación. “Se les pide toda la documentación que pueda justificar toda la situación económica. Hay familias que se han negado a presentar papeles y no ha recibido la ayuda. Nos han acusado de ayudar solo a emigrantes y no a españoles. Nuestra respuesta es siempre la misma: ‘Presenta la documentación’. Es la única prueba que tenemos para justificar la situación de necesidad”, explica Javier García, responsable de Caja Solidaria.

Hay empresas particulares que los apoya, Cárnicas Iglesias participa de manera regular; en la medio maratón de Salamanca tienen un puesto y toda la fruta que les sobra, que la ofrece Tardáguila. Además de muchos particulares que los conocen y apoyan. “Nos ha llegado una donación de un grupo de personas que nos preguntaron qué necesitábamos y nos han comprado pasta, arroz, gel y compresa”, puntualiza García.

Con la pandemia han notado un cambio en la necesidad. “Antes era una ayuda lo que dábamos y ahora es lo único que tienen para comer, porque su modo de ganarse la vida, limpiando en casas o cuidando a personas, se ha acabado y no tienen ingresos. Los alimentos que reciben de la asociación es lo único que tienen, es un recurso de subsistencia”.

Explica que hay casos muy graves, como el de una mujer emigrante que vivía con su hija de seis años en una habitación. No podía hacer frente al pago del alquiler, ni podía colaborar con la comida aportando dinero, la echaron de la casa. “Gracias a Servicios Sociales pudimos llevarlas a los Sagrados Corazones y no pasaron ni un momento en la calle. No tienen dinero para nada, ni comida, ni servicio… Antes esta situación era muy puntual y ahora es generalizada de todas las personas que atendemos”.

La Asociación Caja Solidaria cumplió seis años el pasado 1 de mayo, en la actualidad colaborar unas 20 personas como voluntarias. Además cuentan con la ayuda de los servicios de limpieza del Ayuntamiento que cuando terminan el reparto de alimentos, todas las cajas y envases, los retiran en esa misma mañana.